PIÑADERO│Editorial
Oaxaca, México.- El gobierno de Raymundo Rivera cumplió 73 días. Una administración bebé, que empieza a gatear, a balbucear, a entender que ser vendedor de esperanzas no es cosa fácil y que el espectro social comienza a complicarse al no ver resultados en su mínima expresión.
El pueblo de Loma Bonita votó por el cambio, por un gobierno comprometido, alejado de esos vicios que encumbraron a unos y empobrecieron a otros. Votó en rechazo al gobierno de cuates, de familia. Votó por el progreso.
Hasta el momento, el ejercicio gubernamental está paralizado, sin resultados tangibles. No hay obras, no hay empleos, no hay más que una conducta de simulación que comienza a desesperar al elector, al que le prometieron trabajo, asistencia social permanente y trato diferente.
En campaña, Raymundo Rivera prometió regresar el programa alimentario mensualmente –que estableció Felipe Reyes— sin embargo, los días corren sin que se sepa cuando se volverá a activar.
Lo peor es que sus regidores, la añeja pandilla del PRI, ni siquiera lo respaldan. Ni una sola voz se ha manifestado para explicar al pueblo el inicio torcido de la administración.
EL DICTADOR DE LA POLÍTICA SOCIAL
Por el contrario, se han convertido en huéspedes del palacio, donde toman decisiones a conveniencia personal, desde la adjudicación de obras hasta el control y manejo de la política interna, como lo ha demostrado, a puño y presión, Nahúm Blanco, el nuevo dictador de la política social.
Y como prueba de lo anterior están las elecciones en colonias y comunidades de la ciudad, en donde azuzó, a base de presiones e intimidación, choques para hacer ganar a personas afines al gobierno y así establecer control político.
Por ello, la comunidad de La Soledad se alzó en protesta y en marcha pidió a Raymundo Rivera realizar elecciones apegadas a la legalidad y no sujetadas con argucias, reprobando así el mecanismo de control que pretenden implantar.
Esta forma de hacer política no es nueva. Así la ejercía Nahúm cuando fue tesorero municipal cuyas prácticas indebidas lo llevaron a pisar la cárcel y que, ahora con menos poder, intenta llevar a cabo para perseguir nuevos propósitos.
Lo cierto es que si Raymundo Rivera no asesta el manotazo de autoridad, su gobierno se le saldrá de las manos a tal grado de repetir otro “Lagunazo”. Al tiempo.