Luis Velázquez | Malecón del Paseo
Veracruz.- EMBARCADERO: En Amazon está la película Camila…
Es 1848 en América Latina y una chica, hija de un hacendado, se enamora de un sacerdote recién llegado al pueblo…
Y la relación crece y se desarrolla y multiplica y ambos deciden huir para vivir a plenitud la pasión amorosa…
Y tanto el gobierno, a petición del latifundista, como la iglesia, los persigue…
Y los ubican en algún pueblo olvidado donde se han cambiado los nombres y el cura trabaja de maestro rural…
Y los fusilan… Tiempo aquel, acaso todavía, cuando los otros decidían el destino colectivo cobijados en la ley civil y la ley eclesiástica…
ROMPEOLAS: Los amores, pasiones y deseos están fuera de control en la naturaleza humana…
Nadie sabe el tiempo cuando el amor llega, pero cuando se asoma a la puerta suele avasallar…
Bastaría recordar la película “El crimen del padre Amaro” con Gael García Bernal, donde interpreta a un sacerdote y se enamora de una chica, Claudia Talancón…
Pero además, donde la madre de la chica es amante del presbítero…
Muchas películas, novelas y cuentos hay de los amores contrariados entre curas y feligresas y que han llevado a un sector de la iglesia a cabildear para que los sacerdotes puedan casarse…
ARRECIFES: En el filme, Camila tiene un novio, burgués, rico, igual que ella…
Pero cuando en una fiesta familiar se topa con el curita recién llegado queda prendida…
Incluso, en las tertulias y la misa ella lo acosa con la mirada…
Y en el confesionario le revela su amor…
Y el cura también siente “mariposas amarillas en el estómago” y la pasión queda desenfrenada en la torre de la iglesia donde ella lo sorprende cuando está tocando las campanas para la misa de la tarde…
ESCOLLERAS: Y allí mismo dan curso a la pasión contenida…
El sacerdote es sobrino del gobernador y ella la única hija del terrateniente y que en los pueblos de América Latina significaban, como todavía, los ejes del poder público…
Incluso, el obispo, enfurecido y colérico, ordena la peor persecución…
Y es, en efecto, antes, mucho antes que la policía, otro cura quien los descubre en aquel pueblo rural donde se han refugiado…
PLAZOLETA: Muchos años después, la iglesia flexionó sus leyes…
Y cuando un sacerdote descubría el amor carnal, entonces, simplemente, colgaba los hábitos y a vivir su nueva vida…
Y hasta con el legítimo derecho a casarse por la iglesia…
Lo malo, sin embargo, es cuando los curas quieren tener todo, “hacha, calabaza y miel” y servir a su Ser Superior y a Luzbel, digamos, encarnando la pasión desaforada…
“Las camisas de fuerza” de la iglesia de entonces son ahora en contra del aborto cuando, caray, verdad universal, cada mujer es dueña de su vida y sus acciones y está en el
legítimo derecho de decidir sobre su cuerpo…
Los diputados locales y federales y las tribus eclesiásticas siguen empeñadas en pronunciar la última palabra…
PALMERAS: En el pueblo desfilaron trío de sacerdotes, los tres volcánicos, impetuosos…
Uno tuvo romance frenético con una mujer soltera y con bajo perfil…
Y aun cuando la mitad del pueblo y la otra mitad estaban seguros, ciertos, del romance, nunca nadie lo demostró…
Otro cura también sostuvo pasión contrariada con una chica y todos lo sabían, pero nunca el Obispo procedió en su contra… Y el tercero tenía tendencias homosexuales y se desfogó con un muchachito y aquella relación prosperó en medio del chismerío…
Era el segundo tramo del siglo XX y todo se podía…