Connect with us

Marido infiel la mató y Hortencia dejó cuatro huérfanos

El Piñero

•Madre asesinada en Minatitlán a manos de su esposo deja en orfandad a cuatro niños de 9 meses, 4, 2 y 8 años
•Durante diez años vivió sin sobre saltos por la violencia intrafamiliar, pero su marido encontró un nuevo amor y le volvió la existencia un infierno

  • Una vez quiso quemarla dentro de su casa, para aparentar un accidente, y quitarla de en medio
    •Mujeres del pueblo El Valedor exigen justicia y reclaman que el DIF municipal de Minatitlán la ignoró cuando fue a buscar ayuda para salir de la violencia/IGNACIO CARVAJAL
    Ignacio Carvajal
    blog.expediente.mx

    Al salir de la iglesia, después del rosario para los difuntos son mujeres quienes sostienen el féretro donde Hortencia, otra víctima de la ola feminicida en Veracruz, es llevada al panteón.
    Tías, hermanas y amigas se esfuerzan mientras cargan el cajón de muerto con su cadáver.
    A un lado, otros familiares llevan a sus hijos, cuatro huérfanos, un bebé de nueve meses, y tres niñas, de 4, 2 y 8 años.
    El cortejo parte de la iglesia de El Valedor, a donde se han congregado docenas de personas para darle la despedida.
    Fueron ellas, las mujeres, quienes lanzaron las oraciones para santificar su alma camino al más allá, pues el cura no llegó.
    Y fueron ellas, las mujeres del pueblo, la gran mayoría ni si quiera con primaria completa, quienes sostuvieron el féretro y lo cargaron hasta la camioneta que la trasladó a la localidad de San Cristóbal, donde le entregaron a la tierra.
    Hay hombres en el sepelio, sí, pero se han hecho a un lado, sólo ayudan de vez en cuando si son necesarios. Dejan todo el esfuerzo a las mujeres que lloran su pena mientras otras aplauden y corean el nombre de la finada entre aplausos y porras a las mujeres:
    “¡Vivan las mujeres!”, “¡ni una más!”, “justicia”, replican las acompañantes mientras aplauden.
    “Ya estamos hasta la madre de que a las mujeres en el campo nos pisoteen y humilde”, reclama una tía de la finada.
    Todo el pueblo, pero sobre todo ellas, las mujeres, se sumaron a la indignación por los hechos acontecidos en las últimas 24 horas, donde un hombre mató a su esposa, y entre ellas, se han solidarizado en el dolor, una pena que es la misma para docenas de familias en Veracruz, pues tan sólo el Observatorio de Violencias contra las Mujeres, de la Universidad Veracruzana, reporta 58 feminicidios entre enero y junio.

    UNA ESPERANZA

    Una casita de palma y tablitas de madera se quedó sin su moradora. Gabriel Hernández González, esposo de Hortencia Balcázar Reyes, se la construyó para que vivieran ahí con sus cuatro hijos.
    Fue edificada sobre un cerrito, lejos del poblado El Chiflido, de donde es Gabriel, en la zona rural de Minatitlán.
    Hortencia, que es de una comunidad aledaña llamada El Valedor, le contaba a su familia que sería feliz en esa casita y que buscaría una vida estable y feliz con Gabriel y sus hijos, un niño y tres niñas.
    Ella, entregada al hogar, al cuidado de animales de corral; su esposo, en la ganadería y el campo.
    Pero algo pasó con Gabriel, de ser relajado y tranquilo, se tornó agresivo y daba mala vida a Hortencia, quien de tantos golpes e insultos abandonó la casa y regresó al rancho de sus padres, donde hoy le lloran en su funeral.
    Después de edificar esa casa que despertaba esperanzas en la joven, Gabriel se volvió agresivo e intolerante. Últimamente, cuando se alteraba, le sacaba una pistola o la castigaba con un cable eléctrico. Gabriel le decía que ya contaba con un nuevo amor y despreciaba a Hortencia, la sacaba de su vida a golpes y tiempo después la volvía a buscar, sólo para golpearla más fuerte.
    El pasado jueves, a las 10 de la mañana, esa historia llegó al punto más estrepitoso. Gabriel tomó su arma y le disparó a la mamá de sus hijos mientras sostenía al bebé de 9 meses en brazos.
    A la familia de Hortencia le duele la acción de Gabriel, pero más, que a Hortencia la hayan dejado sola las autoridades municipales de Minatitlán, pues meses antes de la tragedia, cuando los actos de Gabriel ya eran intolerables, ella pidió auxilio en el DIF municipal para superar la violencia intrafamiliar, pero no encontró respuesta.

    IGNORAN A LAS DEL CAMPO

    Delia Peche Balcázar, prima de la finada, dice que en abril pasado, acompañó a Hortencia a pedir ayuda al DIF de Minatitlán, pero los funcionarios le recomendaron regresarse al pueblo y conciliar con el golpeador.
    No les importó -dijo- que ella iba toda golpeada, incluso, Hortencia llevaba en su celular fotos de lesiones que le había dado en días pasados.
    Les contó que ya había intentado darle muerte.
    En las oficinas asistenciales le dieron un papel y la echaron, sostiene Delia Peche: “Si ellos hubieran querido, la llevan a una agencia del MP o a la Fiscalía a poner una denuncia, pero no, le decían que contratara ella por su cuenta un abogado, y que poco se podía hacer, si ella no estaba casada con él legalmente”.
    El poblado de El Valedor, donde Hortencia murió a manos de su esposo, se ubica a poco más de una hora de la cabecera municipal, un infierno verde entre pantanos, marismas, maizales, ríos y caminos polvorientos del cual sólo se sale en moto, caballo o transporte colectivo colectivas. Sus pobladores, que viven de la ganadería y el campo, persisten aislados.

    Así, Hortencia Balcazar Reyes, de 26 años, casada con Gabriel Hernández González desde los 16 años, con tres hijas y un nene de nueve meses, no contaba con muchas opciones para solicitar ayuda, pues cerca no hay ni clínicas ni refugios.

    EL CAMBIO DE GABRIEL

    Durante unos diez años, el matrimonio entre ambos marchó con algunos altibajos, discusiones, pero no el infierno de los últimos meses, cuentan hermanas de la víctima.
    Una joven originaria de un poblado vecino, Adriana Valdez Cortez, de 26, llegó a la vida de Gabriel Hernández, y éste comenzó un triángulo amoroso.
    “Ella, la otra, le jugó una apuesta a mi hermana, la iba a ver, la insultaba, le gritaba de cosas, y una vez le dijo, ‘¿cuánto apostamos a que me quedo con él?’, pero mi hermana no le contestaba, ni peleaba con ella. Nunca lloró por él sabiendo que tenía otra. Lo que le importaban eran sus hijos”.
    Gabriel -relatan- comenzó a andar con las dos, nunca tuvo el valor para dejar a Hortencia, quien incluso se salió de su casa en varias ocasiones, tomando a sus hijos para dejarle libre, con su nueva pareja.
    Ella siempre recurría a la casa de los padres, donde encontraba alimento y techo para sus hijos.
    Pasaban los días, y el esposo regresaba a buscarla, la convencía y ella accedía, esperanzada en los hijos.
    “La regresaba a casa de sus papás, ahí en el Chiflido, pero hasta sus suegros le daban mala vida, la usaban de cocinera, y cuando le pegaba, no se metían. La última vez que ya no quería volver, el hombre le pegó un cachazo de pistola en el rostro, el padre prometió intervenir y nunca hizo nada” relató Anselmo Balcázar, papá de la difunta.

    La hermana: “Todos los pleitos comenzaron y eran por esa mujer, ella no pudo quitar a mi hermana, no ganó la apuesta, y por eso le causaba problemas, y por eso le metía ideas a Gabriel, por eso la golpeaba constantemente y la insultaba”.

    “Incluso, en una ocasión intentaron darle muerte, encerrándola en la casa, para prenderle fuego, pero Hortencia tomó el machete, y los encaró. Si me vas a matar, de una vez, pero a tus hijos, te los comes, pues ahí se van a quedar solos, sin quien los cuide’, y él recapacitó y se marcharon”

    Actualmente Gabriel es prófugo, dejó el pueblo acompañado de su nueva esposa, quien va embarazada.

    LA ÚLTIMA

    Antes de que se convenciera de dejarlo, Hortencia regresó de nuevo con el joven agresor, pero éste no la golpeó, “le dijo que la otra estaba embarazada, que prefería quedarse con un hijo de la otra, que mantener cuatro hijos de mi hermana. La humilló, se burló de ella, sólo para eso la hizo volver”.

    En esa ocasión -recuerdan- Hortencia quería beber, “nunca tomaba, y esa vez decía que tenía ganas de tomar. Andaba muy triste por las palabras del sujeto, y la burla de la otra, que se dejó embarazar.
    En los últimos días de vida Hortencia Balcázar andaba más triste a raíz de la noticia, parecía, cuentan, mucho más afligida por las palabras que por las golpizas.
    Al final, sin el apoyo de las autoridades, no había horizonte, la muerte le llegó más temprano que tarde al haber quedado atrapada.
    Desde su funeral, su familia le reclama justicia al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, al alcalde de Minatitlán, Nicolás Reyes, y a todas las autoridades en general.
    Ojalá, dicen, el presidente municipal vaya a fondo e investigue a los malos funcionarios que atendieron de mala gana a la hoy finada y no lo vuelvan a hacer.
    Estela Casados, del Centro de Estudios de Género de la Universidad Veracruzana, dijo que en casos como el de Hortencia, ellas quedan atrapadas en algo que se denomina “círculo de la violencia”, donde se llegan a confundir los “actos de amor” con patrones que sólo reproducen la violencia de manera infinita, y no tienen nada que ver con el amor.
    Sin embargo, expresó que en este caso también se nota algo que constantemente ocurre con víctimas:
    “Ella buscó una salida, tuvo la claridad para ir y acudir a una institución, y ese es el problema que las mujeres tienen cuando logran remontar el círculo de la violencia, acuden a las instancias que deben apoyarlas, y el problema es cuando estas instancias no responde de manera debida, y no hay respaldo institucional.
    “Pero más allá que sea una institución municipal, vemos que es el Estado el que les falla, no les presta el auxilio que necesitan, y piensan y que pueden encontrar en esas instancias” finalizó.

Comentarios

Comentarios

Comentarios

Entradas Relacionadas