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Reynaldo Escobar, el exfiscal de Veracruz, se reinventa: de político a escritor

El Piñero

Luis Velázquez

 

Uno. Libro de Reynaldo Escobar

 

Reynaldo Escobar Pérez vive un nuevo ciclo. De político que cumplió sus expectativas, 16 años ininterrumpidos en la vida pública, a escritor. Anoche presentó su primer libro en Xalapa. Se llama “Agenda política”. Es la mirada con su experiencia sobre Veracruz y el país. El tiempo que se vive. El tiempo que se vivió. El tiempo que vendrá.

Académico de la Universidad Veracruzana durante veinte años, incluso líder del FESAPAUV, la cátedra en el salón de clases, formación teórica y práctica, se conjuntan ahora para publicar todos los días un artículo político. Son los años de experiencia que tanto cuentan.

El último cargo desempeñado fue como Procurador de Justicia en el duartazgo. Y por fortuna, renunció a tiempo. Fue cuando Javier Duarte se le fue encima de manera irracional por el caso de los 36 cadáveres tirados en el paso a desnivel de la avenida Ruiz Cortines, en Boca del Río.

Marcó su raya y, bueno, el mundo ya sabe la manera en qué terminó Duarte. Preso en una cárcel militar de Guatemala durmiendo en una cama de piedra con música de Cuco Sánchez de fondo.

Ya desde la función pública, Reynaldo escribía. Cada tarde, solía teclear él mismo la editorial publicada en el periódico que tuviera y dirigiera de nombre “Tinta jarocha”.

El diario aquel, con vida efímera, quedó como una experiencia más en su vida. Pero cuando un hombre huele la tinta de un periódico y como en su caso, participa en el día con día en el proceso editorial, la tinta vuelve adictivo. Y el periodismo, nunca, jamás, se deja.

Así, y en la mejor tradición de la literatura periodística, fue guardando sus artículos publicados que ha revisado, corregido y aumentado, y se ha traducido en un primer libro.

Pero…, su archivo alcanza para dos o tres libros más, con textos vigentes, donde se ocupa de los momentos estelares del país y de Veracruz, con la mirada en perspectiva.

 

Dos. El albañil de la palabra

 

En el camino al Gólgota de la política, Reynaldo dejó el salón de clases de la UV en la facultad de Leyes y se retiró para meterse de lleno a la tarea pública, y en donde como pocos políticos, durante casi dos décadas, la química del buen karma.

De pronto, zas, la tarea estaba cumplida y a plenitud, porque el desempeño fue universal. Diputado (legislar), presidente municipal (el servicio público), secretario General de Gobierno (jefe del gabinete político) y Procurador (la impartición de justicia).

Antes, estuvo a cargo del servicio público más limpio y puro de un Ayuntamiento concitando la participación en la gestión social.

Entonces, cuando su embarcación llegó al Gólgota, guardó la distancia prudente, tan recomendada, para el parteaguas y el deslinde, y desfogó su otra vocación. El periodismo opinativo. El artículo.

Incluso, hasta tiempo le dio para grabar un disco con los boleros que tanto le gustan y que las amas de casa en Xalapa escuchaban con tanto frenesí.

Retirado por completo de la política-política, todos los días, como un orfebre de la palabra, como un albañil que teje y desteje la realidad, empuja la carreta escribiendo.

Primero, lee libros. Segundo, lee periódicos. Tercero, navega en Internet checando los periódicos del país y del mundo. Cuarto, se da el tiempo suficiente para el análisis. Y cinco, escribe.

Bastaría referir que algunas voces, tribus, grupos, grupitos, etcétera, han llamado a su puerta para regresar a la política-política y de forma amable y atenta, ha dado las gracias.

“Mi círculo está cerrado”, dice. Y mira para adelante en el nuevo día que comienza.

 

Tres. De todo y para todos los gustos

 

En el libro desfila como en un carrusel de caballitos la agenda política. Mejor dicho, la vida pública con sus claroscuros, soñando, en la mejor tradición liberal, con un país más justo y más libre y que ha sido la vieja y legítima aspiración en todos los tiempos.

Igual que tantos otros, sueña. Y sueña, con todo y lo que pudiera decirse, con autoridad moral, porque en el desempeño siempre privilegió el diálogo y los acuerdos, aun cuando, claro, en los últimos siete, ocho años, tuvo un jefe superior… que ha de respetarse mientras se esté a su lado.

Un día, a los ocho, nueve meses del sexenio anterior, sintió el exceso y el abuso en los mandos y entonces, simple y llanamente, renunció. Se fue del gabinete. Nunca lo despidieron. Marcó una raya. En defensa de su verdad. Pero más aún, en nombre de su dignidad.

Esa dignidad es la que se huele y respira en el libro que ha publicado.

Otros más vendrán.

En la Roma antigua, luego de la intriga palaciega, Marco Tulio Cicerón fue depuesto y se retiró a la vida privada, olvidando a los traidores y desleales, a quienes tanto había impulsado.

Pero su vida privada fue pública, porque entonces, se puso a escribir. Y sus libros, con una autoridad moral fuera de serie, tratados de política y filosofía aún vigentes.

Se refiere el pasaje anterior, porque en vez de jubilarse para tender camas en su casa y vivir del pasado, Reynaldo Escobar rinde cuentas todos los días en la prensa escrita y digital sobre su mirada del mundo.

Sus letras son una lucecita en el largo y extenso túnel que vivimos. Puntos de referencia. Tablas de salvación y que como en la viña del Señor, hay de todo y para todos los gustos.

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