Luis Velázquez | Escenarios
11 de mayo de 2021
UNO. Suicidados 332 niños
El COVID sirve para muchas cositas, entre otras, para que la Fiscalía General revele que en un año se suicidaron 332 (trescientos treinta y dos) niños, incluso, de 5 años de edad.
A primera vista resulta inverosímil que tantos menores se hayan suicidado únicamente en Veracruz en el primer año del coronavirus.
“Veinte y las malas” a que de por medio existen otras circunstancias y que convierten el caso en un asunto de Estado.
En términos generales, un ser humano se quita la vida cuando ha perdido toda esperanza, está en la desesperación y por ningún lado mira, siente, huele, percibe, una solución pronta, rápida y expedita.
DOS. Exhibido el gobierno estatal
La versión oficial de inculpar a la pandemia se antoja una superficialidad.
En el otro lado de la cancha, resultaría durísimo para el gobierno de Veracruz, incapacidad total y absoluta de la secretaría de Salud, asegurar que 332 niños murieron en un año por el COVID.
Y de ser así, entonces, las familias habrían perdido toda la confianza en la autoridad.
TRES. Población infantil sana
Significaría, entonces, que a partir de marzo del año 2020 a marzo del año 2021 un aproximado de 24 (veinticuatro) niños se habrían suicidado en Veracruz mes con mes.
De entrada, ¡qué valientes! Y lo que, claro, manifiesta el grado de angustia y desesperación que vivían.
Segundo, digamos, la desatención de los padres.
Tercero, la distancia emocional de los profesores de las escuelas primarias y secundarias, incluso, de la preprimaria pues hay niños suicidas de 5 años.
Cuarto, el gobierno de Veracruz más ocupado en otros menesteres que en el crecimiento y desarrollo sano de los menores.
CUATRO. Gran fracaso social
El dato de la Fiscalía (alcalorpolítico) es duro y rudo. Abrumador, por el número de niños suicidas.
Y significa el gran fracaso social.
Sicólogos, terapeutas, sociólogos, padres de familia, sacerdotes, con mayor experiencia en el estudio y conocimiento de los niños aproximarían razones de peso y con peso.
Por ejemplo, en el caso de niños de diez años suicidados bien pudiera deberse, entre otras cosas, al divorcio de los padres, pues ni modo de escribir que un niño de 5 años se quitó la vida por un desamor, una desilusión.
CINCO. Parejas arruinadas
La historia demuestra que en el caso de los divorcias la pareja arruinada por lo general piensa primero en ellos, después en ellos y al último en ellos.
Y si tiempo y espacio les resta, entonces, miran a los niños en el centro del ring y en la gran disputa por la titularidad.
Más terrible cuando y con todo el amor del mundo los niños se quedan con los abuelos o los tíos y que por más cariño que puedan dar nunca, jamás, será igual que al lado de los padres, todos viviendo en la misma casa.
SEIS. Hora de prender las farolas
La tendencia suicida de 332 niños en Veracruz en un año y más allá del pobrecito COVID prende la farola popular.
Algo está fallando en la política social.
Peor, si la Fiscalía General “se lava las manos” y culpa a la pandemia del desastre humanitario que se está viviendo de norte a sur y de este a oeste de la tierra jarocha.
Terrible, imaginar a un niño en la víspera, unas horas antes, de suicidarse.
La más canija, dura, sombría y espantosa soledad. La soledad de adentro, que es la peor. La soledad de fuera, que lleva a la incertidumbre. El ser humano, sin razones para seguir viviendo.