Luis Velázquez
18 de diciembre de 2017
EMBARCADERO: Trece años después de fundada, la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, CEAPP (creada en el sexenio de Miguel Alemán se llamaba Comisión de Periodismo) decidió premiar los mejores trabajos del gremio reporteril… El viernes 15 los entregó a un grupo de diaristas que se han elevado por encima del tedio y el aburrimiento de los días y noches de hacer todos los días lo mismo y caminaron en el reportaje de investigación, el texto que trasciende y en un descuido perdura… Por desgracia, entre los políticos y los medios suele existir “un matrimonio por conveniencia” (Julio Scherer García) y/o un tsunami de acercamientos y distancias (Juan Luis Cebrián, El País), y rara, excepcional ocasión, tal periodismo sirve, digamos, para orientar y/o reorientar la vida pública… Simple y llanamente, les vale a los políticos, quizá porque, como dice el clásico, “el poder nunca se comparte”… Y/o como era la filosofía de Porfirio Díaz Mori, de que “los reporteros han de maicearse”, en tanto a los magnates periodísticos se les han de regalar hasta rotativas (Reyes Spíndola, El Universal, Porfirio Díaz)… Con todo, resulta alentador el premio a los reporteros, porque en el caso el jurado estuvo integrado por un par de periodistas cuya calidad profesional está fuera de duda, como son Ignacio Carvajal García y Ricardo Ravelo Galo… Y en donde también participó el doctor en Comunicación, Raciel Martínez, vocero de la Universidad Veracruzana…Ellos fueron el jurado, ellos decidieron sin el tráfico de influencias de la CEAPP, ellos, digamos, habrían inclinado “un dedazo” por algún favorito, tal cual la naturaleza humana…
ROMPEOLAS: Los fotoperiodistas Coral Carvallo, Yahir Ceballos y Félix Márquez obtuvieron una mención honorífica, aun cuando, con todo respeto al jurado, merecían un premio más arriba… Primero, porque entre ellos priva un alto sentido de la amistad que incide en un trabajo colectivo, sin envidias ni intrigas, ni golpes bajos ni zancadillas… Segundo, porque tal integración humana resulta inverosímil en un medio como el reporteril… Tercero, por la gran calidad de su trabajo… Cuarto, porque los tres son menores de 25 años, la edad de la utopía, incluso, de la utopía radical… Y quinto, por el alto sentido moral de su filosofía social… Por ejemplo, el trío participó en el concurso con unas treinta fotografías denominadas “Fosario” al mejor estilo, digamos, del sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra… “Fosario” son fotografías tomadas a las fosas clandestinas que tanto desacreditaron a Javier Duarte y Arturo Bermúdez Zurita y a parte de sus mandos periodísticos… Los tres retrataron el infierno, los muertos, los huesos, y el dolor y el sufrimiento de las madres de las víctimas… Y como dice el sicólogo, el contacto permanente con la muerte incide en el corazón, el alma y las neuronas… Las fotos pueden consultarse en Internet, donde las subieron para conocimiento del mundo…
ASTILLEROS: Otra reportera, también menor de 25 años, fue reconocida con mención honorífica… Se llama Ana Lilia Osorio y además de chambear en una página digital ella y sus amigas abrieron un portal intitulado “Testigo Púrpura” donde abanderan la causa feminista en un Veracruz, y en un país, con un creciente, imparable feminicidio… Y en una entidad federativa con dos Alertas de Género, sin precedente en la nación… Y en donde cada vez crece el número de padres de familia buscando a hijos desaparecidos… Y en donde las mujeres dan la gran pelea por su libertad humana y que va desde la libertad para decidir el destino biológico de sus cuerpos hasta dignas oportunidades laborales… “Testigo Púrpura” es una página con alto sentido y contenido moral, donde el único móvil, vaso comunicante, brújula social que guía el trabajo diario, es la solidaridad humana con las mujeres y entre mujeres, sin recibir, incluso (y por ahora) ningún pago… Ellas hacen el llamado periodismo de equidad de género con una fraternidad insólita, pues como decía don Julio Scherer, “los amigos son piedras rodantes que nos encontramos en el camino”… Fue, desde luego, y como las otras, una decisión acertada del jurado, pues recibieron sesenta trabajos de igual número de diaristas… Reporteros premiando a reporteros…
ARRECIFES: El primer premio fue para la cronista Flavia Morales, de AVC… Y el segundo para Luz Magnolia García, del Diario de Istmo, con sede en Coatzacoalcos, y en donde, parece, se desempeña como jefa de corresponsales… Y al mismo tiempo, como reportera… Su texto premiado fue sobre el dolor y el sufrimiento humano luego de que en el sur de Veracruz estallara una planta de etileno… Cierto, los muertos, pero también, los estragos laborales, pues de pronto, decenas, cientos de trabajadores quedaron desempleados… Un día, ante las puertas de los complejos petroquímicos aparecieron cientos de obreros vestidos con el riguroso overol solicitando empleo… Otro día, muchos de ellos terminaron en las casetas de la carreta federal pidiendo una ayudita para llevar el itacate y la torta a la casa… Otro día, la desesperación familiar emergió en la cancha social… Y la vida cotidiana se volvió un infierno… Y Luz Magnolia fue la única reportera sureña que siguió la pista a la tragedia humana… Fue a las casas de los trabajadores y platicó con ellos y con las esposas y los hijos y los hermanos… Y publicó su reportaje que fue premiado con el segundo lugar… Y que mucho honra a la colega, porque ella nació en una colonia popular de Coatzacoalcos, “Las amapolas”, donde la mayoría de jefes de familia laboran en los complejos petrolíferos y químicos… Es decir, la lealtad con los suyos y consigo mismo… Todos ellos honran el periodismo en Veracruz… Y más lo honran cuando están llenos de humildad, pues en el oficio reporteril (igual como sucede en todas las actividades) suele resbalarse en la frivolidad, la altivez y la soberbia, cuando, caray, todos los días siempre, siempre, siempre existe un reportero mejor que ganó las ocho columnas y que logró una exclusiva y que la escribió con gran pulcritud literaria y con una mirada sociológica fuera de serie… Bastaría referir que nunca, jamás, en el país, ha existido un reportero que como Luis Spota en el viejo Excélsior del siglo pasado ganara las ocho columnas de portada durante 45 días consecutivos…