- Iluminados del poder
- “El mal de altura”
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: AMLO, el presidente de la república electo, dice que sueña con parecerse, o ser mejor que Benito Juárez, Francisco Ignacio Madero y Lázaro Cárdenas, juntos.
Pero según el politólogo Ramón Benítez, cada vez se está pareciendo más a Luis Echeverría Alvarez, aquel a quien el historiador Daniel Cosío Villegas dedicó un libro, “El estilo personal de gobernar”, y en donde relata la disentería verbal del ex presidente que entrara a la historia como el presunto autor de la masacre estudiantil del 68.
Por ejemplo, desde la campaña y en su primer año de gobierno, Echeverría se la pasó hablando de la construcción del Ferrocarril de lstmo, que nunca cumplió, y AMLO lo trae ahora como sonsonete.
Echeverría era un temerario con su seguridad y se metía en medio de la gente, ocupando y preocupando al Estado Mayor Presidencial a cargo del general Jesús Castañeda, y AMLO aplica la misma estrategia.
–Señor, lo van a matar, le decía el general y a Echeverría le valía.
Ahora, y sin embargo, AMLO ha dicho que el Estado Mayor Presidencial, integrado con las elites militares, regresará a la secretaría de la Defensa y a él lo cuidaran diez mujeres y diez hombres, tipo el grupo de “Las gacelas” que tuviera como jefe de Gobierno en la Ciudad de México.
PASAMANOS: Por aquí fue lanzado como candidato presidencial y tomara posesión, Echeverría le dio por hablar y hablar, sin ton, fuera de control, y AMLO reproduce la misma tesitura.
Incluso, a estas alturas, un mes y tres semanas después del domingo electoral de las urnas, “en las benditas redes sociales”, como él mismo las llamó, se afirma que el discurso de toma de posesión de AMLO el 1 de diciembre será más bien el primer informe de gobierno.
Echeverría era famoso en el gabinete legal y ampliado porque desde la campaña prometía diez cosas, por ejemplo, y cuando alguien por ahí le recordaba los pendientes, entonces, se olvidaba de la lista anterior e inventaba otras diez cosas diferentes.
Echeverría siempre soñó con crear y recrear un paraíso terrenal para los jóvenes y sus padres luego de la masacre de Tlatelolco y AMLO ahora ofrece el paraíso celestial en la tierra asegurando una y otra y otra y otra vez que “por el bien de México, primero los pobres” y “los pobres entre los pobres”.
Por eso, Echeverría es descrito por don Daniel Cosío como un populista, igual como el historiador Enrique Krauze, discípulo de Cosío Villegas, con AMLO.
CORREDORES: El echeverrismo de AMLO llega a lo siguiente:
Porfirio Muñoz Ledo desempeñó varios cargos públicos con Echeverría presidente, entre ellos, subdirector del IMSS, subsecretario de la presidencia, subsecretario de Educación Básica, secretario de Trabajo y Previsión Social, y hasta precandidato presidencial y que le ganara José López Portillo.
AMLO lo ungió ahora diputado federal de MORENA por la vía pluri y está nombrado coordinador general de la bancada de AMLO y MORENA en el Congreso de la Unión.
Ignacio Ovalle fue secretario particular de Echeverría, embajador de México en Cuba y Argentina y director del Instituto Nacional Indigenista, y jefe máximo de AMLO cuando el tabasqueño estuvo a cargo del programa indigenista en La Chontalpa.
Luego, en la Renata, Renata Nacional del Talento, Ovalle Fernández creó la Fundación “México con valores”, donde impartía cursos, hasta por televisión abierta, sobre superación personal, entre ellos, a los militantes del Movimiento Ciudadano, cuyo jefe máximo, Dante Delgado Rannauro, trabajó con Luis Echeverría al lado de la compañera María Esther Zuno de Echeverría.
Y ahora, Ovalle Fernández será el genio de la autosuficiencia alimentaria.
El echeverrismo, encarnando en AMLO, mucho más que Benito Juárez, Francisco Ignacio Madero y Lázaro Cárdenas.
RODAPIÉ: Según el politólogo Ramón Benítez, Echeverría ejerció a plenitud el culto a la personalidad.
En el ejercicio del poder siempre se creyó un iluminado, enviado por la providencia para redimir al país.
Durante su vida política siempre permaneció atrás del escritorio, incluso, cuando fungió como secretario de Gobernación.
Por eso cuando fue lanzado candidato presidencial y ganara, su estrategia siempre se concentró en la arena pública para la arenga, pronunciando discursos a diestra y siniestra, sin importar si se contradecía a sí mismo.
Pero lo más importante, lo que Echeverría necesitaba era cultivar su egolatría para sentirse feliz, igual que AMLO cuando a tres meses y semanas de que Enrique Peña Nieto entregue la presidencia de la república, “El peje” se ha adueñado de la agenda pública y marca la pauta.
Y los medios, claro, “¡Muerto el rey, viva el rey!”, dedicando las ocho columnas todos los días.
Y más porque, igual que Echeverría a Gustavo Díaz Ordaz, le está tumbando sus acciones fundamentales de gobierno.
Echeverría, por ejemplo, encabritó a Díaz Ordaz cuando en Morelia guardó un minuto de silencio por los estudiantes muertos en la plaza de Tlatelolco, y AMLO busca tumbar el proyecto de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
BALAUSTRES: Dotado de amplias facultades y de recursos ilimitados, dueño del día y de la noche, enfermo de lo que en política se llama “el mal de altura”, el sexenio de Echeverría fue un desastre.
Echeverría, escribe Cosío Villegas, nunca estuvo construido “física y mentalmente para el diálogo sino para el monólogo, y no para conversar sino para predicar”.
La euforia echeverrista fue tanta que para calibrar su obsesión de poder y de hacerla sentir en un día apacible llegó a recibir a ocho gobernadores y al día siguiente a cinco o seis secretarios del gabinete y al otro día se reunía con un montón de empresarios y al otro día con los líderes estudiantiles del país.
Y en donde por regla natural, Echeverría se volvía el campeón único del monólogo.
El sexenio de AMLO iniciará el primero de diciembre, dentro de tres meses y una semana y media, y los pobres y los desempleados, y los hambrientos de justicia, que tanto lo idolatran y miran como un enviado de Dios, ya lo conocen en demasía.