•Un príncipe en el IPE
•Guillotina del director
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- PASAMANOS: Hilario Barcelata es el Príncipe de la Yunicidad. Su cubículo como investigador en la UV se lo ha llevado a la dirección del IPE. Y en menos de 30 días ha nombrado a unos 30 funcionarios, entre ellos, a un equipo de barbies, su debilidad mostrada en la academia, donde, incluso, hasta la acusaran de acoso sexual, tiempo vivido y conocido por demás por el economista Rafael Arias Hernández.
Un día, asegura su biógrafo, llegó al Instituto de Pensiones. Y de pronto, en el paso miró a un par de barbies. En las próximas, el día siguiente quizá, formaban parte de su grupo de asistentes, asesoras y enlaces, sabrá el lector el cargo.
Claro, cumplió así con la sentencia bíblica de “Niñas, vengan a mí”.
Todo, porque su padrino, Rogelio Franco Castan (sin acento porque así fue expedido su título de licenciado en Derecho por la UV en diez días), secretario General de Gobierno, lo protege de todo a todo.
El poder. Y el poder absoluto. El Instituto de Pensiones, la ínsula de un hombre. Su feudo. Su imperio. Su emporio.
Pero además, turbulento en su mundo interior.
Por ejemplo, nombró secretario particular a Pedro Martínez, y ya lo corrió.
Nombró a un panista de Texcoco subdirector de Finanzas y también ya lo corrió.
Incluso, en el pasillo del IPE una de sus frases célebres se repite como canción de reaggeton:
“¡Fuera todos los que tengan seis años de antigüedad!”.
Azorín, en su libro clásico de “El político” habla de que un político ha de ser mesurado.
Hilario Barcelata es vertiginoso, impetuoso, volcánico.
“No hay más ruta que la nuestra” suele repetir igual que David Alfaro Siqueiros en sus días de libro en el penal de Lecumberri.
Es más, envalentonado dice que cuenta las horas para enfrentar a los líderes sindicales del Consejo de Administración para gritarles, como publicaba en sus artículos, que son unos corruptos.
BALAUSTRADAS: Los dirigentes sindicales, varios de ellos con años de experiencia en huracanes políticos, lo esperan.
De entrada, la hora para demostrar que, en efecto, y como publicara el director del IPE en artículos, que ellos son unos corruptos.
Segundo, que tiene la fórmula mágica para salvar el problema de las pensiones y que, por cierto y desgracia, significa uno de los peores males del mundo traducido, por ejemplo, en rebeliones sociales con muertos.
Y como en el caso de Chile, con disturbios mayores zangoloteando al palacio de la Moneda, el feudo desde donde el general Augusto Pinochet impusiera una modalidad pensionaria que ha empobrecido a todos, repiqueteado en México en el tiempo de Felipe Calderón en el ISSSTE.
Con todo, el investigador de la UV (¿solicitó en verdad permiso sin goce de sueldo?) está repartiendo barajitas entre los suyos en el IPE, como si fuera el gerente de una plaza comercial, cobijado en la sombra del titular de la SEGOB, de quien se afirma tan pronto ya desencantó, primero, por una estructura paralela que le impusieron; segundo, porque lo minimizaron en sus facultades constitucionales, y tercero, porque se siente sin juego.
Tan es así que según su biógrafo, estaría soñando con la candidatura a presidente municipal de Tuxpan, su pueblo, en unas semanas, para estar ahí un ratito, hacer dinerito quizá, y tener una reserva económica camino a la candidatura al Congreso de la Unión, donde ya ocupara una curul.
De ser así, y ante la aplanadora en que se ha convertido, el director del IPE podría, digamos, hacer agua, descarrilando por completo debido a su egolatría autoritaria.
Y, claro, desplomado por sus barbies, su mayor logro en el IPE en los primeros 34 días de Yunicidad.
ESCALERAS: Las plazas en el IPE son jugosas.
Por ejemplo, un subdirector percibe mejor salario que un director en la secretaría de Educación.
Además, con menos, mucho menos tensiones.
Y con más proyección presente y futura, porque se opera desde el centro neurálgico social con el asunto de las pensiones.
Y si de paso puede alternarse con la academia, entonces, súper.
Y más, cuando el poder se ejerce con hedonismo.
Y cuando como en el caso azules y amarillos (lo que resta de un PRD descacarado) llegaron al poder con sentido patrimonialista, creyendo que pueden hacer y deshacer como nuevos iluminados.
Se trata del Instituto de Pensiones, el organismo que con el DIF es la dependencia más generosa, más solidaria, humanismo puro, de un gobierno.
Economista, digamos, habituado a la frialdad en el análisis, el director ha de mirar su tarea como una oportunidad para servir, consciente de que en ningún momento le dieron un patente de corcho.
Así, y por ejemplo, ya se verá el resultado social cuando los copipes se lancen de nuevo a la calle, todos viejitos, arrastrando muchos el bastón, y/o cuando los líderes sindicales, tan acostumbrados a la pelea callejera, defiendan sus argumentos con pasión cerebral y desaforada.