Víctor Ruiz Arrazola/ Política, Políticas & Derechos Humanos
México.- Es indiscutible que la votación obtenida por Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del primero de julio de 2018 legitima su gobierno que iniciará el primero de diciembre de este año, pero también es un claro mensaje para los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, que gobernaron al país durante los últimos 18 años, un mensaje de hartazgo, de dolor y coraje.
Una de las virtudes del movimiento político electoral que se gestó en torno a la figura del próximo presidente de México, es que se convirtió en un movimiento de masas a la hora de salir a promover el voto, así como a vigilar el desarrollo de las elecciones, en la mayoría de los casos, esas personas lo hicieron de manera voluntaria y gratuita.
Las cifras del cómputo final del Instituto Nacional Electoral (INE) son una muestra que la mayoría del electorado decidió llevar a la silla presidencial a López Obrador, con lo que ello implica, darle facultades extraordinarias a un solo ser humano.
Las facultades que hoy en día tiene el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, las envidian monarcas europeos, asiáticos y africanos.
Llegar a la Presidencia de la República con una votación de 53.19 por ciento, mientras que los adversarios se quedaron con 22.27 (Anaya), 16.40 (Meade) y 5.23 (Rodríguez), representa para El Peje recibir al país en charola de legitimidad, condición que no tuvieron ni Calderón ni Peña.
El 57° presidente de México no llega solo, junto a él vienen quienes ocuparán la mayoría de los asientos en el Congreso de la Unión; también ha recibido la bendición de las mujeres y los hombres que tienen la propiedad del 90 por ciento del capital del país.
Un capital que fortalece a López Obrador es la bienvenida que le ha dado el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, quien le reconoce su fortaleza y la autoridad política y moral entre una mayoría evidente de la población mexicana.
Los Estados Unidos necesitan aliados fuertes, no le han preguntado a México o a López Obrador si quiere ser su aliado, así ha sido y tendrá que seguir siendo por las condiciones geopolíticas que unen a ambos países.
México es un país que tiene que moverse al ritmo y bajo los intereses de la economía global y quienes deciden que se hace en las economías nacionales, ya le tienen preparado a México su paquete económico para los próximos 20 años.
Como todo político mexicano, López Obrador tiene tres discursos, el que manejó antes del primero de julio, otro que utiliza desde la noche del primero de julio a la noche del 30 de noviembre y uno más que irá modificando durante gobierno.
Sin embargo, las líneas estratégicas de su gobierno ya están delineadas en su llamado Proyecto de Nación 2018-2024, mismo que irá poniendo en marcha hasta que la liga de los intereses de los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales se lo permitan, mientras que los intereses de la nación tendrán que ir al ritmo del contexto económico internacional.
La primera semana, después de los comicios del primero de julio, en plena fiesta por el “triunfo” de la democracia en México, el pueblo de México se enteró que la gasolina sí subirá, “pero poquito”, el nuevo aeropuerto se concesionará, la Fiscalía General de la República no será autónoma, en fin, quien no haya leído tanto el Proyecto de Nación 2018-2024 , como los escenarios geopolíticos y de economía global, podrá sorprenderse de la forma en que AMLO tiene planeado gobernar a México.
Tiene una gran responsabilidad, porque es la última esperanza de México.
*Periodista y abogado defensor de derechos humanos.
@V_RuizArrazola