Se formó en River y dio vueltas hasta que se afincó en México. A los 33 años, flamante jugador del Toluca, elogia a La Volpe y a Gallardo, extraña al club que lo vio nacer y hasta se ilusiona con la Selección.
Del otro lado del teléfono se escucha una voz tranquila, fresca, madura. Se percibe nostálgica cuando aparecen los recuerdos de un pasado prometedor y denota satisfacción con el recorrido hecho. También aparecen algunos mexicanismos, para que quede claro que el hombre que habla lleva un largo tiempo en México. Son siete años ininterrumpidos que dejaron huella en Rubens Sambueza. “Estoy muy contento. Me adapté muy bien a la vida en México y al fútbol mexicano, que no es fácil, conseguí varias logros deportivos y estoy disfrutando”, cuenta Cañito -apodo que se ganó en sus inicios en River por esa facilidad para tirar caños- en el inicio de la charla con Clarín. A los 33 años goza de una estabilidad futbolística que recién pudo encontrar en México, adonde llegó por primera vez en 2007 para jugar a préstamo en Pumas, pero recién se afincó en 2010 cuando arribó a Estudiantes de Tecos. Luego pasó a América (2012), donde fue multicampeón, figura y capitán. Hasta desembarcar en Toluca.
-¿A qué cosas te tuviste que adaptar?
-A varias. Al tráfico, a la comida…Si bien hay restaurantes argentinos, acá se come con mucho picante y si no estás acostumbrado te puede hacer mal. También al tema del smog, porque hay mucha contaminación, y a la altura. Pero por suerte me fui adaptando bien y mi familia también. Para mi esposa y mis dos hijos (Jair e Ian) fue duro los primeros meses, pero se la bancaron. El idioma ayuda, además, y eso facilitó también la adaptación de mis hijos en la escuela. Están acá desde el kinder (el Jardín de Infantes) y ahora el más grande está por empezar la secundaria y el otro está en primaria. Los dos juegan al fútbol y ya son más mexicanos que argentinos (risas).
-¿Cómo es tu vida más allá del futbol?
-Trato de acompañar a los chicos, salimos con ellos y mi esposa, nos gusta ir al cine, también juntarme con los compañeros argentinos para hacer un asado. La pasamos muy bien, al margen de que uno tiene las presiones normales del trabajo.
-¿Pueden ir a comer tranquilos?
-Sí, se puede salir, más allá de que también te piden fotos, pero por ahí no son tan intensos como en Argentina. Acá te esperan a que termines de comer y tienen más paciencia.
-¿Hay presión por parte del hincha?
-Acá se siente presión, pero en el fútbol argentino hay mucha más. Son presiones distintas. Acá tenés que ganar, sobre todo en un equipo como América. Te alientan y te meten presión pero más de eso no pasa. Puede haber algún insulto, pero queda ahí. No hay violencia y no te vas a encontrar con el carro (auto) rayado. Eso prácticamente no se ve.
-¿Y la prensa?
-En Toluca hay prensa, pero es bastante tranquilo. En América, en cambio, es como en River o Boca. Todos los días se habla del equipo, se analiza todo, ganes o pierdas, y si hay problemas en el vestuario también se habla. Por eso tenés que manejar la situación porque te come. En ese sentido, la prensa es un poco como en Argentina.
-¿Por qué triunfa el argentino en México?
-Porque acá tenés más espacios. Ojo, eso no quiere decir que sea más fácil. Al fútbol mexicano no se le da tanta importancia, pero es difícil. Tenemos más espacios, no es tan trabado, no hay tantas faltas y los árbitros son severos. Acá todos tratan de salir jugando, de ser protagonistas y los partidos se hacen de ida y vuelta y eso al argentino lo beneficia.
-¿Se reinventó tu carrera en México?
-Sí, se puede decir que sí. En México logré la estabilidad que no había tenido antes cuando tuve varios préstamos como cuando fui a Pumas y a Flamengo y en el medio volví a River. No encontraba mi lugar ni la estabilidad futbolística que quería. Recién la pude conseguir cuando fui a a Estudiantes de Tecos con opción de compra. Ellos me terminaron comprando y ahí me quede tres años y después pasé al América. Me llevó Miguel Herrera, quien me conocía de Tecos y sabía lo que podía dar. Obtuvimos títulos y se dio todo. Cuando uno tiene estabilidad y confianza, empieza a crecer. Y eso fue lo que me pasó.
Y en América tu carrera volvió a los primeros planos…
-Sí. América es un grande. Gracias a Dios me tocó estar en una época ganadora para el club, con cuatro títulos, dos locales, dos Concachampions, jugué dos Mundiales de clubes. Estuve en un equipo ganador.
-Y aprendiste a jugar en otras posiciones, no te estancaste en la izquierda…
-Es así. Jugué por izquierda, por derecha, libre, y hasta de 5 solo. Con La Volpe me tocó jugar de volante de contención solo, como contra el Real Madrid en el Mundial de Clubes.
-¿Cómo es La Volpe?
-Fue muy bueno haber tenido como entrenador a Ricardo. Se trabajaba mucho en lo táctico. Le gusta que todo salga a la perfección y eso te ayuda porque agarrás confianza con la pelota. Se aprende a salir jugando y si tirás un pelotazo tiene que ser para ubicar a un compañero. Jugar como él quiere es bueno, porque al que tiene la pelota le da opciones. El me ponía de cinco porque quería salir limpio desde abajo. En Argentina, Ricardo fue muy criticado por las cuestiones tácticas, por querer salir jugando y hoy en el fútbol argentino se ve lo que él pregonaba.
-¿Cómo es jugar en el Azteca?
-Una experiencia única. Entrar por el túnel, donde de un lado hay cuadros de los Mundiales que se jugaron acá y del otro cuadros de todos los equipos y selecciones que jugaron en el Azteca, es espectacular. Y en un cuadro gigante está la imagen de Diego haciendo la mano de Dios. Me siento un privilegiado por haber tenido la posibilidad de salir campeón ahí, donde Argentina ganó una copa del mundo y Maradona fue el mejor.
-¿Por qué no pudiste instalarte en River como lo que prometías?
-Creo que me faltó confianza. Yo salía de las Inferiores y si bien a los chicos les dan chances, si andás mal no te van a dejar mucho tiempo. River compra jugadores de jerarquía, a mi tocó me jugar con cracks como Gallardo o Salas, grandes figuras, y tenías que jugar excelente para estar. Entonces, perdí confianza y empezaron a cederme a préstamo.
-¿Te jugó en contra el apodo de Cañito?
-No, no creo. A veces esa forma de jugar a algunos les molesta, pero yo soy agradecido a esa jugada porque por eso me empezaron a conocer cuando tuve un encontronazo en una práctica con Nelson Vivas. A partir de ahí me empezaron a reconocer, en los torneos de verano salió esa jugada y empezó el apodo.
-¿Te sorprendió Gallardo?
-No. Jugué con él, siempre fue líder y referente. Siempre te hablaba. Es uno de los entrenadores más ganadores de la historia de River y se lo merece porque es una gran persona. Lo volví a ver en Japón, en el Mundial de Clubes 2015 y estuve hablando un rato. El y su cuerpo técnico se merecen lo que están pasando.
-¿Te ilusionaste alguna vez con jugar en la Selección?
-Sí, la verdad es que me ilusioné por los títulos que había ganado en América y porque estaba en buen nivel, me dieron el balón de oro en la Concachampions como mejor jugador. Y me había ilusionado también porque llamaron a Guzmán, a Pizarro, y eso me daba la pauta de que estaban mirando el fútbol mexicano, pero todavía no se dio.
-¿Mantenés la ilusión todavía?
-Sí, mientras sostenga un buen nivel futbolístico, la esperanza la tengo.
“Me sentí impotente, juro por mis hijos que no insulté a Baldassi”
-¿Cómo viviste las dos eliminaciones a Boca? Como hincha y por haber estado en la derrota de 2004, ¿vos también te sacaste una espina?
-Sí, seguro, fueron dos eliminatorias muy importantes para los hinchas de River. Me puse muy contento. Vi los partidos por TV y festejé a la distancia.
-¿Qué le dijiste a Baldassi en aquella semifinal de la Libertadores 2004 cuando te expulsó?
-Nada. Yo estaba pendiente de lo que le había pasado a Ricky Rojas (se había roto los ligamentos cruzados). Vi que Guillermo estaba peleando con Hernán Díaz. Empieza el tumulto y de repente veo la roja. Me sentí impotente porque en ningún momento lo insulté. Juro por mis dos hijos que jamás le dije algo a Baldassi. Pero me la tuve que comer.
-¿Fue una picardía de Guillermo?
-Y… andá a saber… Había gente de Boca que le hablaba a Baldassi y yo era el más chico de la cancha. Eso por ahí me jugó en contra.
-¿Te pasaron factura después?
-Si, sobre todo con la gente, ¿cómo le hacía entender que no dije nada?
-¿Te hubiera gustado tener una revancha en River?
-Sí, claro, pero con el paso del tiempo no se puede. Y a mi edad (33 años), ya veo casi imposible volver. No sirve volver para estar en el plantel y jugar diez minutos. River te exige otra cosa.
Con información de http://www.clarin.com/deportes/futbol/sambueza-privilegiado-salir-campeon-azteca_0_HkEPIQqDx.html