Luis Velázquez/ Barandal
16 de septiembre de 2019
ESCALERAS: La profecía del filósofo José López Portillo
se ha cumplido una vez más. Ahora, en Veracruz. En Coatzacoalcos, por ejemplo,
fueron asesinadas 31 personas en el night club “El caballo blanco”.
La noticia se abrió paso en el mundo. Lo peor que ha pasado a la tierra jarocha
en los últimos 9 meses y medio. Y el alcalde, de MORENA, Víctor Manuel Carranza
Rosaldo, fue premiado como uno de los mejores presidentes municipales (de los
2,500) del país. También, claro, Alonso Morelli, de Boca del Río.
El premio lo otorgó la Revista Alcaldes de
México. Y aun cuando nadie conoce las razones de peso político, social, económico,
etcétera, para laurear a los ediles, resulta insólito que el mismito señor
presidente municipal viajara para recibir la presa en la Ciudad de México,
cargando en la espalda, en la conciencia, en las neuronas, quizá en el corazón,
los más de treinta muertos.
Y lo peor, en la impunidad total y absoluta.
López Portillo adoptaría a Víctor Carranza como
su Quetzalcóatl, pues es el modelo superior del cinismo.
PASAMANOS: El alcalde de MORENA, con su República Amorosa,
Cartilla Moral y Cuarta Transformación, fue dichoso y feliz porque el premio
fue a una cosita llamada innovación tecnológica.
El Ayuntamiento de Coatzacoalcos, en las grandes
ligas técnicas del mundo.
Lo congruente, respetado y respetable, habría
sido, primero, declinar ese premio… a reserva, claro, de rascar en sus
motivos. Y segundo, y en todo caso, enviar en su representación al encargado
del programa.
Pero, bueno, pocos, excepcionales, son los
políticos resistiendo la gloria efímera. Además, sin ninguna vergüenza por el
gran fracaso de su política de seguridad. ¡Ah, aquel tiempo cuando la población
enardecida, molesta, encabritada, enojada, furiosa, se le plantó frente al
palacio municipal por tanta inseguridad y el alcaldito premiado se escondió en
su búnker.
CORREDORES: ¡Vaya grandeza edilicia! Un día, anunció a la mitad
del mundo y a la otra mitad que buscaría a los malandros para platicar con
ellos y convencerlos de portarse bien. Pero ni hablar, sus neuronas apenas,
apenitas, alcanzan para tales viajes esotéricos de la imaginación. Más le
valdría haber dicho, como el secretario de Seguridad Pública y/o el Fiscal de
Nuevo León que ni Superman podría acabar con los malos.
Pero, ni hablar, la vida está hecha de
políticos, politiquillos, demagogos, farsantes, creídos, petulantes, soberbios
y desorbitados.
BALCONES: El 27 de agosto, en la noche, fue la matanza de
Coatzacoalcos. Y al momento, ninguna declaración, ninguna postura del alcalde
laureado de Coatzacoalcos. ¿Indiferencia, desdén, miedo, terror, pánico, pena,
pena de la pena ajena, importamadrismo… por su silencio?
Pero mal, pésimo, para un presidente
municipal que en todo caso, y ante el principio de Peter, ha de ponerse al
frente del pueblo indignado con el oleaje de violencia y que alcanzara su punto
álgido, estelar, canijo, explosivo, con el atentado al night club.
Además, de los 5 mil comercios cerrados
en el sur de Veracruz por la incertidumbre y la zozobra. Y los secuestros, y
los desaparecidos y las ejecuciones, como aquella señora que dejara a los niños
en la escuela y de regreso a casa fue secuestrada y decapitada cuando la
familia fue incapaz de juntar el pago millonario del rescate.
PASILLOS: Más premios vendrán. Hay por ahí grupitos
extorsionadores a la más alta escuela que suelen otorgar los premios anuales
Quetzalcóatl, Huitzilopochtli, La Malinche, Cuitláhuac, el rey azteca,
Victoriano Huerta (el asesino de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez)
y Jesús Guajardo (el asesino de Emiliano Zapata), y que bien serían integrados
al premio de la Revista Alcaldes de México.