La Reserva Federal alerta de que la adicción a los opiáceos y las muertes por sobredosis explican por qué los jóvenes trabajan menos.
La principal causa de muertes en Estados Unidos entre los ciudadanos con menos de 50 años de edad no es el cáncer, el suicidio, los accidentes de coches ni la violencia por armas. Son las drogas. Las consecuencias de la adicción llegan hasta el punto de trastocar la lectura del dato de paro a la baja. Es la gran paradoja de este drama. Como explica la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, la mayor autoridad económica del país, el abuso de estupefacientes explica por qué la población activa se reduce.
Yellen hizo este razonamiento a raíz de la pregunta de un senador en la que le pedía le ayudara a entender la discrepancia que hay entre los puestos de trabajo vacantes y el ritmo actual de contratación. Es un asunto que genera gran debate. Dijo, por ejemplo, que la industria manufacturera tiene dificultad para dar con aspirantes con la preparación adecuada para desempeñar sus funciones. Otro argumento es que los que están formados no se moviliza porque los salarios son bajos.
También se relaciona con el envejecimiento de la población y la llegada de la oleada de jubilaciones entre la generación del baby-boom. La tasa de participación laboral en EE UU rondaba en junio el 62,8%. Está a nivel de los años 1970. Si sale más gente de la que entra, el paro baja. Está en el 4,4%. Este nivel, añadió Yellen, “refleja una amplia variedad de tendencias adversas como el avance tecnológico o la deslocalización de empleos de clase media”.
La presidenta de la Fed, conocida por tener una sensibilidad especial hacia las cuestiones sociales que afectan a la economía, introdujo en ese momento otro argumento. En su comparecencia esta semana ante el Senado explicó que otro de los motivos que explican por qué la tasa de participación esté al nivel de hace tres décadas es por la crisis por la adicción de los jóvenes en edad de trabajar a los opiáceos.
Por tres razones. Por un lado, el consumo de drogas provoca que los jóvenes abandonen sus estudios y no se formen. Por otro, los adictos se apartan del mercado laboral. Y por último, debido al alto índice de suicidios por las depresiones y las muertes por sobredosis. La epidemia, añadió, golpea especialmente a comunidades que ya sufren serios problemas económicos y que se sienten desplazadas.
Espiral insólita
Las estadísticas que maneja la Fed, indicó, reflejan que muchos jóvenes en edad de trabajar no participan activamente en el mercado laboral por el consumo de medicamentos con receta y opiáceos. Es más, señaló que el incremento de muertes que se está observado es “extremadamente insólito”. “EE UU es la única nación avanzada en la que hemos visto algo así”, señaló, “es un problema desgarrador”.
Los opiáceos se calcula mataron el año pasado a cerca de 60.000 personas en EE UU. Las estadísticas más recientes indican que 1,3 millones de personas necesitaron asistencia médica en 2014, de acuerdo con los datos más recientes. Es el doble que en 2005 y sigue creciendo. “La crisis de las drogas está interactuando de manera devastadora para las comunidades afectadas”, concluyó.
La cuestión, como añadió el senador Joe Donnelly, demócrata por Indiana, “es muy seria porque tiene consecuencias reales en la economía y en las oportunidades de empleo”. Janet Yellen asintió pero admitió que no está en condiciones de decir si esta crisis “es causa o síntoma de una anomalía económica”. Si dijo que es partidaria de crear programas de formación para los que se sienten desplazados.
La senadora Catherine Marie Cortez Masto, de Nevada, agradeció que la presidenta de la Reserva Federal pusiera tanto énfasis en esta cuestión. El suyo es otro de los estados más afectados por la epidemia, que castiga especialmente a las personas en un grupo de edad entre los 25 y los 44 años. “El efecto en nuestra economía es enorme”, valoró la demócrata ante la que se considera la peor crisis desde los años 1980.