*Días después de la masacre, Cuitláhuac García fue a Coatzacoalcos, se compró una agua fresca, pero no se reunió con familias
*Deudos causan que no les han pedido pagar las facturas por gastos funerarios
*Breve historia de Xóchitl Nayeli Irineo Gómez, era bailarina del Caballo Blanco, madre soltera y cursaba derecho
*Su madre, otra víctima indirecta, espera que las autoridades pronto le den la cara
Por IGNACIO CARVAJAL
Son las once de la mañana y América del Carmen Gómez Ortiz entristece porque su nieta de 2 años lleva varios días sufriendo por resfriado y no tiene dinero para el doctor ni medicina. Además, desde hace 21 días se quedó sin gas en casa y no tiene dinero para recargar el cilindro
Son los mismos días que su hija, Xóchitl Nayeli Irineo Gómez, lleva de muerta, ella fue una de las 30 víctimas que dejó el atentado mortal en el bar el Caballo Blanco, el pasado 27 de agosto.
Desde entonces, casi a diario, América del Carmen pide informes a la Comisión Estatal de Atención a Víctimas, la misma que, como encargada de despacho, encabeza Brenda Cerón Chagoya.
Constantemente envía mensajes a los responsables de esta gestión en Xalapa, y siempre le contestan lo mismo, burocracia y más burocracia para regresarle 4 mil 200 pesos que ella gastó para costear el funeral de su hija.
Pese a las suplicas y el batallar reiterado de esta mujer a los encargados de ese tema en la capital, no le han podido pagar ese dinero que hoy lo necesita para cubrir necesidades básicas y curar a la huérfana.
Xóchitl Nayeli Irineo Gómez, de 24 años, era bailarina en el Caballo Blanco, y lo que ganaba lo empleaba para pagarse la escuela y mantener a la familia.
La joven cursaba el cuarto semestre de la carrera de Derecho, que estudiaba los fines de semana.
Era su ilusión salir adelante, darle una vida digna a sus hijos y pagarse la carrera para después conseguir un trabajo menos riesgoso.
Xóchitl Nayeli Irineo Gómez no era bailarina de planta en el Caballo Blanco, cuenta su mamá.
Ella viajaba fuera de la ciudad para ganarse el dinero lejos de Coatza, donde creía que había mayores riesgos.
Ese día le tocó bailar en Caballo Blanco pues no tuvo opción, pronto entraría uno de sus hijos al colegio y necesitaba estar presente por cualquier pendiente en la escuela, ya que su mamá también cuenta con un hijo menor de edad al que cuida y debe procurar.
América del Carmen Gómez Ortiz se dice decepcionada por la forma en que las han tratado las autoridades. Hoy, a 21 días de la tragedia, por ejemplo, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, no se ha reunido con las víctimas.
En ese tenor, la atención que pueda tener el personal de Brenda Cerón, organizadora de banquetes metida a gestora de derechos humanos, le parece justamente al mismo nivel de si jefe.
Durante su última visita a Coatzacoalcos, el mandatario paseó por la zona centro de la ciudad flanqueado por el alcalde, Víctor Manuel Carranza Rosaldo.
Escoltado por personal de seguridad, se dio espacio para disfrutar de una agua fresca en la paletería Zamora, pero no tuvo tiempo ni agenda para visitar a las víctimas de Caballo Blanco.
“Si lo tuviera en frente le diría al gobernador que ¿para eso querías ganar?, para que Coatza fuera la ciudad más insegura, para que hubiera más víctimas.
“Le cuestionaría si ese es el cambio que esperaba para Veracruz, pues siempre dice que no pasa nada porque claro él tiene segura la comida, la chamba, dinero y sus guardias que le cuidan la espalda”, cuestionó la afectada.
América del Carmen Gómez Ortiz reconoce que hasta hora, los pocos apoyos que ha recibido del gobierno, han sido por parte de la oficina de Gobernación en el municipio, que le mandó vasos, café para el velatorio, y liberó los trámites del panteón y actas.
Una agencia funeraria de Minatitlán, como a los demás deudos, le donó el cajón. Ella tuvo que pagar el servicio, 4 mil 200 pesos en total que no han sido reembolsados por el gobierno del estado.
Durante años -recuerda- fue promotora de campañas políticas, ayudó a hombres públicos en la ciudad a detentar puestos y cargos en el poder.
Lamentablemente, de esos andares, han sido pocos los poderosos quienes le demostraron su afecto durante la tragedia familiar.
“Debo reconocer que fue la gente, la gente de abajo, muchos a quienes ayudé, y con quienes trabajé de promotora, los que me ayudaron a salir del aprieto en esos días.
Nunca pensé que la vida me iba a regresar un poco de lo que yo di a esa gente humilde”, recuerda con nostalgia desde la casa donde velaron a su hija, en la ampliación Fertimex, un sector popular de Coatzacoalcos con altos niveles de marginación y criminalidad.
“Hay muchas personas que creen que nos han dado el dineral por parte del gobierno, es mentira, es la fecha en que no me pueden pagar 4 mil 200 pesos de los servicios funerarios”, dijo.
ADIÓS XÓCHITL NAYELI
América del Carmen Gómez Ortiz atesora nítidamente los últimos momentos con su hija:
“Ella me dijo que quería comer tortillas a mano con frijoles, salsa y chicharrón, yo le dije que ya estaba muy gorda, que no le iban a quedar sus trajes de bailar, pero ella insistió, me dijo que le preparara eso, que luego se iba a poner a dieta para no descuidarse.
Pues se lo hice, después me dijo: mamá, ¿verdad que me vas invitar mi coca, una bien fría? y se la mandé a buscar. Fue uno de los niños, trajo una grande para todos.
Ella andaba con su carita triste, no sé qué presentía, pero andaba con la mirada baja. Ya por la tarde noche, que llegaba el chofer del taxi de confianza a buscarla, se paró a medio patio, sosteniendo su maleta con ropa en una mano y la cosmetiquera en otra, yo la vi medio triste y le dije que no fuera a trabajar si no quería; total, ahí había frijoles para comer”.
“No mamá, sí me voy a trabajar para comprarte tu tanque de gas y para la comida; fue lo último de ella, hora después me dieron su cuerpo lleno de arena, tierra y mugre”.
“Yo estoy convencida de algo: mi hija no vendía drogas ni andaba en nada de eso, ella estuvo en el lugar y la hora equivocada”.