Internacional
Ricard González
México.- Las fuerzas de seguridad egipcias sufrieron un nuevo zarpazo a manos de la insurgencia de inspiración islamista que azota el país desde verano del 2013. Según fuentes de Interior citadas por la agencia Reuters, hasta una treintena de agentes murieron el jueves en el Oasis de Baharía en el transcurso de una operación antiterrorista, y al menos una decena resultaron heridos. Sin embargo, fuentes citadas por el canal árabe de la cadena BBC elevan la cifra a 53. Asimismo, también habrían fallecido varios de los militantes, si bien hasta ahora no existe una balance oficial de víctimas.
El oasis de Baharia, situado a más de 350 kilómetros al sureste de El Cairo y pertenenciente a la provincia de Giza, es una zona de tránsito por parte de traficantes de todo tipo de productos, incluidas armas, que entran ilegalmente en el país desde el polvorín libio. Sin embargo, aún habiendo servido de refugio para algunas células terroristas, nunca había sido escenario de una batalla de tal envergadura. La zona es también un punto de interés turístico. Fue en esta región donde Ejército egipcio cometió un trágico error al confundir un convoy de turistas mexicanos con una de terroristas en septiembre del 2015. Como consecuencia del bombardeo, murieron 12 personas.
Según un comunicado del Ministerio del Interior, un escuadrón de la policía pretendía irrumpir en un escondite terrorista emplazado en una zona montañosa cuando los militantes abrieron fuego, iniciándose un feroz tiroteo que se prolongó durante varias horas, hasta bien entrada la noche. De hecho, los agentes desplegados tuvieron que pedir refuerzos tanto por tierra como por aire para poner fin a las hostilidades. Los milicianos se hallaban armados hasta los dientes, y en sus ataques utilizaron también explosivos. Durante toda la noche, efectivos del Ejército peinaron la zona en busca de posibles terroristas huidos.
De acuerdo con varios medios locales, la Policía creía que en el escondite se hallaban miembros del Movimiento Brazos Armados-Hasm, un grupo que empezó sus acciones armadas en verano del 2016, y que se considera que está formado por disidentes de los Hermanos Musulmanes. Este movimiento islamista gobernó Egipto durante un año, hasta ser desalojado del poder con un golpe de Estado. Los expertos sostienen que se han producido fuertes discrepancias en el seno de la organización. Mientras que los líderes abogan por la lucha no violenta, algunos de sus miembros más jóvenes habrían tomar las armas, creando grupúsculos como Hasm.
Sin embargo, el diario electrónico Madamasr apuntaba que el grupo detrás del ataque podría ser Soldados del Califato, una rama del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) que opera en el valle del Nilo y que perpetró los brutales atentados de la pasada Semana Santa contra dos iglesias. La milicia yihadista es el más mortífero de la variopinta constelación de grupos armados que han atentado en Egipto desde 2013. Además de Soldados del Califato, cuenta con otra filial en la península del Sinaí: Wilaya Sina.
Es precisamente en esta inhóspita región, fronteriza con la franja de Gaza, donde el Ejército egipcio ha padecido los atentados más sangrientos. De hecho, el Sinaí se ha convertido en una auténtica zona de guerra. El hecho de que por primera vez se haya realizado un ataque de gran envergadura en el valle del Nilo es toda una muestra del fracaso de la política de tierra quemada aplicada por el mariscal al Sisi. El actual presidente prometió durante la campaña electoral de las elecciones presidenciales del 2014 neutralizar rápidamente la insurgencia gestada tras su golpe de Estado contra el presidente islamista Mohamed Morsi.
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