VICENTE BELLO/ TREN PARLAMENTARIO
México.- Con el foro denominado Escenarios y Prospectivas de la Relación México-Estados Unidos, por fin la Cámara de Diputados se ha acercado a su papel de revisora de la situación apremiante por la atraviesa el país, y, en voz del priísta Víctor Manuel Giorgana Jiménez, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, ha propuesto que junto con la Cámara de Senadores graven exactamente igual las utilidades de compañías norteamericanas avecindadas en México, si el Congreso norteamericano grava con 2 por ciento las remesas que envían trabajadores mexicanos a sus familias de México.
Tampoco se ha caracterizado la Cámara de Diputados por su función de control político. A pesar de lo que planteó en el foro de marras –la aplicación inmediata de la ley del talión a Estados Unidos-, continúa viéndose frenada, como esperando que le dicten línea desde los territorios del Ejecutivo Federal, cuyo canciller, el de inexplicable proceder en múltiples ocasiones, Luis Videgaray Caso, se ha reunido en Washington con los equivalentes mexicanos de Relaciones Exteriores y de Gobernación (los titulares de la Secretaría de Estado y de la Seguridad Interna de los Estados Unidos).
La Cámara de Diputados, hasta el momento, nada se ha atrevido a exigir a Luis Videgaray y a Enrique Peña Nieto que informen pormenorizadamente sobre los acuerdos en secreto que han estado amarrando con la administración de Donald Trump.
Apenas un esbozo de ejercicio de su función de contrapeso constitucional. En el foro de marras, al que asistieron diputados de casi todos los partidos políticos, así como académicos, Giorgana –voz cantante en el evento, por su condición de diputado del partido en el poder y por ser presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados- insistió, siempre en alusión a Trump: “Estamos para generar sinergia entre la sociedad y los representantes políticos y empresariales, a fin de defender los intereses de México. En eso los diputados tenemos bien puesta la camiseta”.
La “ley del talión” se paseó, fantasmalmente, sobre el foro. El diputado del PRD Agustín Basave Benítez, secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores, dijo: “Al bullying ejercido por Estados Unidos no se le enfrenta con apapachamientos y apaciguamiento sino con fuerza. Y México tiene cartas para lograrlo con una postura firme”.
Basave apostilló: “México no está en la indefensión; puede hacer muchas cosas. Pero nada de eso va a ser posible mientras se tenga la actitud de miedo, sumisión e inseguridad que ha tenido la Cancillería mexicana. Tiene que haber un cambio inmediato en la Secretaría de Relaciones Exteriores para tener la firmeza, fuerza, capacidad y dignidad que enfrente un enemigo de este tamaño”.
Barbotó en el foro como un lastre de la actual política exterior mexicana la enorme cobardía e incompetencia con que se mueve el actual canciller, Videgaray, a quien no lo defienden ni los priístas, que sólo optan por quedarse callados cuando la oposición se pone a golpear severamente al hombre de Enrique Peña Nieto en el despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Incluso, Basave ha propuesto, dentro del marco de esa “ley del ojo por ojo, diente por diente”, lo siguiente:
Uno. “Revisar la costosa cooperación en narcotráfico y migración, vital para el vecino país, ya que el gobierno mexicano le hace el trabajo sucio en ambos casos a Estados Unidos, al detener a migrantes centroamericanos y en la guerra contra el narcotráfico, nosotros ponemos los muertos y ellos a los drogadictos”.
Dos. Impulsar una agenda propia con temas de interés nacional y aceptar las propuestas estadounidenses, sólo previa negociación”.
Tres: “Obstaculizar la construcción del muro en instancias jurídicas internacionales, a través de la litigación ante órganos internacionales y saturar las cortes norteamericanas con asuntos de migrantes que no quieren salir de ese país”.
Martha Cristina Jiménez Márquez, panista, presidenta del Grupo de Amistad Mëxico-Estados Unidos, lanzó una advertencia: “No hay presupuesto para afrontar las deportaciones masivas de mexicanos y, tampoco, la capacidad suficiente para reinsertarlos social y laboralmente, ni cómo regresarlos a su lugar de origen en caso de que los deportados no vayan a ser mexicanos”.
Dijo también: “El muro no es sólo una estructura física, sino un símbolo político que nos divide, nos afecta y nos distancia en nuestras relaciones sociales, comerciales y políticas”.
A propósito de deportados, aquí mismo, en San Lázaro, durante una reunión que sostuvo con la Comisión de Asuntos Migratorios, la Coordinadora Nacional de la Estrategia Somos México, Gabriela García, dijo que durante enero pasado el gobierno de Estados Unidos deportó 13 mil personas indocumentadas.
Y añadía: “El tema de la repatriación de mexicanos no es nuevo; no es un tema que surgió en la presidencia de Trump. La política migratoria de Estados Unidos siempre ha sido la misma. El año pasado se repatriaron 217 mil 389 personas”.
Gabriela García dijo también a los diputados que México –o sea el Instituto Nacional de Migración- recibe a los repatriados en los siguientes puntos del país: “Tijuana, Mexicali, San Luis Río Colorado, Nogales, Ciudad Juárez, Ciudad Acuña, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.
Ayer, en San Lázaro prevalecía la convicción de que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá ya se perdió. Pero Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la esperanza de que continúe todavía la tiene. Y, a contrapelo de quienes afirman que llegó la hora de que México vea hacia su mercado interno, sostuvo: “Necesitamos permanecer en el modelo de apertura para atraer inversiones”.