Luis Velázquez | Malecón del Paseo
28 de mayo de 2021
EMBARCADERO: Era maravilloso, un privilegio, mirar todos los días la disciplina militar de don Alfonso Valencia Ríos como reportero en el segundo tramo del siglo XX en Veracruz… Ejercía el periodismo con un rigor más férreo, duro y rudo, incluso, que un soldado raso… En cada nuevo amanecer, a las 7 de la mañana, estaba en el periódico escribiendo las primeras notas y de paso, las editoriales del día… Y eran las diez de la noche y seguía escribiendo con la misma intensidad, luego de la faena reporteril en la calle gastando la suela de los zapatos buscando la información, desgastando la columna vertebral tecleando ante la máquina de escribir…
ROMPEOLAS: Unas veces, solía dictar sus textos a una secretaria dando vueltas en la oficina pequeña, modesta y sencilla… Y siempre dictaba de memoria… Apenas, apenitas, consultando unos apuntes escritos en papel periódico donde anotaba, entre otras cositas, el nombre y el cargo del político o funcionario público entrevistado, fechas, cantidades, números… Escribía en la mañana, al mediodía, al principio de la tarde, en la tarde y en parte de la noche… También traducía del inglés al español los pies de grabado de las fotos enviadas por agencias extranjeras, pues era el único que dominaba el idioma…
ARRECIFES: Hacia las 9 de la mañana, dos horas después de teclear salía a tomar café y desayunar con su esposa y a veces con la hija… Hacia las 5 de la tarde salía otra vez a tomar café… Con ese ritmo vertiginoso de trabajo era lógico que durante muchos años sus notas fueran publicadas en la portada del periódico… Incluso, y con regularidad, a 8 columnas, de principal… Reporteaba en la calle, en grupo y con entrevistas exclusivas…
ESCOLLERAS: En la faena laboral en el periódico se la pasaba entrevistando por teléfono tanto a funcionarios municipales y estatales como federales… Así llevaba el palpitar social del día con día… Y dada la verticalidad de su periodismo era respetado y respetable por todos, tanto como por las tribus políticas como los reporteros…Además, medidas y controladas las horas del día, impartía clases durante 3, 4, 5 horas diarias en la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, de la que fuera uno de los fundadores junto con su jefe y amigo, Félix de Cantalicio Martínez…
PLAZOLETA: Los días también le alcanzaban para escribir libros… Desde textos sobre periodismo hasta sobre los pendientes sociales en el país… Y de ñapa, era corresponsal del periódico Excélsior de la Ciudad de México… De 9 a diez de la noche de cada día escribía las órdenes de información para los reporteros, el jefe que era… Y algunas noches, hacia las veintidós horas se retiraba del periódico y pasaba a tomarse un par de wiskitos en el bar preferido… Luego, se retiraba a casa… Y
al día siguiente, a las 7 en punto de nuevo entraba al edificio del periódico siempre a paso veloz, como si llevara prisa…
PALMERAS: Fue un reportero honesto “a prueba de bomba”… Y vivió con “la medianía de su salario” como escribiera Benito Juárez de los funcionarios públicos… Siempre vestido con ropita sencilla y modesta… Siempre, manejando un automóvil viejo, sin nunca, jamás, caer en la tentación de coches último modelo, recién salidos de la fábrica… Y en ningún caso, porque fuera una pose… Eran sus principios, convicciones y valores, forma de ser y hacer… Su vida, un legado moral y social, fuera de serie… Un periodista excepcional…