Connect with us

Baños de pureza azul; cero corrupción en Tránsito “¡Agarren al ladrón!”

Staff El Piñero

Luis Velázquez

 

PASAMANOS: El gobierno de Veracruz es un iluso. O de plano, un rollero. Ha de creer que por estar en el trono imperial y faraónico, la población cree a ciegas en su palabra y en su discurso. Por ejemplo, el chorizo de que reduciendo las multas de Tránsito… en automático se acabará la corrupción.

Peor tantito si se considera el anuncio demagógico y populista de que “En un lapso máximo de un mes, que concluye el último día del mes de mayo, termine la corrupción”.

“No se permitirá más corrupción” ha dicho el jefe máximo del bienio azul. ¡Ajá! Ni siquiera, vaya, Enrique Peña Nieto ha podido por equis o mangas evitar que ahora unos diez ex gobernadores priistas estén acusados de la peor deshonestidad en la historia nacional, unos presos y otros prófugos de la justicia.

Además, desde el momento en que Eva sedujo a Adán en el paraíso con la manzana que lo volvería como Dios, la corrupción inició en la historia de la humanidad.

Tan es así que Moctezuma II envió a Hernán Cortés, el Quetzacóatl que llegaba, veinte muchachas, todas vírgenes, y moneditas de oro para lograr el perdón.

La corrupción está, pues, en todas partes. Bastaría referir, una vez más, que en la Ciudad de México exhiben, tipo carpa, una obra teatral intitulada “Las dinosaurias también roban” para referirse a las esposas de los presidentes de la república.

Más aún, Karime Macías lo escribió en su diario. “Merezco abundancia”, repitió 50 veces en su libretita escolar, y ahora, ni modo, su esposo, Javier Duarte, preso en una cárcel militar de Guatemala, y ella, en el otro extremo del mundo.

El filósofo José López Portillo lo decía con claridad: “La corrupción somos todos”, aun cuando, claro, podríamos, digamos, hacer una excepción con las denuncias penales de enriquecimiento ilícito que Javier Duarte interpuso en la PGR en contra del góber azul y que fueran retomadas por Andrés Manuel López Obrador, ajá.

 

BALAUSTRADAS: En la cárcel de Nueva York, Joaquín “El chapo” Guzmán, está viendo alucinaciones. En Veracruz, el bienio azul de igual manera.

Nadie, claro, cree en el estribillo de que al reducir multas de Tránsito en un 57 por ciento se acabará con la corrupción.

Y más, cuando con todo el populismo mesiánico del mundo se asegura que “es nuestra decisión y la vamos a cumplir”.

Simple y llanamente, más, mucho más saca un agente de Tránsito con unas cuantas “mordiditas” que con el ingreso mensual.

Todavía peor: en la leyenda popular estamos seguros de que la corrupción es una espiral que inicia, cierto, con el agente de Tránsito y el patrullero, pero al mismo tiempo, va subiendo y subiendo y subiendo hasta llegar a los meros jefes de Xalapa.

Así ha sucedido siempre y ni modo que ahora, en el bienio azul, en un tiempo tan reducido y tan complicado en materia electoral, se cante victoria izando la bandera de la honestidad.

Y más, cuando quedó probado y comprobado en el Felipismo que las delegaciones de Tránsito en Veracruz fueron permeadas, igual que las corporaciones policiacas, por los malandros.

Y más, cuando con Javier Duarte, la secretaría de Seguridad Pública se convirtió en una súper dependencia controlando las policías, los agentes de Tránsito y los penales, centro por excelencia de la corrupción jamás imaginada.

“He ordenado, clamó y proclamó el góber azul, al secretario de Seguridad Pública, que en un lapso máximo de un mes… se termine con la corrupción”.

Es decir, por decreto flamígero del jefe. Palabra de Dios. Ajá.

 

ESCALERAS: Todavía de ñapa, la represión, tan característica que fue en el Chirinismo, 1992/98, cuando con Patricio Chirinos Calero inició el debut y el auge de los malandros, José Albino Quintero Meraz, el capo que tenía tan sólo en el fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río, doce casas de seguridad, una de ellas, vecino con Miguel Alemán Velasco en el sexenio siguiente.

Y la represión por lo siguiente:

El exoficial Francisco Esparza Mejía denunció amenazas del personal de Asuntos Internos de la SSP (hasta con la metralleta en la sien) en contra de los agentes de Tránsito de

Veracruz para obligarlos a renunciar bajo el argumento de que estaban ligados a la delincuencia organizada.

Y de lo contrario, dijo, “si no renunciábamos nos iban a llevar a la Fiscalía para seguir un proceso y cumplir una condena de varios años de prisión”. (La Jornada, Roxana Aguirre, 26 de abril, 2017)

Es el sello de casa.

Por un lado, el mesianismo. Yo soy honesto, ustedes, los duartistas, son corruptos, todos, y nadie escapa.

Y por el otro, el discurso populista y demagógico, acompañado de la amenaza, la intimidación, el acoso, la represión y el triunfalismo.

Incluso, y para que nadie dude de “la mano que mece la cuna”, lo dijo el gobierno de Veracruz:

“No se permitirá más corrupción y si es necesario despedir o proceder penalmente contra todos los malos elementos… se hará”.

Se daría, entonces, como un hecho, que en cinco meses los agentes de Tránsito ya fueron investigados, pero además, les comprobaron que son corruptos y estaban ligados a los malosos.

¡Vaya eficacia y eficiencia!, cuando los carteles y cartelitos siguen como dueños del día y de la noche en el territorio jarocho donde asesinan a un niño de 5 años, a una maestra y a un activista social de origen norteamericano.

Con tantos ángeles de la pureza en el bienio azul sólo falta que alguien por ahí grite “a los cuatro vientos”:

“¡Agarren al ladrón, agarren al ladrón!”.

Comentarios

Comentarios

Comentarios

Entradas Relacionadas