Luis Velázquez
PASAMANOS: 212 presidentes municipales tomarán posesión el primero de enero de 2018. Durarán cuatro años en el trono edilicio y podrán reelegirse doce años más. Pero su llegada es un mal síntoma para los 600 mil analfabetos de Veracruz. En la campaña electoral, por ejemplo, nunca, jamás, se ocuparon del grave pendiente social, pues todos ellos viven, como dice el teólogo, en la oscuridad. Encadenados en la ignorancia.
Es más, veinte y las malas a que la mayoría ignoran el número de personas de 14 años de adelante que en sus pueblos no saben leer ni escribir.
Y como desconocen la realidad en automático son inconscientes. Les vale.
Y les vale, igual que, por ejemplo, al secretario de Educación de Veracruz, SEV, que en seis meses y medio de trabajo, jamás ha volteado a mirar la realidad. El está ocupado en otras tareas superiores del espíritu, como tender vasos comunicantes y amarrar pactos de cara a la elección del candidato panista a gobernador el año entrante, el único resorte que mueve su vida interior.
En los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN (tan vapuleada en el duartazgo), está la lista de todos y cada uno de los analfabetos (por edad y ubicaciones) que en el territorio jarocho viven igual que en la víspera de la Independencia y de la Revolución.
Y sin embargo, a ningún político, municipal ni estatal, le interesa.
Ellos se lanzaron a la lucha electoral con otros fines, entre ellos, la rebatinga por el poder, y luego enseguida, el reparto de las mieles.
Y si hay analfabetas allá ellos. Y si el discurso oficial es que sólo con la educación los pueblos serán liberados y soñarán con enaltecer su calidad de vida se trata de un chorizo más, una patraña, “una tomadura de pelo”.
BALAUSTRADAS: En forma paralela está la otra realidad avasallante:
Un millón de habitantes de Veracruz, con la educación primaria inconclusa.
Otro millón, con la secundaria a medias.
600 mil personas con el bachillero sin terminar.
De cada cien niños que terminan la primaria sólo diez llegan a la universidad y únicamente uno, quizá, se titula.
Lo peor: la fama pública de que las universidades se han convertido en una fábrica de desempleados, y en el mejor de los casos, jóvenes graduados con salarios de hambre y sin las prestaciones sociales, económicas y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Bastaría referir que la calidad educativa está en el sótano.
Por fortuna, el duartazgo dejó uno que otro premio nacional para la educación en Veracruz, como es el primer lugar en bailable regional con “La bamba” y “El tilingo tilingo” y que tanto enorgullecía a Adolfo Mota en su tiempo de titular de la SEV, soñando con opacar a Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo.
Y si en el ciclo anterior, la Universidad Veracruzana rechazó a veinte mil jóvenes, en el ciclo que iniciará en el mes de agosto serán 25 mil, con una UPAV en el descrédito y colegios particulares cobrando “las perlas de la virgen” en la inscripción y la mensualidad, y en donde el educando se llama ahora cliente, nomás para que ninguna duda exista de que la educación privada está manejada, con excepciones, fenicios y mercaderes.
Por eso, cuando los políticos “se cortan las venas” hablando del derecho a la educación y de que sólo con educación el pueblo aspirará a una calidad de vida plena y digna se muestran como son: unos farsantes, unos demagogos, mesiánicos.
ESCALERAS: Ha transcurrido un semestre y medio del bienio azul y ningún avance se conoce del Instituto de Educación para Adultos en materia de alfabetización.
Quizá estén dando resultados con un bajo perfil, sin boletines de prensa para que nadie conozca su trabajo apostólico.
Pero de ser así, en el imaginario colectivo ha de sentirse, porque la tarea es gigantesca, y sólo con la participación de los alcaldes podría, digamos, soñarse con obtener resultados indicativos.
Además, y si así fuera, existiría una gran dinámica, mejor química, mejores vasos comunicantes para levantar expectativas y motivar a los analfabetas para aprender a leer y escribir.
Más aún, para incorporar como José Vasconcelos secretario de Educación del presidente Álvaro Obregón a los alumnos de la UNAM (en el caso de la UV, la UPAV y los tecnológicos, etcétera) a una campaña alfabetizadora fuera de serie que permita levantar la moral social.
Por desgracia, a nadie interesa esta cadena de fermentación social que llevaría a los seiscientos mil analfabetos a mirar la vida de otra manera, con una perspectiva redentora de la vida misma, tanto en la familia como en la comunidad.
Nunca a Javier Duarte interesó la posibilidad. Fidel Herrera. Miguel Alemán Velasco. Patricio Chirinos Calero. A nadie, vaya.
Y dado el resultado educativo al momento, tampoco al bienio azul.
¡Pobre el destino familiar y común de Veracruz!
Pueblo pródigo en recursos naturales habitado por gente pobre y jodida, con salarios de hambre, viviendo del changarro y el puesto de tacos, garnachas y tamales en la esquina, y de ñapa, analfabeta.