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AMARGA NAVIDAD…SI NO HAY TRABAJO, NO HAY DINERO

El Piñero

Roberto Hernández Torres
Loma Bonita.- Deprimido luce el mercado central de la piña ubicado en la avenida Quintana Roo, punto de encuentro entre piñeros, empresarios de la fruta reina, agricultores y jornaleros. El ambiente es triste porque no hay trabajo y el precio de la piña se desplomó… de manera criminal.

A diferencia de otros días, cuando lucía pletórico el sector comercial de la piña, junto a la Báscula Hidalgo, es ahora una zona fantasmal, como resultado de varias causas, pero principalmente a la inseguridad.

Es del conocimiento público que, numerosos productores han abandonado la zona piñera de la Cuenca ante el temor de ser secuestrados junto con sus familias, razón por la cual han emigrado a latitudes lejanas que reúnen condiciones climatológicas similares a la región del Papaloapan.

Así, por ejemplo, se han instalado en la península de Yucatán y en el lejano estado de Nayarit, ello en detrimento del empleo y al desarrollo económico de Loma Bonita y la comarca piñera veracruzana, que conforman Isla y Rodríguez Clara.

Mientras existe total inacción de los tres niveles de gobierno, la gente de todos los estratos sociales sufre un pánico sin precedente, en virtud de que, saben perfectamente que en cualquier momento podrían sufrir incidentes violentos. Es por ello que familias enteras están huyendo de la “zona piñera” y se refugian en lugares más seguros de otros estados de la República Mexicana.

AMARGA NAVIDAD
La mayor parte de la población de esta región pasará una Amarga Navidad en sus hogares, debido a que, si no hay trabajo, tampoco dinero. Atrás quedaron los tiempos de cuando el campo movía ciudades enteras, dinamizaba el comercio y la gente comía las tres veces al día. Ahora, desgraciadamente, las actividades campiranas son propias de épocas del pasado, puesto que en la actualidad son muy pocas las familias que siembran maíz, frijol, picante y arroz, cuyos cultivos sostenían economías enteras.

Tras quebrar el campo a partir de 1995, en cuya fecha entró el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, la mano de obra local emigró hacia esos países en busca de su trabajo, pues las actividades agrícolas se trasladaron a esas regiones del mundo.

A partir de entonces, hay que reconocer que nuestro país, es decir, nuestros pueblos del Papaloapan, no resintieron el desmantelamiento de la planta productiva agropecuaria ni de la mano de obra campesina, debido a que las remesas extranjeras oxigenaron la economía mexicana durante varios lustros.

Sin embargo, con el paso del tiempo, Estados Unidos, sobre todo, dejó de producir sus campos y muchos rancheros gringos trasladaron sus operaciones agrícolas a otras naciones, donde la mano de obra es mucho más barata que la mexicana, generando así y como consecuencia, un masivo desempleo de la mano de obra connacional.

Tras ese fenómeno, las remesas extranjeras se redujeron al máximo y por ende, miles de campesinos mexicanos regresaron a sus pueblos, sin trabajo y sin dinero, por cuyo caso empeoró la situación socioeconómica de nuestros pueblos, ahora inmersos en un atroz desempleo y con una violencia histórica, son fieles testigos ahora de un país en bancarrota, encadenado a un cajón sin salida, donde morir violentamente, es el pan de todos los días.

Aunado al saqueo del patrimonio nacional por consorcios extranjeros, con la complicidad del sistema de gobierno mexicano, quienes se robaron el petróleo, PEMEX, las minas de oro y plata, nuestras autopistas, el espectro nacional, las vías ferroviarias, la Comisión Federal de Electricidad. Paremos de contar…

Continuará…

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