Por: Yolanda Portugal/Misión Especial/ El Piñero de la Cuenca
Istmo de Tehuantepec.- Adela Antonio Luna tiene 74 años de edad, habla Mixe y apenas domina la lengua nacional, como ellos le llama al español; camina con nosotros, sin embargo, ella va descalza, arrastrando las enaguas y portando una blusa bordado a mano. Ella es una de las víctimas que aún no son parte de la estadística oficial del terremoto de 8.2 grados que azotó la región del Istmo, hace ya 96 horas.
Con la mirada firme, ha visto pasar toda su vida en la agencia de Piedra Blanca, municipio de San Juan Guichicovi, no obstante, aquella noche del jueves 7 de septiembre, la tierra la levantó, alcanzando a escapar de donde dormía, sólo para ver como su cocina, la casa que recién había construido y una más donde vivió casi 50 años, colapsaban.
Mientras señala lo que queda de su hogar, las mujeres más jóvenes ayudan a Adela traduciendo su relató de cómo vivió el uch (como fonéticamente se escucha temblor en Mixe), mientras que ella con su mirada nos dice que lo ha perdido todo y que nadie ha venido a ayudarlos.
Nos cuenta que su cocina y su horno, donde hornea totopos, construidos con adobe y carrizo se desplomaron ante sus ojos, y es por ello que tiene más de tres días sin hacerlos, y eso ha mermado su economía y no sabe qué hará porque ha perdido su hogar, su fuente de trabajo y también parte de su historia.
Precisa que, además de a venta de totopos, sobrevive con el apoyo de 65 y más, pero no le va alcanzar para volverse a hacer otra casa y otro horno, es por ello, que nos insiste en que tomemos fotografías de su casa, su cocina, para que así su desgracia sea nuestra desgracia y con ellos logremos un grito de auxilio poderoso.
Como ella al menos otras veinte productoras de totopos, que los venden a pie de carretera que une al golfo de México con el golfo de Tehuantepec, perdieron sus hornos y con ello el sustento de sus familias; todas piden desesperadamente que alguien del gobierno voltee a ver a Piedra Blanca, donde tal vez no hubo un escenario dramático, pero los más afectados como en muchas ocasiones son los que menos tienen.
Ante el grito de auxilio en Mixe o lengua Nacional, una camioneta del gobierno municipal llegó a repartirles a las personas que pudieron pernoctar y hacer guardia en la galera de la agencia municipal, un plato de sopa y medio litro de agua que llevan a su casa, donde será compartido entre cinco personas o tal vez más, quienes seguirán medio durmiendo con la pregunta en el aire, ¿cuándo volverá a temblar y les arrebatará lo poco que queda en pie?