Luis Velázquez Barandal
03 de abril de 2019
ESCALERAS: El diputado Amado de Jesús Cruz Malpica es el político imperturbable de la era Cuitláhuac.
Aguantó vara (“El buen gavilán no chilla”) cuando le impusieron a José Manuel Pozos Castro como presidente de la Mesa Directiva en la LXV Legislatura.
Aguantó vara (Sísifo, cargando la piedra en el lomo según la historia de Albert Camus, sin doblegarse) cuando le impusieron al diputado Juan Javier Gómez Cazarín, un inexperto, como titular de la JUCOPO, Junta de Coordinación Política.
PASAMANOS: Aguantó vara (consciente de la silla embrujada del palacio descrita por Eufemio Zapata, el hermano de Emiliano, 2019 su año según decretara AMLO) cuando empujó a tres de los suyos para cargos públicos en el Congreso local y al día siguiente se los tumbaron.
Aguantó vara cuando lo enviaron de presidente a una comisión legislativa arrumbada, por ahí.
Aguantó vara cuando con todo y su experiencia política y social, fogueado en el campo de batalla, catador de la naturaleza humana y de las pasiones desaforadas, nunca le han prestado la pelota para jugar.
Y de ñapa, institucional y humilde (la pobreza franciscana anunciada por el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Alfonso Romo), ha exaltado la figura del gobernador en las horas turbulentas.
Amado Cruz, en su cruz, imperturbable.
CORREDORES: Los días legislativos caminan y al diputado local sureño de MORENA apenas se le ve. Lejos de las candilejas y el fuego pirotécnico.
Sin disputar los titulares del día. Tampoco sin asomarse a la comentocracia.
Académico durante casi 30 años en la Universidad Veracruzana, el mejor abogado laborista de Veracruz, amigo de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas y de Heberto Castillo Martínez, Q.E.P.D., es un político humilde, que domina al derecho y al revés el tiempo político.
Incluso, suele actuar en política de acuerdo con su estilo personal de caminar en la vida. En silencio. Discreto. Bajo perfil, a pesar, y por ejemplo, de su fama pública como gran operador político que tanto necesitan los políticos encumbrados.
Y más, en tiempos revolcados.
BALCONES: En la madurez de la vida parece un jurista veterano. Con una reputación “a prueba de bomba”.
Ropita sencillita. Automóvil cien por ciento austero. Disciplinado, autónomo e independiente a las elites.
Incluso, mirando la nomenklatura de MORENA en Veracruz (trayectoria, biografía social, hoja de servicios, méritos, formación académica, experiencias y vivencias, etcétera), muchos ciudadanos siguen preguntándose las razones (¿Motivos, pretextos?) por los cuales, AMLO, el presidente, lo habría conducido a la curul local en vez de la candidatura a gobernador.
Incluso, sería el mismo caso de Manuel Huerta, el delegado federal, y de la senadora Gloria Sánchez, la primera candidata de la izquierda a gobernadora de Veracruz en el siglo pasado.
Misterios, digamos, de la política.
Juan Maldonado Pereda, Q.E.P.D., cuatro veces diputado federal, lo decía así:
“En política nunca llega el mejor, sino el que más conviene”.
Conviene, por cierto, ¿a quién o quiénes?
PASILLOS: La grandeza política y moral de Cruz Malpica, con todo y su cruz, puede calibrarse de la siguiente manera:
Lo de menos, por ejemplo, sería renunciar a la curul, dejar el espacio al suplente, y centrarse en el salón de clases que le permitirá la jubilación para vivir en paz en la vejez y en su despacho jurídico, tan acreditado en la clase trabajadora.
Pero, bueno, más allá de las pasiones desaforadas y que en el siglo pasado llegaban a la masacre de las tribus y las hordas políticas (Damián Alcázar en “La ley de Herodes”), la política, dice el viejito del pueblo, es una droga y cuando se prueba por vez primera y saborea, la persona se vuelve un drogadicto.
Se lo dijo Adolfo Mota, secretario de Educación, a Javier Duarte cuando lo castigó un ratito por un error metido:
“Señor gobernador, un menosprecio de usted es peor que un menosprecio de mi esposa. Gracias por perdonarme”.
VENTANAS: Pero en el caso del diputado sureño, mantiene la distancia del círculo rojo del poder.
Lejos, pero cerca. Emotivo, pero cerebral. El corazón en la mano, pero bajo control de las neuronas. “Mi espada en prenda”, bien afiladita, pero con mesura y cálculo.
El sexenio, sin embargo, apenas, apenitas, inicia. Y como los días son demasiado polvorientos, caray, el futuro inmediato, que es mañana, indescifrable.
PUERTAS: Hay en la población morenista mucha confianza por la serenidad, el rigor y el buen hacer de Cruz Malpica.
Y con todo y el desdén oficial, tan furibundo, por ejemplo, con el Fiscal y el alcalde jarocho, el diputado sureño ha enaltecido el trabajo político del gobernador, y de igual manera que el delegado federal y la senadora, ha salido en su defensa.
La institucionalidad, por delante, a tono, digamos, con la república amorosa y la Cuarta Transformación que muchos se han creído.
CERRADURAS: Muchas irregularidades habrá advertido el diputado desde su curul y suspicacia.
Acaso tenga hasta material explosivo, pero al mismo tiempo sabe conjugar los verbos impetuosos de la política y sabe esperar con inteligencia, sin que nada lo lleve a romper el silencio.
Los operadores políticos eficientes y discretos siempre son necesarios. Tarde o temprano.
Y en todo caso, más, mucho más los necesita la población que la tribu enquistada en el poder.
Bastaría mirar la sublevación en Coatzacoalcos donde el presidente municipal se esconde en su búnker, blindado por los suyos cuando la población se planta frente a su palacio.