Luis Velázquez
08 de julio de 2017
ESCALERAS: Verdad o mentira, media verdad o media mentira, durante casi seis años el gobierno federal nunca volteó la mirada al Veracruz huracanado que se vivía. Ni con Felipe Calderón ni tampoco con Enrique Peña Nieto.
Por el contrario, en el imaginario colectivo siempre se ha tenido la sensación de que por alguna razón el Peñismo blindó y protegió y toleró y solapó las pillerías y trastupijes de que la Auditoría Superior de la Federación y la Procuraduría General de la República acusan a Javier Duarte.
Por eso, el corazón social se llena de regocijo ahora cuando todo indica que el Peñismo se ha vuelto un aliado de Miguel Ángel Yunes Linares, ya sea en forma directa y/o a través de Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación amigo del góber azul desde cuando ambos iniciaran la relación amical con Jesús Murillo Karam como gobernador de Hidalgo.
Y, bueno, siete meses y ocho días después, la ola de violencia heredada por el duartazgo se ha vuelto un tsunami y por añadidura, la población sigue atrapada en la incertidumbre y la zozobra, aun cuando, digamos, el rating de Yunes, con el apoyo central, le ha dado para, entre otras cositas, destaparse como precandidato presidencial del PAN y PRD y continuar soñando con la candidatura a gobernador de seis años el año próximo para uno de sus hijos.
Así, convendría enmarcar unas de las acciones oficiales para dejar testimonio que en la política los enemigos suelen convertirse en amigos y los amigos en adversarios en un pacto regido por la conveniencia y los intereses mutuos.
Uno. Ningún otro gobernador como Yunes, por ejemplo, ha sostenido en tan poco tiempo tantas audiencias con el presidenciable secretario de Gobernación, y con todo y la antigua relación amical “a prueba de bomba”, una cosita es publicitar cada cónclave y otra llevarla con bajo perfil.
Y es que, además, el hecho ratifica que el panismo de Yunes sería superficial y en su corazón, las neuronas y el hígado sigue palpitando la sangre tricolor, de tal modo que si Ricardo Anaya y Osorio Chong salieran candidatos a Los Pinos y ganaran, de cualquier forma Yunes caería para arriba.
BARANDILLA: Dos. El martes 4 en Coatzacoalcos fue detenido Alaín López Sánchez, apodado “La libre”, acusado del crimen de los 4 niños y sus padres y por quien el yunismo ofrecía un millón de pesos por datos que llevaran a su paradero.
¡Ah!, pero “La liebre” fue detenida por fuerzas federales, entre ellas, la policía migratoria, de igual manera como Hernán Martínez Zaleta, “El H”, acusado como el jefe de la narcoplaza, y ligado, por demás, a cuestiones empresariales con los Chagra de Coatzacoalcos.
El operativo, entonces, estuvo a cargo de los federales y lo que expresa otro mensaje subliminal y directo del Peñismo al Yunismo.
Tres. El Peñismo ha enviado a Veracruz la Gendarmería, la Policía Militar, la Policía Federal, más soldados y más militares para, digamos, intentar pacificar el territorio jarocho y que nunca en el duartazgo se concitó con tanta intensidad.
Cuatro. De forma rara y extraña, significativa e indicativa, las denuncias penales de Javier Duarte y sus diputados federales (Érick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Alberto Silva, Édgar Spinoso y Noemí Guzmán, entre otros) en contra de Yunes Linares en la PGR están congeladas. Ninguna avanza. En el limbo y ni modo que sea por tanta burocracia, pues, y además, las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación y de Yunes en contra de Duarte están caminando.
Cinco. En ningún momento el rafagueo de Yunes en contra de AMLO fue un hecho aislado. Por el contrario, fue programado desde, digamos, la secretaría de Gobernación, con el visto bueno de Los Pinos.
CASCAJO: Seis. Yunes ha sido un dique para el presidenciable Rafael Moreno Valle, ex de Puebla y su antiguo conocido, mínimo, desde su alianza con la profe Elba Esther Gordillo, la primera presa política del Peñismo, en una pichada que en el pasillo siempre fue afirmado que Yunes había participado con información privilegiada.
Siete. La distancia que Yunes ha marcado (y que tanto interesa a Osorio Chong) ex profeso de Margarita Zavala, la otra precandidata presidencial, y de Felipe Calderón Hinojosa, su antiguo jefe cuando lo nombrara director general del ISSSTE y su candidato a gobernador de Veracruz por encima de Gerardo Buganza Salmerón.
Ocho. El apapacho del secretario de la Defensa Nacional a Yunes con un par de giritas que lleva en Veracruz.
Nueve. El cabildeo de la secretaría de Relaciones Exteriores para extraditar a Javier Duarte y que ya está contemplado para los próximos días, además de la precisión de la PGR de que podría durar treinta años en la cárcel.
Diez. El pago anticipado de las participaciones federales aplicada por la secretaría de Hacienda y que tanto han servido para que el gobierno de Veracruz flote y flote bien.
Once. La Auditoría Superior de la Federación y la PGR al alimón haciendo su papel para refundir a Javier Duarte en la cárcel.
El gobierno central, entonces, se ha puesto al servicio de la yunicidad… que lo necesita como un aliado para el año entrante ahora cuando AMLO sigue encabezando la tendencia electoral para ganar Los Pinos y cuando en el PAN hay tantos precandidatos presidenciables como antes los existieran en el PRI, digamos, en el tiempo del esplendor que va de Luis Echeverría a Miguel de la Madrid.
Para su fortuna, Yunes Linares conoce el dinosaurio priista por dentro y por fuera (26 años de militante, con altos cargos públicos desempeñados) y al bebesaurio panista con tanta intensidad que en menos de lo que “canta un gallo” se adueñó del partido azul desplazando a las elites, entre ellas, a Gerardo Buganza Salmerón, Juan Bueno Torio y Alejandro Vázquez Cuevas, “El Pipo”, y que terminaron renunciando al partido luego de dos décadas, o más, de militancia.