- El policía turbulento
- En su tiempo libre buceaba en el Golfo de México, frente a uno de sus hoteles, en la barra de Chachalacas
- Con rifle de asalto, capucha y lámpara, en una patrulla blindada y dos de escolta solía patrullar Xalapa
- Enojada la elite eclesiástica decidió tumbar una capilla a la Santa Muerte
Ignacio Carvajal García/blog.expediente.mx para El Piñero de la Cuenca
Veracruz.- Hace unos años, antes de todo el horror que despertaba su nombre y las constantes menciones negativas en la prensa, Arturo Bermúdez Zurita disfrutaba de su tiempo libre buceando en aguas del Golfo de México, frente a uno de sus hoteles en la barra de Chachalacas; una de sus tantas propiedades por las cuales ahora está encarcelado y bajo investigación por presunto enriquecimiento ilícito.
En ese entonces, el buceo era una de sus grandes pasiones, con esa actividad liberaba la tensión de las jornadas de trabajo. Sumergido en aguas turbulentas era adicto a la belleza de los corales, arrecifes y fauna marina que habitan los rincones más insospechados del Parque Arrecifal Veracruzano; privilegio de muy pocos.
Avanzada la primera mitad del sexenio de Javier Duarte de Ochoa eran numerosas las denuncias de periodistas agredidos por elementos de Arturo Bermúdez, abusos de autoridad de sus subordinados contra pensionados, manifestantes y era evidente el pacto entre delincuentes y policías para desaparecer personas y operar toda clase de negocios clandestinos, como el robo de hidrocarburos a Petróleos Mexicanos (Pemex).
Esos factores comenzaron a generar presión al titular de la SSP. Desde el 2016, hasta su renuncia en agosto del mismo año, no hubo semana en la que no hubiera un escándalo relacionado con la SSP o su titular. Es un reportaje de Carmen Aristegui, sobre sus propiedades en Estados Unidos, el que le da el tiro de gracia para orillarlo a dimitir, aunque el gobernador, había dicho que antes se iba él, que su metasecretario.
Ante esas presiones, el Capitán Tormenta se refugió en otro de sus placeres: salir a patrullar las calles de la capital. Ataviado con el traje de las fuerzas tácticas de la SSP, capucha, lámpara y rifle de asalto, disponía de una patrulla especial, blindada, sin número y siempre resguardada por dos unidades.
El pasado 21 de noviembre, durante un desalojo de maestros en Xalapa, se dejó ver en su atuendo de batalla. Iba a la cabeza del operativo para reprimir a disidentes de la reforma educativa en el complejo Omega.
“Cuando había problemas a su alrededor, llegaba el fin de semana y ya no iba a su casa. Daban las seis de la tarde y nos despachaba a todos sus empleados administrativos. Nos dejaba salir temprano para que él pudiera cambiar su atuendo habitual por la camisola, la capucha y el casco táctico. Cuando era así, sus mismos escoltas nos avisaban para que no nos los fuéramos a topar porque luego le gustaba ir al alcoholímetro o a montar retenes en donde quería. Si veíamos el convoy de esa patrulla escoltada sin números, lo sabíamos, era él y le cortábamos vuelta”, cuenta uno de sus colaboradores bajo anonimato.
PREPARADOS PARA MORIR
“Cuando llegue la muerte, siempre hay que estar preparados para ella”, solía decir Arturo Bermúdez a sus más allegados cuando se concentraban en su oficina de la Secretaría de Seguridad Pública o en la Academia de Policía de El Lencero.
“Siempre se la pasaba filosofando sobre la vida o la muerte”, confía alguien que le acompañó en su primer círculo de poder durante la prosperidad. Así, el ahora preso en Pacho Viejo vivió el duartismo pregonando valores de la región católica, aunque nunca se paraba en una iglesia.
En su oficina de la SSP, siempre una Biblia a la vista, separados los versículos relacionados con el amor a la vida, el perdón y la muerte. Aborrecía el culto a la Santa Muerte. Lo dejó claro una madrugada a inicios del sexenio.
Frente a las oficinas de la Secretaría de Educación (SEV), durante varios años, compitiendo con la efigie del beato Rafael Guízar y Valencia de Plaza Américas, se alzaba desafiante una capilla a la Santísima Muerte.
Nadie se dio cuenta el momento en que el monumento a la Muerte fue erigido y menos frente a la SEV. Eso tenía de malas a los altos prelados de la fe católica de Xalapa y así se lo hicieron saber al jefe de la policía.
Una de esas noches Bermúdez ordenó conseguir una retroexcavadora, llevarla de madrugada cerca de la SEV y acordonar la zona, como si se tratara de la escena de una balacera para evitar curiosos.
Ataviados con sus trajes de fuerzas especiales echaron mano de la máquina y despedazaron la capilla.
Como cuando Dios mandó el diluvio para purificar la tierra, Bermúdez ordenó despedazar la capilla de la Muerte, ahí mismo, como una consigna que en ningún penal de Veracruz los presos tuvieran una sola imagen para sus rituales con manzanas y michas. No quería saber nada de las doce potencias ni de cirios sagrados a la maldita fuerza oscura bajo su reino y en cada requisa a CERESO despojaban a los presos de sus flaquitas, y si incurrían, los castigaban.
UN LIBRO PARA EL CAPITÁN
Día cálido en Chetumal. Beto Borge gobernaba con mano de hierro y hablaba de un platónico desarrollo para Quintana Roo. Quienes le escuchaban en su tercer informe de gobierno le aplaudían de pie, en especial Javier Duarte de Ochoa, hoy prófugo de la justicia, quien ese día se encontraba en primera fila, extasiado por la danza de cifras y los castillos sobre las nubes.
En ese lugar lo abordó una periodista reconocida en el plano nacional, quien le propuso escribir una serie de libros sobre la obra de su gobierno.
Ella le ofrecía asesoría y planeación del proyecto del texto para sentar precedentes sobre su estilo de gobernar.
Duarte, tomado, cachondo, le dio el sí, pues ya sabía del interés del Capitán Tormenta de editar un libro sobre su magna creación: la Fuerza Civil. Primero ese libro y tal vez después otros, acordaron. El costo sería menor a 5 millones de pesos.
“Por el puro proyecto de la edición de la Fuerza Civil, se pagaron 500 mil pesos”, cuentan en los pasillos de la SSP.
Bermúdez estaba contento con la idea de Duarte, sólo lamentaba que su amiga Gina Domínguez Colío no lo ayudara, la habían sacado de Comunicación Social en medio de escándalos por la muerte de periodistas y entraba en su relevo Beto Silva, quien comenzó las gestiones para culminar el proyecto.
El Secretario de la SSP dispuso de fotógrafos profesionales enviados por el hijo de la columnista asesora en seguridad pública y tareas de gobierno que contactó a Duarte en Chetumal.
De la Academia de Policía se iban a locaciones espectaculares y representativas de Veracruz para lograr las imágenes que nutrirían el mamotreto.
“A Bermúdez no le gusta leer”, cuenta otro de sus conocidos. En su oficina antes de libros lo que destacaba era una colección de balas. “De todos los calibres”, desde la escurridiza 22 milímetros, la preferida de los asesinos; la .9 milímetros, y la letal: la calibre .50.
Muñecos de todo tipo, figuras de Batman, gendarmes de juguetes, patrullas a escala, plumas de lujo, todo ordenado de manera pulcra y sencilla.
Algo no podía faltar nunca: fruta fresca, manzanas, peras, fresas, plátanos dominicos y agua. “Consumía mucha fruta y tomaba mucha agua, nunca de sabor, o refresco, sólo agua simple, por eso se conservaba así de delgado” relata quien lo conoció muy de cerca.
El libro de la Fuerza Civil se trataba de una edición de lujo, en el más fino papel, con muchas fotos, escrito por el hijo de la columnista, prologado por Bermúdez, y que sólo quedó en proyecto, jamás se editó.
Un proyecto más de Duarte de Ochoa, pues comenzaron los problemas de liquidez para el pago del texto y de muchos otros servicios, como quedó plasmado en el decreto de gobierno firmado por Javier Duarte de Ochoa, cancelado ya por Yunes Linares, para crear un fideicomiso con impuestos de los veracruzanos para pagar las deudas a proveedores y contratistas.
En 2011, según la Ley de Egresos del Gobierno de Veracruz, la SSP recibió mil 450 millones de pesos para su presupuesto; para el 2016, cinco años después, el mismo documento dice que el gobierno de Veracruz destinó 4 mil 212 millones los cuales fueron manejados por Bermúdez. La Cuenta Pública 2015, indica que más del 60 por ciento del presupuesto de SSP se destina a nómina, en teoría, al pago de más elementos de vigilancia y prevención del delito; sin embargo, como lo indican los datos del Secretariado Ejecutivo mencionados arriba, la incidencia delictiva lejos de menguar, se incrementó exponencialmente.
CAZADORES DE HUMANOS
Al jefe de la laza le gustaban los animales carnívoros y tenía su pequeño zoológico, entre ellos un león y un cocodrilo; también le agradaban las especies exóticas y salvajes.
Un día, Bermúdez Zurita efectuó un operativo en la zona de Chachalacas y llegó a la casa del jefe de la plaza. Se desconoce el destino final del maleante, pero los animales quedaron en manos del alto mando de la policía, se hallaba fascinado con uno en especial, un león joven, majestuoso e imponente cuyo rugido amedrentaba a los pescadores de la región.
“Leonardo”, así le puso Arturo Bermúdez a su nueva mascota, lejos de ser entregado a las autoridades federales, de manera irregular, después de ese operativo, se lo llevó a El Lencero, donde montó su zoológico.
“Amaba a ese león, era su favorito, le daba de comer, lo apapachaba, se iba a pasar mucho tiempo para cuidarlo y estar pendiente de él y de los otros animales”, relata un allegado al ex titular de Seguridad Pública.
El Capitán Tormenta salía a caminar por el terreno de la institución los fines de semana y pasaba largos momentos conviviendo con la fiera enjaulada. Los dos se miraban fijamente. Los dos compartían los mismos instintos. Los dos ahora son cautivos.
Bermúdez llegó a tener más de 10 ejemplares de especies en peligro de extinción sin que PROFEPA o la SEMARNAT intervinieran.
“Casi todos llegaron a sus jaulas al Lencero decomisados de operativos a narcos, entre ellos el felino”, cuenta.
Si un delegado de la SSP buscaba congraciarse con Bermúdez, debía apresurarse a decomisar algún animal exótico y dejarlo pronto a su disposición. Nunca les dio mala vida, relata la fuente. Comían lo mejor y constantemente eran visitados por un veterinario. Bermúdez, hosco y poco proclive a sonreír, se volcaba en cariños y atenciones a sus mascotas, que eran resguardadas en jaulas fabricadas exprofeso por aspirantes a acreditables.
A otros cautivos en Lencero no les iba igual, ahí estuvo “encerrado mi hijo, lo sé, lo pude investigar por medio de coordenadas del GPS de su teléfono”, afirma Efraín Martiz, padre de Gibrán Martiz, el ex cantante de la Voz México, víctima de desaparición forzada a manos de seis jenízaros de la SSP.
El dato macabro: el joven estuvo en las mazmorras de Lencero al mismo tiempo que Miguel Ángel Osorio Chogn, Secretario de Gobernación, participaba de la presentación de la primera generación de elementos de la Policía Acreditable, en enero del 2014; ese mismo mes, el chico apareció sin vida con otro de sus compañeros; y la CNDH acusó a esos policías de desaparición forzada.
EL HOMBRE DE FAMILIA
Cada fin de semana lo dedicaba a sus tareas en la Academia de Policía. Soñaba con crear oficiales confiables y eficientes, sin embargo, al final la mayoría siguió su ejemplo. Olvidaron cuidar el deber por la corrupción y los negocios, aunque en ello implicara violar constantemente los derechos humanos de quienes debían proteger. Cuando iba a la academia no asistía a comer a casa, entonces contaba con cocinero personalizado, quien le preparaba su platillo preferido: el pozole al estilo D.F.
Aunque también disfrutaba ofrecer variedad a los invitados a su mesa, la mayoría eran mandos de la SSP o colaboradores de la tropa muy cercanos. Ofrecía mariscos, cortes o antojitos. Todo era fresco y de calidad.
Entre las madres de los distintos colectivos que buscan a sus desaparecidos en Veracruz ni si quiera el mejor pastelillo resulta agradable al paladar ante los tiempos de ausencia, el comer se vuelve algo mecánico, excluido el placer, sólo para sobrevivir, confiesa Rosalía Castro, integrante de Solecito de Veracruz, quien hasta antes de la desaparición de su hijo era una persona alegre y difícilmente se perdía una celebración. “Ahora no soporto nada de eso, no es que odie a los demás, pero ya no soporto la alegría de otros con mi dolor a flor de piel. Si voy a un convivio me salgo lo más pronto posible”.
En contraste, Arturo Bermúdez, en sus tiempos, no podía hacer una comida sin su postre. Es amante de los pasteles, el flan y el helado. Charlas de negocios, trabajo, encuentros informales, siempre los cerraba con un bocado dulce y exquisito.
El viernes 3 de febrero, el día de su detención, Bermúdez, el de los banquetes en la plenitud del poder, hubo de conformarse con una torta al salir de los interrogatorios, camino a su fichaje.
En sus años en la SSP “nunca hizo cambio de agenda para la comida así lo invitara algún alto directivo de medios de comunicación o empresario. Con disciplina, ese espacio siempre estaba reservado para almorzar a las 3:00 PM con su familia.
Invariablemente así era, a menos que el gobernador lo jalara a Casa Veracruz”, relata el colaborador, aunque al final de sus días en la SSP, acota, “pasaba más tiempo concentrado en el trabajo e iba menos a casa”.
Pero cuando comía en instalaciones de la SSP, degustaba platillos de calidad elaborados por su chef. En el proceso de entrega-recepción, en la academia de Lencero, encontraron una bodega de alimentos enlatados. A tope. Todos importados del viejo continente y otras regiones del mundo. Lo mejor de la alta cocina gourmet. Salsas de tomate francesas, pastas italianas, galletas finas, etcétera, remarcando el perfil sibarita del más nuevo inquilino en Pacho Viejo.
Irónicamente, gran parte de los mil 614 millones de pesos dejados por Bermúdez como deuda con proveedores corresponde al suministro de alimentos a personal de la dependencia y a los internos de los distintos penales. En la lista de proveedores figura la empresa Abastecedora de Víveres (AVI), con una deuda por 196 millones de pesos. En la región Coatzacoalcos-Minatitlán, al Mando Único la SSP le quedó a deber poco más de 23 millones de pesos por suministros, gasolina y alimentos para el personal naval. Al cierre de la administración 2010-2016, la SSP quedó como la segunda dependencia con más deuda en el esquema del Ejecutivo.
“Bermúdez no se va, primero renuncia el Ejecutivo antes que el secretario de Seguridad Pública”, dijo Javier Duarte de Ochoa en redes sociales cuando diversos sectores reclamaron la cabeza de su subordinado.
Gracias a elementos de la SSP en los tiempos de Bermúdez, el gobierno de Veracruz recibe su primera recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por desaparición forzada, derivada del caso Gibrán Martiz y dos de sus amigos. El Ejecutivo cuestionado por un delito de lesa humanidad.
Igualmente, a la cabeza en las cifras de policías peor evaluados en pruebas de confianza, en denuncias por desaparición forzada y en más oficiales detenidos en cinco años por presuntos vínculos con los cárteles de la droga, más de 200 procesados.
Y todo indica que sus gendarmes, durante su periodo, colaboraron en masacres e inhumaciones masivas de víctimas de la delincuencia y del gobierno cuyos restos arrojaron en las fosas de Colinas de Santa Fe, así lo confirmó la localización de Pedro Huesca Barradas, ex agente del Ministerio Público, quien fue ubicado en enero pasado en uno de esos agujeros; pues el día de su desaparición, según la declaración de dos detenidos y sentenciados por ese caso, elementos de la SSP facilitaron esa operación.