En la junta semestral de la oficina, mientras se escucha a la pareja quejarse sobre la relación, durante el viaje a casa en el transporte público… A cada momento el “drama” amenaza con surgir y es, porque pocos somos capaces de manejar las emociones con inteligencia.
Si no se tiene conciencia de quién se es, o no se posee las habilidades para controlar emociones angustiantes, ser empático, relacionarse con los otros eficazmente y tener una actitud positiva, entonces no importa lo inteligente que uno sea, no será posible llegar lejos”, así lo describe Travis Bradberry, autor del libro, Emotional Intelligence 2.0.
Aunque cueste admitirlo, a veces la realidad es más sencilla de lo que unos desea creer. Ante cualquier conflicto existen dos formas de actuar: reaccionar o responder.
Si se elige la primera se está optando por ser impulsivo. En ésta lo que se dice, hace y escoge parte de las emociones (miedo, enojo, angustia…), las cuales impiden ver lo que está pasando con objetividad, por consiguiente, mucho de lo que se haga bajo su influencia no será muy benéfico.
En cambio, si en lugar de reaccionar se responde, estamos proporcionándonos a nosotros mismos la oportunidad de pensar sobre el problema desde tres perspectivas diferentes: la paciencia, la humildad y la conciencia sobre uno mismo.
En conclusión, una persona con inteligencia emocional es aquella que puede tomar decisiones a través de escuchar sin juzgar, evitando reaccionar desde el ego herido, conectando con los sentimientos más reales para una respuesta justa.
Sin embargo, si éste no suele ser tu actuar ante las dificultades no te desanimes, la inteligencia emocional es una capacidad que se va aprendiendo. Lo primero que debes hacer es respirar y tomar algunos minutos antes de tratar de solucionar cualquier cosa.
¡Inténtalo!
con información de salud180.com