Luis Velázquez/ Escenarios
11 de julio de 2019
UNO. Francisco I. Madero en AMLO
El espíritu de Francisco Ignacio Madero vive en Andrés Manuel López Obrador. Y a mil por hora.
Madero, por ejemplo, confrontaba a la prensa, igual que AMLO. Le reclamaba noticias falsas, igual que AMLO. El mismo escribía las notas contestatarias y aclaratorias y las enviaba, igual que AMLO, digamos, dando órdenes pues para eso tiene voceros y escribientes.
Más todavía: Madero financió a su hermano Gustavo, diputado federal y ministro sin cartera, un periódico. Se llamó “Nueva Era”, Y tenía un solo objetivo, contestar con metralleta y fuego a los medios críticos. Uno de ellos, “El mañana”, propiedad del periodista y político, Jesús : Rábago, el director, amigo de Porfirio Díaz, incluso, secretario particular de Victoriano Huerta, ungido después, “por los servicios prestados a la nación”, subsecretario de Gobernación.
Por eso, el rafagueo de AMLO cada mañana en la conferencia de prensa. Nunca, ha dicho, callaré ante los críticos. Y los enfrenta, igual que Madero.
Incluso, cada vez descansa en “las benditas redes sociales”, más importantes, por ejemplo, que se han vuelto que los medios tradicionales.
Bastaría referir que ha otorgado una concesión televisiva y radiofónica a los grupos evangélicos para predicar el evangelio, pero al mismo tiempo, para defenderlo.
Es, sería, el nuevo ejército de chairos de AMLO para defender su presidencia de la república.
DOS. Waterloo de Madero
Madero tuvo, sin embargo, su Waterloo.
Vino y provino, primero, de la alianza del general Victoriano Huerta, aliado con el embajador de Estados Unidos en México.
Segundo, de Félix Díaz, el sobrino de Porfirio Díaz, que ungido jefe de la policía en la Ciudad de México, al triunfo presidencial de Madero, perdió canonjías y privilegios y se alió con Victoriano Huerta para tumbar a Madero.
Y tercero, de la alianza de la prensa porfirista con Huerta y Félix Díaz, quienes la financiaban.
Y más, porque los subsidiaban cuando Francisco I. Madero cerró la llave a todos los medios, indignado, molesto, con la espantosa corrupción aquella.
Jesús M. Rábago, el amigazo de Porfirio Díaz, dueño del periódico “El Mañana”, lloró cuando el dictador fuera destronado y exiliado a Francia en el barco Ypiranga que partiera de Veracruz.
Pero lloró porque Madero le había cerrado la llave del dinero fácil.
Quince meses después, Madero fue destronado. Fue asesinado, hasta con tiro de gracia, por los soldados de Victoriano Huerta y Félix Díaz.
Camino al Gólgota, todo puede suceder en el país ahora en la era AMLO.
TRES. “Un poquito de gracia y otras cositas”
Nunca creyó Madero que Victoriano Huerta era un traidor… por más y más que su hermano Gustavo se lo demostraba.
Nunca creyó Madero que Félix Díaz se había levantado en armas en la ciudad de Veracruz en su contra.
Siempre creyó Madero que cerrar la llave a los medios serviría para fortalecer la vida democrática.
Jamás pensó Madero que el embajador de Estados Unidos se aliaría con Huerta para tumbarlo.
Nunca los espíritus convocados a través de los médiums, ni siquiera, vaya, Benito Juárez con que se afirma se enlazaba en las sesiones espiritistas le advirtieron de la gran traición que se estaba fraguando.
Simple y llanamente, confió. Creyó en la buena voluntad de los hombres en el poder. Sintió que con llamar al corazón de las elites políticas para, digamos, portarse bien, era suficiente.
Jesús, claro, también fue crucificado.
Y si la historia demuestra que la buena voluntad es insuficiente para el gran cambio social, económico, educativo, de salud, de seguridad y de justicia del país, se necesita, como “La bamba”, “un poquito de gracia y otras cositas”.