- Consulta a la base
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Lillián Zepahua García ya soltó el tigre priista con mucha temeridad. Soñando, quizá, con la utopía democrática. ¡Pobrecita! Encargada del despacho, ha anunciado que la elección del presidente del CDE será por consulta a la base. Una consulta que siempre ha desencadenado huracanes. Insuperables fracturas partidistas. El ADN tricolor es autoritario. “De todas… todas”.
La resurrección del PRI con el mismo viejo método dinosáurico. Las tribus que se vuelven hordas. El billete por delante. El dedazo. La aplanadora. Y aun cuando así es la política, en el caso, sucia estrategia.
PASAMANOS: Una de las consultas populares imborrables por fatídicas fue en el sexenio de Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980.
El CDE del PRI de Gonzalo Morgado Huesca, aliado con Miguel Ángel Yunes Linares, seis cargos públicos en aquel sexenio, impusieron a su entonces amigo, Juan Herrera Marín, como candidato a presidente municipal de Córdoba ante el contendiente Dante Delgado Rannauro.
La noche de la víspera los delegados a la consulta popular fueron concentrados en un hotel de Martínez de la Torre. Cena principesca con carnes de la región, licor y vino y trabajadoras sexuales importadas de Xalapa y Córdoba. Todas, trasladadas en un autobús de pasajeros.
Al día siguiente, los delegados, felices y agradecidos, votaron por Juan Herrera.
Y la fractura interna fue desastrosa. El PRI en Córdoba fragmentado.
CORREDORES: Una consulta a la base es cien por ciento manipulable. Gana, claro, el que tenga el billete por delante, pues, y por añadidura, tiene el poder.
Dinero, ya se sabe, mata meritocracia. El prestigio y la trayectoria pública, arrasadas por el dinero corriendo en las cañerías de la política.
Pasiones enconadas fuera de control.
En realidad, un estercolero. En el mejor pragmatismo político. La compra de lealtades. El ofrecimiento de cargos públicos. La alianza de los líderes y caciques.
BALCONES: El consejo político del CDE del PRI efectuado el domingo 24 de febrero otorgó un plazo de sesenta días para integrar una planilla de unidad.
De lo contrario, la elección abierta, así también llamada la consulta popular.
Y en el parloteo político y en la cancha partidista afirman que el único con billete es el aspirante Marlon Ramírez, regidor en el Ayuntamiento panista de Veracruz… que poderosos padrinos y madrinas ha de tener.
En tanto, el resto de los suspirantes, trece en total, relamiendo sus limitaciones. Incluso, apostando a su pasado que enaltece. En realidad, quizá, “nacidos para perder”.
PASILLOS: Durante un tiempo, el PRI suspendió la consulta a la base para elegir candidatos. Mucho encono, demasiadas roturas.
Para qué tantas pasiones desbocadas como caballos en el carril en tiempo adverso.
Gran cabildera fue, sin embargo, la Malinche. Políglota (hablaba maya, náhuatl y español), pasaba días y noches cabildeando entre los indígenas y los caciques y sus asesores políticos para conocer el estado social.
Luego, resumía los hechos e informaba a Hernán Cortés y Cortés tenía una visión general y particular para tomar la siguiente decisión.
Tal ha de ser, entre otras cositas, una consulta a la base. Pero ni los priistas, ya se sabe, miran la tempestad, y soberbios, nadie se hinca.
Con todo y la espantosa derrota del 1 de julio del año anterior, siguen creyéndose paridos por los dioses.
VENTANAS: Método para incluir, la consulta a la base excluye.
Feroz pelea sórdida y siniestra por el poder, la vida pública oscila entre la espada y la espada. Es decir, entre la democracia y el totalitarismo.
Autoritarios, con tantas derrotas de un jalón el mismo día, ahora, vaya paradoja, una que otra elite priista acepta los abusos y la asquerosa corrupción cometida durante tantos sexenios.
Y en rara y extraña conjunción, la mayoría proclama que es la hora de cambiar, en tanto están velando el cadáver del tricolor en los pasillos del búnker partidista.
PUERTAS: El PRI, sin embargo, fue derroto desde adentro y luego en las urnas.
La prepotencia y la exclusión de las elites dueñas del partido cada sexenio con el reparto del pastel, el billete fácil, los cargos públicos, los bienes, la vida palaciega, las barbies y la impunidad.
Ahora, se dan golpes de pecho en un PRI que todavía es monolítico como el caso de que cada sexenio se reinventa.
El duartazgo. El fidelato. El alemanato. El chirinato. Etcétera.
Soberbios, nunca escucharon a la militancia, mucho menos el sentir popular.
Les valía, hijos de Huitzilopochtli. Solo querían sacrificios humanos.
CERRADURAS: Los priistas, habituados a tener un gurú, un tlatoani, en la presidencia de la república, desde el año 2000 quedaron huérfanos. Sin rumbo. Se repusieron doce años después y repitieron la misma cultura autoritaria. Soberbia y corrupción, hermanas gemelas, como en el circo popular, inseparables.
Y el Peñismo los hundió en el precipicio vertiginoso sin final.
Antes, nunca supieron de acuerdos. Unos a otros practicaban la antropofagia.
Carnívoros, carnívora serán en la consulta popular anunciada por Lillián Zepahua.
Ella ya cumplió. Y se irá.
Y aun cuando, carnívora también, ADN priista, en su último discurso tronó contra su antecesor, Américo Zúñiga Martínez, asegurando que encontró “un partido apagado, inactivo y sin movimiento, con muchos problemas”.
Los demonios siempre han estado sueltos en el priismo. Y la mejor química para darles vida eterna es la consulta a la base.
Simple maquillaje democrático. Ajá.