Luis Velázquez Escenarios
14 de mayo de 2019
UNO. En la democracia cada quien viste como quiere…
Quizá a tono con el programa “Este es mi estilo” de TV Azteca, desfile de mujeres jóvenes con su fashion, un quinteto de diputados locales llegó al Palacio Legislativo el jueves 9 de mayo luciendo su moda en el vestir.
Ninguna duda de que Érik Iván Aguilar se llevó la mañana según la crónica gráfica de Yerania Rolón.
Con la estatura de Tobi, a Érik Iván sólo le faltó su “Pequeña Lulú”, y que bien podría ser su homóloga Marigraz, la Marilyn Monroe del Congreso, la junior de Misantla.
Érik Iván, un gigante como Oscar Wilde con corazón de pollo, lució un traje, saco y pantalón y chalequito como “El gran Gatsby” de William Faulkner, con cuadros azules estrafalarios salpicados con el color amarillo, amarillo canario, como diciendo al mundo “mírame y no me toques”.
Su corbata amarilla estridente, color chillante, hijo del trópico, los colores y sabores de que habla Carlos Pellicer en sus poemas.
Horas tenía que Érik Iván reveló en el Congreso que se siente amenazado y necesita permiso para portar pistola, pistola al cincho como el secretario de Seguridad Pública, porque le habían robado su camioneta, cuando, caray, trascendiera que un agente de Tránsito se la había llevado… mal estacionada.
Quizá deseó así compararse con el góber de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, quien movió a la policía buscando a su perrito “Simón”, incluso, hasta publicó un anuncio en la televisora oficial diciendo “Simón, vuelve a casa, te extraño, no puedo dormir”.
DOS. Ropa de fiesta finsemanara en el Congreso
Despampanante con su trajecito amarillo canario, más chillante que nunca, la diputada Míriam Ferráez, aquella de frase bíblica de que “AMLO me da asquito”.
Saco y pantalón amarillo, a tono, digamos, con su pelo güero acentuado por el sol tropical. Mírame, a fuerza. Los colores intensos de la mexicanidad, como las fachadas de las casas rurales, y también, claro, urbanas, quizá, en las colonias populares, gustos del pueblo.
Rosalinda Galindo, la diputada de Morena, amiguita del gobernador, luciendo su vestido cortito color rosado, el color preferido, se afirma, de Cuitláhuac.
Perdón, pero el jurado diría que en el vestido rosado la legisladora parecía un globo de cantoya, una piñatita, pues ha de tenerse gusto para vestirse, y más llegando al Congreso con ropa de una fiesta finsemanara.
Cada quien luciendo su concepción artística.
TRES. La curul, para tomarse selfies y chismear…
El fashion también se lo pudo haber llevado Rodrigo García Escalante. Su traje color gris o plomo, exaltado con sus calcetincitos esotéricos.
Eran de color verde tierno, la ternura y la tersura de una flor en primavera, con cuadritos y rombitos blancos, cruzado de piernas, leyendo un papelito, para lucirse ante, digamos, su homólogo Érik Iván Aguilar con su piyamita pidiendo le autoricen llegar a la curul armado como cuando Damián Alcázar, La ley de Herodes, entra al Congreso de la Unión y encarama en la tribuna.
En el desfile de los diputados fashion, Brianda Kristel Topete fue discretita. Lució un vestido color cebra en la selva, amarillo amarillo, con rayas negras, como una cebra, manga larga y corta, la mirada más que dura, a la defensiva… contra el mundo.
En la carrera fashion, la única diputada priista, y pluri, Érika Ayala, ha descuidado su figura y dejado que el cuerpo tome su forma deseada, y la cara redondita y la cabellera larga, bien cuidadita, resbalando hacia los hombros donde se desperdigan alrededor.
Marigraz, la Belinda del Congreso, tomándose selfies y chismeando…