Luis Velázquez /Malecón del Paseo
Veracruz.-20 de junio de 2017.-EMBARCADERO: A los 80 años de edad, el abuelo, divorciado, una sola mujer toda su vida, campesino con ocho hectáreas de parcela ejidal, tres vaquitas que ordeñaba para la leche de sus nietos y para vender de casa en casa, dos, tres hectáreas sembradas con maíz y frijol para el autoconsumo, vivió una pasión desaforada con una chica de 25 años… Y fue, decía, el amor más intenso y frenético… A primera vista, la posibilidad, claro, resulta inverosímil… Él, sin embargo, estaba seguro de la reciprocidad de aquel cariño y lo vivió como nunca antes… Simple y llanamente, su corazón rejuveneció y aun cuando la mitad de la familia se desquició, la otra mitad le aplaudió a regañadientes… Así equilibraba la vida… Harto de tanta lengua viperina vendió su parcela y se fue con ella a vivir a otro pueblo, de donde ella era originaria, nacida cerca de Xalapa, pues el frío, decía el abuelo, también le favorecía para conservarse… Allá se construyó una casita rústica, con un cuartito para ellos con su bañito, una salita, un comedor tipo Infonavit y la cocina… Tan lastimado se fue el abuelo, que nunca, jamás, volvió… De hecho rompió con la familia para vivir a plenitud su último amor… Incluso, cuando murió fue sepultado en aquel pueblo y mucho se agradece a la chica avisara a tiempo para acompañar al abuelo en su última morada… El amor raro, extraño y misterioso de aquella joven fue tan generoso con el abuelo que ella entregó la casita en aquel pueblo a sus hijos argumentando que lo más importante eran sus recuerdos y que la disculparan, pero que con nadie deseaba compartirlos… Peor le fue a Ernest Hemingway cuando, más o menos con la misma diferencia de edades, se le declaró a una chica italiana y lo rechazó… Y a Goethe, cuando se le declaró a la hija de su pareja en turno, y lo rechazó… Mejor le fue a Pablo Picasso, quien a los 80 años de edad fue padre de un niño con una joven de 25 años…
ROMPEOLAS: “Yo le debo a usted la vida” escribió en una cartita Antonieta Rivas Mercado al pintor Manuel Rodríguez Lozano… Años después fue la amante del político, filósofo y escritor José Vasconcelos, y cuando él le dijo que solo necesitaba a Dios para vivir, ella se pegó un tiro en una iglesia de Notre Dame… Con todo, José Alfredo Jiménez fue más cruel con una de sus mujeres cuando le dijo en una canción que “aunque sigas viviendo… para mí ya estás muerta”… Algunas ciudades del mundo han pasado a la inmortalidad con las siguientes leyendas: Babilonia, la ciudad del placer sexual y el pecado… Atenas, la ciudad de la cultura… Calcuta, la ciudad del dolor… Italia, la ciudad del arte… París, la ciudad del placer… Curitiba, en Brasil, la metrópoli de la diversidad sexual en el continente… Según José Martín, libertador de Cuba, escritor y cronista, la vida sólo puede embellecerse a partir de que cada quien tenga un objetivo concreto y específico… Los enemigos de Rubén Darío, el gran escritor nicaragüense, le crearon la siguiente fama: borracho, parrandero, neurasténico, enfermo sexual, drogadicto, vagabundo, incapaz e improductivo… Y los amigos del poeta Manuel Acuña le crearon la fama de que era muy infiel para que su novia lo dejara y como fue… Entre las cosas insólitas de la vida que parecen imaginarias está que todas las noches, cuando andaba en la revolución, Emiliano Zapata montaba su caballo y desaparecía el resto de la noche y regresaba tempranito al cuartel de batalla… Unos dicen que como era tan desconfiado dormía en el monte sin que nunca, jamás, le dijera a nadie el lugar… Otros aseguran que era muy enamorado y como los marinos en tierra cada noche un amor y como era tan discreto y desconfiado a nadie confiaba sus deslices…
ASTILLEROS: Uno de los peores políticos y generales es Victoriano Huerta, el asesino de Francisco I. Madero y su hermano Gustavo… Era un tipo egoísta y frívolo que a todos odiaba y a todos usaba… Y cuando a su juicio un colaborador le fallaba, le ordenaba que le pidiera disculpas y luego que se hincara… Y arrodillado, Victoriano Huerta lo agarraba a escupitajos, todos con olor a whisky, pues siempre andaba borracho… Por cierto, el peor pecado, pecado imperdonable, de Salvador Díaz Mirón fue utilizar su pluma para glorificar a Huerta… Díaz Mirón era admirado por Víctor Hugo, pero era un hombre demasiado violento… Un día, en clase en la Preparatoria, agarró el borrador, lo lanzó a un estudiante y lo descalabró… Otro día, tomando café en el hotel Diligencias, que le gustaba, un tipo le gritó una ofensa por defender a Victoriano Huerta, sacó su pistola y le pegó un tiro por la espalda y, claro, terminó en la cárcel… El chamán dice que siempre ha de desconfiarse de las personas que saludan con las palmas de los dedos, porque así se agazapan y esconden su identidad… El viejo del pueblo aconseja que para valorar el cariño de un amigo ha de contabilizarse el número de ocasiones en que se ha quitado la camisa para dártela a ti… Y más cuando él, igual que uno, esté en la adversidad…