•Ante niños de primer año de primaria, en el salón de clases donde celebraban posada navideña, ejecutado en Acayucan Gumaro Pérez
•Tres tiros le dieron los malos, dos en el tórax y el de gracia antes de marchar a toda prisa; la viuda agradece que no lo hubieran hecho delante de su hijo
•Con 15 años de carrera, pasó por los diarios de Acayucan, Liberal, El Mañanero, Del Sur, y actualmente era empleado del ayuntamiento local y sacaba de vez en cuando el diario La Voz del Sur
•Se trata del cuarto periodista asesinado durante el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares
Ignacio Carvajal/Fotos de Ángel Hernández blog.expediente.mx Para el Piñero de la Cuenca
Veracruz.- De tres balazos, dos en el tórax, y el de gracia, fue asesinado el reportero Gumaro Pérez Aguilando, quien también se desempeñaba como empleado del ayuntamiento de este municipio, y presuntamente estaba acogido a un esquema de seguridad.
En un comunicado, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares lamentó los hechos y adelantó que se hará una investigación puntual al respecto del incidente que ocurrió al interior del salón de una escuela primaria, mientras se celebraba la posada navideña de su hijo, y sus compañeritos de primer año de primaria.
ASESINADO EN LA POSADA
El hecho causó más polémica porque la ejecución se dio al interior de colegio donde se celebraba la posada de su hijo de seis años, Profesor Rafael M Aguirre Cinta, en la zona centro de Acayucan; además, ante la mirada de unos 40 niños compañeros de su hijo.
“Dos sujetos ingresaron y le dispararon cuando se encontraba sentado en una silla disfrutando de una agua de horchata”, relató la esposa del finado, Adelina Mendoza Hernández.
Expresó que ella, su esposo y el hijo de ambos habían ido desde las 9 horas a la posada en una de las aulas del colegio, donde tomaron asiento y cerca de las once, ella se marchó para atender su negocio.
“Fue en la salida, cuando escuché los disparos, me despedía de mi hijo, y alguien dijo que habían matado a un señor, que era mi esposo, como yo tenía a mi hijo cerca, para despedirme, dijo que no, me refugié en otro de los salones, y después salí, dejando a mi hijo encargado, y confirmé que era él.
Por la mañana, antes de irse a la posada, Gumaro Pérez comió barbacoa y pasta. Se apresuraron a marchar a la posada en la primaria, donde la muerte le aguardaba.
Los agresores usaron armas 9 milímetros, una típicas en los ajustes de cuentas de la mafia. La esposa relata que su marido, con 15 años de experiencia en diversos medios, no contaba con amenazas pero ella ya quería que se saliera de ese trabajo.
Aunque entre compañeros locales, afirman que sí se encontraba en alerta después del asesinato, el pasado 9 de diciembre, del empleado de una empresa de rótulos, que era trabajador de un primo, y que ese día se encontraba manejando el coche de su propiedad, tipo tsuru.
Cuentan en Acayucan que antes de ser asesinado confió a reporteros locales que pensaba que se había tratado de una confusión, pues la víctima manejaba su coche y le dieron muerte después de perseguirlo en el barrio Zapotal.
YA NO VIO A SU PAPÁ
La ejecución se dio delante de docenas de niños de primer año de primaria que disfrutaban del festival navideño, también había padres de familia y maestros que disfrutaban de la comida y el agua de horchata.
Al darse los dos disparos iniciales y después uno de gracia, con más estruendo, se vino el pánico y la ola de sicosis pues el caso retumbó en otros colegios cuyos padres arribaron a buscar a sus hijos.
La sicosis en la escuela sin embargo fue superada por la magnitud de la noticia, el homicidio del conocido comunicador.
A la ahora viuda el consuelo que le queda es que “mi hijo ya no vio a su papá (muerto), Dios sabe por qué hacen las cosas”.
“Una persona me ayudó a esconderlo, le dije a una persona a la que se lo dejé que me lo cuidara, que iba ver si las personas malas ya se habían ido”.
Al sitio arribó una unidad de personal de la Fiscalía General del Estado para iniciar con las investigaciones. Hasta ahora no se tiene clara cuál es la línea de investigación, pues su trabajo como periodista lo ejercía con menos intensidad.
De hecho, el diario La Voz del Sur, donde trabajaba, y el cual era de su propiedad con otros colegas, salía sólo una vez al mes con información de corte político.
La mayor parte de sus ingresos los obtenía de su trabajo como empleado del ayuntamiento de Acayucan, donde era muy cercano al alcalde, Marco Antonio Martínez Amador, para el que trabajaba como asistente o chofer; en el área de prensa de ese municipio desmintieron que fuera el “jefe de prensa”.
EL HOMBRE DE ROJO
Adelina Mendoza Hernández dijo en entrevista con este reportero que su esposo tenía 15 años ejerciendo el periodismo y con él tiene 10 años en matrimonio, que antes de ser comunicador trabajaba con su abuelo en un rancho, en la zona rural.
Dice que inició en el periodismo en el Diario de Acayucan, 15 años atrás, donde creó un personaje, “el hombre de rojo”, que era él vistiendo ropa de ese color porque así “le daba más presencia al diario”.
“Hombre de rojo por la nota roja o amarillista que era la que él hacía, la gente luego lo veía en la moto que andaba todo de rojo y así le pusieron, el hombre de rojo y luego a él le llamaban para que acudiera a cubrir las noticias”.
El periodista finado también pasó por Liberal del Sur, Diario de Mina, Diario del Sur, El Mañanero, y una radiodifusora.
Hace siete años, con otros colegas, fundó la Voz del Sur, que sacaba impreso una vez al mes, posteriormente por falta de recursos, sólo cuando se podía, y últimamente, sólo lo ejercía en redes sociales y un espacio en la red.
NOS ÍBAMOS A IR
En la entrevista la esposa explicó que “después de que comenzó la violencia contra los periodistas, muchas veces le dije que nos fuéramos, que se saliera y que pusiéramos un restaurantito”, pero se resistía.
Incluso, en el proyecto a corto plazo estaba contemplada la madre del comunicador, “le decía que ella nos cocinaba, porque cocina rico”, pero el proyecto no se hizo y ahora Gumaro Pérez se suma a la lista de reporteros asesinados en la Yunicidad, con Ricardo Monloui, Cándido Ríos y Edwin de Paz; sólo por el primero hay un presentado como presunto autor material.