Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.-16 de marzo de 2017.-1 El precandidato a una alcaldía de Veracruz, Cosamaloapan, parece tener, tiene ya, los vientos favorables para gobernar durante 4 años. Y en un descuido, y según la ley Duarte, reelegirse durante 16 años más.
Según la última encuesta sobre la tendencia del voto alrededor, ni más ni menos, sobre los apenas, apenitas registrados como aspirantes a la contienda interna, José Tomás Carrillo Sánchez, lleva las de ganar.
La tabla está así:
José Tomás Carrillo, PRI, 43 por ciento.
Jorge Villegas Cázares, MORENA, 30 por ciento.
Raúl Hermida Salto, PAN, 21 por ciento.
Y Juan René Chiunti Hernández, Panal, 6 por ciento.
El ex delegado federal del Instituto Nacional de Migración, ex subsecretario General de Gobierno, ex secretario de Desarrollo Agropecuario, ex diputado federal y ex procurador Fiscal, lleva, entonces, una ventaja del 13 por ciento a su más cercano adversario, de MORENA.
Y en contraparte, lleva un 35 por ciento de ventaja a su enemigo público número uno, Juan René Chiunti, dos veces alcalde, dos veces diputado local y una vez con un fallido operativo para imponer a su esposita como presidenta municipal.
De conservarse la tendencia, Carrillo podría considerarse el sucesor de la doctora Adriana Maass.
Sólo faltará, entonces, cubrir el expediente electoral, efectuar la campaña y esperar la votación en las urnas.
Y es que ante el resto de su competencia, el hijo del mejor reportero cuenqueño, Tomás Carrillo, corresponsal de TV Más en la Cuenca del Papaloapan, tiene una hoja de servicios limpia, sin mancha, para enfrentar las intrigas y las calumnias, propias de una justa electoral.
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La disputa en Cosamaloapan se dará entre el PRI y MORENA de Andrés Manuel López Obrador, el puntero en las encuestas presidenciales.
Y más ahora en Veracruz, cuando el góber azul le dejó la llave abierta a “El peje” para treparse al ring y multiplicar su liderazgo, pues está visto y comprobado que por más y más acusaciones de “corrupto, muy corrupto” que le hagan, los pobres entre los pobres siguen creyendo en su integridad.
En el caso de Juan René Chiunti se trata de un cartucho quemado.
Primero, por el magro resultado como alcalde en el par de ocasiones y que se traduce en la denuncia penal en la Procuraduría General de la República, PGR, con los recursos federales, interpuesta por la doctora Adriana Maass.
Segundo, porque ya fue autoridad municipal y ahora de nuevo la busca, como si el cargo público fuera de su propiedad.
Tercero, porque en la cúspide “del pinche poder” como dice el cuenqueño más ilustre de todos los tiempos (Fidel Herrera Beltrán), pretendió heredar el trono imperial y faraónico a su esposa, y lo que manifiesta el autoritarismo puro.
Cuarto, porque ha estado en el huracán de la duda y la sospecha con sus amistades peligrosas.
Quinto, porque en cada ocasión que ha usufructuado un cargo público ha sido por un partido político diferente y que le merece el récord Guinness de los políticos camaleónicos.
Y sexto, porque con la desaparición, y todo indica asesinato de uno de sus hermanos, lucró con el dolor y el sufrimiento cuando como diputado local en el duartazgo amenazó con formar un bloque de legisladores luchando por la seguridad en Veracruz.
Y de pronto, zas, una conversión moral en que se le tiraba al piso al ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita (preso en el penal de Pacho Viejo), creando la percepción de un pacto oscuro y sucio.
Por eso, entre otras razones, es que Chiunti Hernández lleva por ahora el 6 por ciento de la preferencia electoral como precandidato del Panal.
Nada indica, sin embargo, pueda escalar. Está frito. Tiene el rechazo popular. Más de lo mismo. Y lo mismo se llama desencanto y desesperanza, lo que sembró en su vida pasada.
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La encuesta levantada en Cosamaloapan fue sobre la expectativa de cada uno de los aspirantes, más, mucho más allá de los partidos políticos.
En el caso de Tomás Carrillo, que será del PRI, el tricolor quedó hecho pedazos, talco, polvo en la arena pública por culpa de Javier Duarte, calificado como el político más corrupto del país y asesino, ni más ni menos, que por el presidente del CEN, Enrique Ochoa Reza, con todo y que el dirigente del CDE en Veracruz, Renato Alarcón, se queje de que la yunicidad “nos persigue, nos persigue, nos persigue”.
Y, bueno, dada la encuesta, el también llamado apóstol de los migrantes en el territorio jarocho, aprobó el examen de la simpatía ciudadana con la más alta calificación.
Carrillo Sánchez es originario de Cosamaloapan, de donde nunca, jamás, se ha desligado y siempre es el punto de encuentro en su latido social.
Sus padres viven en el pueblo. Y él siempre está cerca. Y si alguna vez la vida lo alejara, como cuando fue diputado federal, de manera invariable regresaba con asiduidad.
Y un político así camina con la honestidad por delante que en tiempo de tanta corrupción nacional (México en los primeros lugares en el mundo) resulta valiosa y al mismo tiempo, excepcional.
Su liderazgo moral y ético está fuera de duda y constituye una garantía para un buen gobierno.