Obramos con inocencia si pensamos que todo el problema se resuelve tomando un yogurt o cápsulas de “flora intestinal” que mucho receta por cierto el Dr. Google
Dr. Alejandro Macías
La flora intestinal, más apropiadamente conocida como “microbiota intestinal” es en realidad un “órgano invisible” del cuerpo humano. Consiste en diversos microorganismos a lo largo del aparato gastrointestinal, desde la boca hasta el ano; la mayor concentración se encuentra en el intestino grueso.
Esta flora intestinal se forja a lo largo de toda la vida de acuerdo a cómo la vamos adquiriendo del ambiente; nacemos con muy poca, pero hacia los 3 años de edad ya se parece mucho a la que tendremos como adultos. Se compone de muchas familias de microorganismos que se han relacionado con nuestra especie por miles de años, como Firmicutes, Proteobacterias, Bacteroides, Fusobacterias y Cianobacterias, por mencionar los más comunes.
La flora intestinal tiene múltiples funciones, como la de descomponer los alimentos, sintetizar nutrientes y resistir la colonización de microorganismos indeseables. Además, se le ha relacionado con otras múltiples funciones, tales como el almacenamiento de grasas, la modulación de la densidad de los huesos y la interacción con medicamentos.
De hecho, hay evidencias cada vez mayores que muestran que las alteraciones de la flora intestinal se relacionan con molestias tan diversas como la fatiga, las adicciones, el sobrepeso, la diabetes, la colitis, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades cardiovasculares, la depresión y hasta la demencia de Alzheimer. Es tal el peso que se ha dado a esta relación que el trasplante de excremento de personas sanas es común para algunas enfermedades y se investiga para muchas otras; es conocimiento en construcción.
Por desgracia, el equilibrio de la flora intestinal es precario y puede afectarse por la dieta, las enfermedades, el sobrepeso, el cáncer, las enfermedades autoinmunes y, sobre todo, por la toma de antibióticos que hemos dado, por desgracia, como si fueran dulces.
La gente que consulta por catarros, recibe ceftriaxona intramuscular, quien aqueja diarrea recibe ciprofloxacino, quien sufre fatiga, recibe combinaciones de antibióticos para una tifoidea que no tiene, quien porta una sonda en la vejiga, recibe antibióticos profilácticos en un vano afán por evitar la infección de la orina.
Esto ha ocasionado que la flora intestinal se haya convertido en un reservorio social de microorganismos resistentes a los antibióticos y han aparecido viejas enfermedades con nuevas resistencias, o enfermedades emergentes como la infección por Clostridioides difficile, que causa una diarrea severa tanto dentro como fuera de los hospitales.
Así, mantener nuestra microbiota intestinal tiene beneficios sociales e individuales y todos debemos preocuparnos por ella. Mantenernos en buen estado físico es importante, así como ejercitarnos, evitar las adicciones y, sobre todo, evitar el uso innecesario de antibióticos.
Si en consulta médica no nos proponen el uso de antibióticos no insistamos en recibirlos. No guardemos sobrantes de tratamientos previos en el botiquín para usarlos en el futuro por auto prescripción. Obramos con inocencia si pensamos que todo el problema se resuelve tomando un yogurt o cápsulas de “flora intestinal” que mucho receta por cierto el Dr. Google; la microbiota intestinal es mucho más compleja que eso. Corresponde también a las autoridades regular mejor el uso de los antibióticos, particularmente en el primer nivel de atención. Es por el bien de todos.
Alejandro Macías es académico de la Universidad de Guanajuato, investigador Nacional Nivel 3 de Conacyt y miembro de la Academia Nacional de Medicina en México.
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