Connect with us

Malecón del Paseo: Juan Villoro, en Boca

El Piñero

 

Luis Velázquez

30 de abril de 2018

 

EMBARCADERO: El escritor y cronista, rockero y futbolista, activista de la frustrada aspirante presidencial, Marichuy, y miembro de la Academia de la Lengua, Juan Villoro, entró al estrado del Foro Boca, y parecía que olía a una mezcla de flores y perfumes… Era su conferencia estelar sobre Carlos Monsiváis y Jorge Ibargüengoitia… Y de algún modo evocaba a los estudiantes del movimiento del 68, porque si ellos vendían boinas con la figura de Ernesto “El Che” Guevara” para recaudar fondos, la Orquesta Sinfónica de Boca del Río, el llamado, ajá, “Municipio exitoso”, promovía su conferencia (cien pesos la entrada) para avenirse de fondos con que subsistir, porque “El redondeo” en las tiendas comerciales resulta insuficiente (con tanta competencia)… El caso es que Villoro arrastraba consigo una rara y extraña sensación de olores que pudo identificarse momentos después… Por un lado, habrían sido los olores del adorno floral a su lado con rosas amarillas (que tanto gustaban a Gabriel García Márquez) y un heliotropo solitario (de los que tanto hablaba Carlos Pellicer)…

 

ROMPEOLAS: El aromas de las flores fue rebasado en el Foro Boca por el perfume de las mujeres… El auditorio asemejaba una pasarela de los más finos y exquisitos y caros perfumes de las mujeres, la mayoría, por cierto, blancas de la piel, bien vestiditas, mejor arregladitas, de tal manera que el resto de los mortales quedaron impregnados y durante el resto de la noche y más allá del amanecer todavía siguieron respirando aquellos olores femeninos de perfumes… Unas mujeres iban solas y otras con esposos… Todos, digamos, por una causa social como es la subsistencia de la Orquesta Sinfónica en tiempo de austeridad que como quedara claro permite al señor presidente municipal de Boca del Río ganar 650 mil pesos mensuales, con todo y que se afanara en desmentir la realidad obtenida por el reportero Ignacio Carvajal vía Instituto de Transparencia y Acceso a la Información…

 

ASTILLEROS: Juan Villoro habló del deslumbrante sentido del humor en Monsiváis y Jorge Ibargüengoitia… Por eso, se entendería como ley universal que los asistentes a su conferencia habrían leído, cuando menos unos 5 libros de los más de veinte publicados por Villoro, otros 5 libros de Monsiváis de los más de 25 publicados y unos cinco libros más de Ibargüengoitia de los más de veinte… En todo caso, si la posibilidad significara una falacia, las mujeres (el sector que más dominaba y con mucho, muchísimo) habrían asistido solidarias con Villoro porque fue un gran activista y cronista de Marichuy, la aspirante a la candidatura presidencial que se soñaba por el lado de los indígenas y quien fue reprobada por el Instituto Nacional Electoral por la falta de firmas… Con todo, la tarde/noche habría servido, primero, para reírse un poquito con las anécdotas de “Ibar” y “Monsi” contadas por Villoro, como aquella de cuando a Monsi una lectora le dijo que no entendía nada de su escritura y el escritor la consoló diciéndole que no se preocupara porque él tampoco se entendía… Y como cuando Octavio Paz publicara que Monsiváis era un escritor de simples ocurrencias, nunca, jamás, de ideas…

 

ARRECIFES: Una señora mostró su índice de lecturas de libros de Villoro, Ibargüengoitia y Monsiváis que las dos horas de conferencia se la pasó tuiteando en el celular… Otra más, se salió del auditorio y sentó en un pasillo lanzando una guerra feroz de tuitazos… Los primeros en salirse fueron 6 jóvenes, al parecer estudiantes… Pero llena, casi llena luneta, la palabra de Villoro fue seductora… Más sedujo, sin embargo, con el movimiento telúrico de sus piernas debajo de la mesa… Los 120 minutos de charla, se la pasó con un sismo fuera de control de sus piernas, oscilando de un lado para otro, como si se tratara de un temblorín… Claro, se trata, digamos, de un tic nervioso, y que resaltaban con el movimiento trepidatorio de sus manos y brazos… A veces, la suela de los zapatos golpeteaba con el suelo del estrado y el micrófono era tan sensible que lo registraba…

 

PLAZOLETA: Y entonces, el espectador hacía triple, cuádruple ejercicio… Uno, para seguir la palabra literaria… Dos, para observar el movimiento de sus manos… Tres, para seguir el teleleque de sus piernas… Y cuarto, para identificar los perfumes de las mujeres altas, blancas y delgadas (¡vaya trilogía!) en el auditorio… Una joven señora llevaba un libro de Villoro y al parecer buscaba que el escritor se lo firmara, quizá porque lee y colecciona libros autografiados… Se entendería que el ingreso de la conferencia se habría repartido con un sentido democrático, es decir, la mitad para Villoro y la mitad para la Orquesta Sinfónica, sin contar, claro, los gastos… Así, la Orquesta sobrevivirá más tiempo, luego de que en el tiempo de “El Chiquis”, candidato panista a gobernador, navegara con tiempos cien por ciento favorables, sin necesidad de organizar eventos culturales y “redondear” con el donativo de los clientes en las tiendas comerciales y que ahora se lo dividirán con la fundación para los niños con cáncer y leucemia…

 

PALMERAS: En la conferencia de Villoro asombró el servicio amable y cortés de tres policías, sin pistola al cincho, a cargo, digamos, de la vigilancia… El trío colocado en fila india a un lado de las puertas de entrada y salida… Y si un espectador salía, de pronto, del recinto, apenas sentían que la puerta se movía ellos la abrían por completo… Y si se preguntaba el lugar del baño encaminaban a la persona… Y como las luces estaban apagadas centradas en Villoro, aconsejaban a la persona que caminaran con cuidado para evitar un tropezó con los escalones… Más que policías en el tiempo sórdido y siniestro que se vive acusados de desaparición forzada parecían edecanes vestidos de polis… Así, luego del movimiento sísmico de las piernas del escritor, los polis se llevaron la noche… Claro, también el aroma de los perfumes de las mujeres, pues también en eso hay competencia…

 

Comentarios

Comentarios

Comentarios

Entradas Relacionadas