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El arresto de un héroe local y su traslado a EE.UU. causa alboroto en Haití

Staff El Piñero

MIAMI — Incluso para el estándar de los rebeldes haitianos, Guy Philippe actuaba con demasiada confianza para ser un hombre que figuraba en la lista delos narcotraficantes más buscados de Estados Unidos.

Recientemente entró muy tranquilo a una oficina gubernamental para recoger el certificado que confirmaba su elección al senado haitiano, el documento que pensaba que le ofrecería la inmunidad legal que tanto ansiaba. Más tarde ese mismo día, llegó sin previo aviso a la estación de radio Scoop FM en las afueras de la capital, Puerto Príncipe.

Pero después de la entrevista el 5 de enero, un investigador encubierto fingió darle un abrazo a Philippe, pero en lugar de eso apuntó una pistola a su vientre y lo esposó. Luego fue subido a un avión que lo llevaría a EE.UU., donde fue acusado al siguiente día de narcotráfico y lavado de dinero.

Finalmente las autoridades estadounidenses habían arrestado a uno de sus sospechosos haitianos más buscados. Sin embargo, aunque Philippe alguna vez fue uno de los líderes rebeldes más temidos en la historia haitiana reciente, también es un héroe populista, sobre todo en su región natal en el suroeste de Haití, por lo que su arresto rápidamente provocó el caos en las calles de Haití, y está complicando la relación ya tensa que tiene el país con Estados Unidos.

Muchos miembros del parlamento haitiano cuestionaron la legalidad de la acción.

Luego comenzó la violencia. En la ciudad de Jérémie, las turbas empezaron a lanzar piedras, romper ventanas y amenazaron con matar extranjeros. Unos misioneros estadounidenses fueron obligados a buscar refugio en un complejo de Naciones Unidas. El Servicio Aéreo Humanitario de la ONU sacó a dos docenas de personas de la región, mientras que grupos religiosos contrataron aviones privados para evacuar a voluntarios.

 

Fredrick Clerie, un haitiano-estadounidense de 75 años que dirige un orfanato en el área, fue evacuado junto con su familia y un equipo de voluntarios.“Tumbaron la entrada principal y una multitud de tal vez —estoy suponiendo, no los conté— 250 hombres entró corriendo a la propiedad gritando, ‘¡maten a los hombres blancos!’”, dijo Clerie desde su hogar en California.

 

Philippe, de 48 años, es un ex oficial de policía y militar con un pobre historial en derechos humanos. En 2004, montó una invasión de su país natal para expulsar al presidente en ese tiempo, Jean-Bertrand Aristide.

 

Un año después de la rebelión, fue acusado por un gran jurado en EE.UU. de traficar drogas de Colombia desde Haití y de lavar dinero.

 

A pesar de ser un fugitivo, Philippe recientemente fue electo al senado haitiano. En una entrevista con The New York Times en octubre, dijo que los estadounidenses podrían encontrarlo si quisieran hacerlo, ya que estaba a la vista de todos.

 

En su pueblo natal, Pestel, atraía a docenas de simpatizantes cuando caminaba por las calles.

 

“No me escondo. Simplemente quiero justicia”, expresó días después de que un huracán destrozó el poblado. “Lo que pasa es que no tienen evidencia en mi contra”.

 

Gary Desrosiers, vocero de la policía nacional, dijo que no había agentes estadounidenses presentes en el arresto. “Ésta fue una operación dirigida por la policía haitiana”, indicó. Philippe aún no había prestado juramento en el senado, lo cual les brindó a las autoridades una oportunidad de aprehenderlo antes de que tuviera inmunidad.

 

Brian Concannon, director del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití, una organización estrechamente afiliada con Aristide, afirmó que Philippe transformó su ejército en un partido político financiado por empresas ilegales.

 

“Fui secuestrado por mis creencias políticas”, dijo Philippe en una declaración a The New York Times divulgada a través de su abogado en Miami. Se declaró inocente de los cargos.

 

En 1997, la secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright, negoció un acuerdo sobre el narcotráfico con el presidente de Haití, René Préval, y desde entonces los sospechosos son entregados a Estados Unidos.

 

Sorel Jacinthe, un senador de Grand’Anse, la región que Philippe también iba a representar, dijo que su colega es similar a otras figuras criminales en países como Colombia, donde personas como Pablo Escobar eran buscadas por la policía, pero adoradas por sus comunidades. “Él es su congresista”, dijo Jacinthe acerca de Philippe. “Les cae bien”.

 

Andre Paultre, Harold Isaac y Azam Ahmed contribuyeron con reportes a este artículo.

Con información de http://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/?url=/clarin/content/view/full/55457

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