Luis Velázquez
Veracruz, México.- Uno. El divorcio fingido
De acuerdo con el biógrafo, entre Karime Macías y Javier Duarte hay lazos químicos indestructibles.
Y, por tanto, pensar en un divorcio real es ficción.
Y el anuncio de la separación es una treta jurídica, dice el que sabe.
Por ejemplo, en el sexenio, todo, todo, todo… aguantó Karime a Duarte, de igual manera, digamos, como Hilary Clinton a Bill Clinton con Mónica Lewinsky, casi casi Jacqueline Kennedy con John F. Kennedy y Marilyn Monroe.
Vida privada que fue pública y notoria, una Barbie dijo un día a Duarte:
“Demuéstrame que me quieres y llévame a un bar”.
Y la llevó al Barecito, y luego, ante la insistencia, a “La cantinita”.
Entonces, Duarte habló por teléfono a Nacho Gómez para que los acompañara.
Cuando llegó le dijo:
“Tú te encargarás de que nada le falte”.
Y nada le faltó a la Barbie aquella, al grado tal que hasta un cargo público le dieron y dos, tres cargos públicos más para las amigas.
Otra Barbie llegaba hacia el mediodía al CDE del PRI y solía decir, orgullosa y festiva:
“Anoche Javi me dijo…”.
Otra pedía dinero y le daban y pedía un cargo público y se lo daban y en aquel tiempo sólo le permitió un besito.
Y a otra le dio varios cargos públicos, incluida una derrota, tiempo cuando se fue a la yugular de “los enanos del tapanco”.
Y todo, todo, todo aguantó Karime.
Por eso, el biógrafo “se corta las venas” y asegura que el anuncio del divorcio constituye un entuerto jurídico.
Quieren salvar el patrimonio, dice.
Y es que como en la mejor telenovela de amor quedaron unidos, ahora sí, “hasta que la muerte los separe” como escribió Melchor Ocampo en su epístola, tiempo de Benito Juárez refugiado en Veracruz y en que cumpliera años y los jarochos llevaran serenata al presidente de la república.
Dos. La Cleopatra jarocha
Karime, claro, mandó en el duartazgo. Ejerció el poder que le confiere la biblia y la leyenda griega (Helena la de Troya, Cleopatra) a las esposas.
Ella misma lo escribió en su diario y cincuenta veces en una página: “Merezco abundancia, merezco abundancia”.
Por eso, en el ranchito “Las mesas” en el Valle de Bravo sus caballos de carrera, amazonas que era, con una alberca para los caballos y un hospital, qué caray.
Y los 190 cuadros pictóricos, entre ellos, de Diego Rivera y Botero, en el rancho “El faunito”, de Fortín.
Y el uso del avión oficial para viajar a la Ciudad de México y darse manicure y pedicure con la mejor estilista del país.
Sus clases de yoga con el conductor de Televisa.
Parte de la familia en cargos públicos.
Los vientos súper favorables para el padre.
Las propiedades en Veracruz, la Ciudad de México, Estados Unidos y España.
Etcétera.
Amores así… nunca mueren, decía aquel.
Y si durante muchos años, cuando casaron, vivían en un departamento en el DF donde el único lujo era que varias noches en el transcurso de una semana, Fernando Charleston junior llegaba con su guitarra para cenar y tocar la guitarra con canciones de José José, tiempo, digamos, de precariedad, la Decena Trágica de Veracruz (del año 2004 al 2016) fortaleció a la pareja.
Y si hoy están viviendo el infierno después de haber ascendido a la gloria, la química entre ellos los vuelve invencibles.
Ya pasaron varias pruebas de la vida juntos y salieron ilesos.
El divorcio, entonces, es una ficción y que, incluso, hasta pudiera considerarse en un guión telenovelero, conscientes, como reza la sentencia bíblica, de que “lo que Dios unió jamás será destruido”.
Nunca Jack se divorció de John Kennedy. Tampoco Hillary se ha separado de Bill Clinton. Menos, mucho menos, Karime de Duarte.
Tres. Tres hijos se anteponen
Cierto, el divorcio forma parte de la vida. Es como el día y la noche. El dolor y la alegría.
Según la estadística, el mayor número de divorcios se está dando en las parejas jóvenes que sin experiencia ni fogueo, mesura ni prudencia, juntan sus vidas y truenan a la primera de cambios.
En el caso de Karime y Duarte se entendería que intentan salvar su patrimonio (“haiga sido como haiga sido”), y más, porque si a él le pronostican unos treinta años de cárcel significaría que también le quitarían sus bienes.
Así, y como se estila, él cedería su parte en los bienes mancomunados a sus hijos, nombraría albacea a ella, Duarte (en todo caso) cumpliría la condena y la familia estaría a salvo en materia económica.
La ley lo permite y ellos lo estarían intentando.
Son tres hijos que con todo lo que está pasando… necesitan los padres de igual manera pensar en el futuro.
Y pensar en el futuro de manera fría y cerebral, sin frasecitas filosóficas ni tampoco barba crecida ni casquete corto ni desplantes ansiolíticos ni ojos de loco desorbitado y depresivo.
El biógrafo se corta la yugular si tal divorcio (de darse) es real.