Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz 15 de julio de 2017 Uno. Alberto Silva, en la mira
Desde hace ratito, la yunicidad se la tiene cantada al diputado federal, Alberto Silva Ramos. Su destino ha de ser el penal de Pacho Viejo, igual que María Georgina Domínguez Colio, igual que Arturo Bermúdez, Mauricio Audirac, Francisco Valencia, Flavino Ríos (en su momento), César del Ángel, Augusto Morando e Isaías Alonso Salas.
“El cisne” está en la mira.
Primero, acusado de millonario desvío en los recursos oficiales asignados a la dirección de Comunicación Social (mil quinientos millones de pesos), aun cuando todo indica que también le siguen la pista en la secretaría de Desarrollo Social, en la presidencia del CDE del PRI y en la presidencia municipal de Tuxpan, los cuatro cargos ocupados en el duartazgo, carrera meteórica.
Y segundo, porque el año anterior, de los duartistas fue el más furibundo en contra de Miguel Ángel Yunes Linares, crucificado en las redes sociales.
¡Vaya destino!
En un dos por detrás, de perseguidor a perseguido.
Del paraíso al infierno.
De la gloria a la pesadilla.
Del poder y el poder absoluto al desafuero y a la antesala de la cárcel, aun cuando, claro, claro, claro, Antonio Tarek Abdalá la libró y podría, digamos, ser su caso.
La Fiscalía le ha integrado un documento de quince cuartillas para solicitar el juicio de procedencia y el desafuero, acusado de abuso de autoridad, incumplimiento de un deber legal y coalición.
Dos. Tantos años echado para adelante…
Nunca pensó ni visualizó ni creyó ni menos, mucho menos, sintió, con tanto alarde que solía hacer de su conocimiento histórico de Jesús Reyes Heroles, su paisano, que Yunes Linares ganaría la elección de gobernador.
¡Tan echado para adelante que anduvo tantos años!
El ideólogo de Javier Duarte, tendido al piso de Vicente Fox Quesada, de quien alardeaba su amistad.
Y al piso del intelectual Jorge Germán Castañeda, a quien llevara a Tuxpan en su tiempo edilicio, y del reportero Joaquín López Dóriga, a quien homenajeara.
Y al piso, desde luego, de Larissa, la modelo del Mundial, quien posara casi casi desnuda (¿desnuda?) en las playas de Tuxpan para la revista Playboy.
“Díganme “’El pavo/real’” exclamó cuando pasó de la alcaldía a la secretaría de Desarrollo Social camino a Comunicación Social, y con el tiempo (ni modo, la vida es así) fue reducido a un totol de rancho.
“¡Madreen a todos, pero cuídenme!” solía pedir a sus apologistas.
Se tomó la foto tipo Truman Capote a los veinte años para la contraportada de su libro “Otras voces, otros ámbitos”, posando, digamos, como un metrosexual, y la publicitó en sus redes sociales.
Quizá nadie del gabinete duartiano como Silva Ramos tan ególatra, tan enamorado de sí mismo, tan petulante, tan engreído.
Gina Domínguez se declaró ángel de la pureza y dijo que el dinerito millonario lo había desviado Alberto Silva.
Ahora, ni hablar (“los carniceros de hoy serán las reses del mañana”), vive una pesadilla.
Yunes Linares, quien ya lleva tres ex gobernadores en la cárcel (Dante Delgado, Flavino Ríos y Javier Duarte), lo tiene en la mira.
Y “el que manda… manda” dice el chamán.
Y más, porque Yunes vive para odiar, consciente del proverbio árabe de que la talla de un hombre se mide por el número de enemigos y adversarios que deja a la hora de la muerte.
Y si de eso se trata ha de ser el primero.
“Genio y figura… hasta la sepultura”, ¡qué caray!
Tres. El Dorian Grey sexenal
Se soñó y miró gobernador luego de Javier Duarte.
Incluso, en guerra sin cuartel luchó hasta el último momento.
Se adueñó del corazón, las neuronas y el hígado de Duarte y en el carril político rebasó por completo a Érick Lagos, Jorge Carvallo y Adolfo Mota.
Incluso, hasta a los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.
Le falló el operativo, tan frívolo que es, el más frívolo de la generación fidelista, y que golpazo habría sido a su ego.
El Dorian Grey de la fidelidad y el duartazgo.
Hábil, además.
Y hábil, porque si los políticos siempre buscan como sucesor a un político dócil, fiel, leal y obediente, Silva Ramos así se proyectó ante Duarte, su amigo, quien lo prefirió por encima de sus siete precandidatos que tenía y juntara en aquella comelitona en la Casa Veracruz.
Fama pública era que escribía la mayor parte de los discursos de Duarte. Y, bueno, cuando se llega a tal excelsitud significa que se conoce a la persona al derecho y al revés, en las horas felices pero también adversas, en lo blanco y en lo negro.
Por ahora, Tarek Abdalá, el favorito de Karime Macías, libró el desafuero en el Congreso de la Unión y si Leonel Bustos, el ex director del Seguro Popular, se le “peló” al Fiscal, entonces, Jorge Wínckler Primero ha de retomar la estrategia para intentar de nuevo.
Y si desde hace ratito la yunicidad se la ha cantado a Silva Ramos en el carril mediático, entonces, frustrante y lamentable sería que nadie, ni el Fiscal, cortara las alas al simple totolito de rancho.