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Barandal: El acólito del gobernador

El Piñero

 

Luis Velázquez

16 de marzo de 2019

ESCALERAS: El politólogo Ramón Benítez dice que ningún político puede transformar el curso de las cosas. Pero el secretario General de Gobierno, acólito del gobernador, lo cree, y así se ha lanzado, más que contra el mundo, en contra de algunas elites, incluso, de MORENA.

Por ejemplo:

En los días y noches que caminan de llamado sexenio de la izquierda, algunos hechos y acciones se resumirían de la siguiente manera:

Uno. El rafagueo descarnado en contra del Fiscal creyendo que en la LXV Legislatura los diputados locales de MORENA lo destituirían.

 

PASAMANOS: Dos. La siniestra y sórdida operación política para exhibir al diputado local de MORENA, José Magdaleno Rosales Torres, con la foto donde posa desnudo quizá, acaso, para un amor prohibido.

Y más, porque fue una expresión represiva en su contra luego de descubrir que el titular de la JUCOPO, Juan Javier Gómez Cazarín, es su pelele en el Congreso.

Tres. Los guantes puestos en contra de los vecinos de Tatahuicapan que tomaron por segunda ocasión la presa Yuribia y que abastece de agua a los pueblos sureños.

“Quieren dinero, dijo, en vez de obras”, y con lo que, en todo caso, y como “El dos de palacio” cuya naturaleza política es buscar puntos de encuentro, se puso los guantes, su verdadera identidad.

 

CORREDORES: Cuatro. El bombardeo al diputado local del PES, Gonzalo Guízar Valladares, por defender a los vecinos de Tatahuicapan con el caso de Yuribia, y lo que le permitió acuñar en su contra la siguiente frase bíblica:

“Para tener lengua larga… hay que traer la cola corta”.

Cinco. El repique de campanas en contra de la directora del Instituto de las Mujeres para que se aplique en su chamba, pues, dijo, “no queremos pensar que vaya a haber complicidad”.

Y en contraparte, además de sus seis, siete barbies que lo adulan en la oficina del palacio de Xalapa, sus escoltas (ocho, dicen), pues el señor necesita lacayos para sentirse importante.

 

BALCONES: “El dos de palacio” tendrá el aplauso del gobernador, pero con su discurso broncudo y peleonero, su concepto de hacer política, además de estarse desgastando, lo deja como un Pitufo gruñón.

Y un Pitufo que nada resuelve y que en todo caso, la pólvora le estalló en las manos con la frustrada destitución del Fiscal, “haiga sido como haiga sido”.

Igual que Pulgarcito, el secretario de Gobierno está dejando muchas piedritas en el camino hacia el año 2024 alimentando su descrédito y desencanto social…, por más y más que su red de cortesanos le tiren incienso a su paso para vivir y usufructuar y gozar el poder en capítulo estelar.

 

PASILLOS: Todavía peor:

Ávido de poder, creerá que con su discurso agresivo, intimidante, amenazando, acosador, muy echado para adelante, embriaga con sus palabras a la población electoral y le sirve al jefe máximo.

Tantos años de vivir en Baja California fermentaron su resentimiento con el exilio y ahora, encaramado en el efímero poder sexenal, ejerce el poder de manera intrépida hasta que, y por ejemplo, se desgaste y sea mirado como un producto político desechable.

 

VENTANAS: Ninguno de sus antecesores se ha puesto los guantes como él.

Rogelio Franco Castán, por ejemplo, cierto, vivió en el limbo los dos años de la yunicidad y con bajo perfil operaba.

Érick Lagos y Gerardo Buganza, en el duartazgo, también Flavino Ríos Alvarado, apostaron al diálogo y la negociación.

Reynaldo Escobar Pérez, con un genio incandescente y folklórico, insólito ingenio popular, lleno de chispa, negociaba en el fidelato siempre por abajo del agua.

Nohemí Quirasco, en el Alemanismo, fue un dulce.

Miguel Ángel Yunes Linares, en el Chirinismo, fue leal a su temperamento, pero en vez de bravuconadas como ahora apostaba a los hechos drásticos.

En todo caso, podría entenderse que la izquierda gobierna con una política de terror, acosando a los enemigos, disidentes y críticos, como en el caso.

 

PUERTAS: El politólogo dice que el caudillismo mesiánico tiene como eje central la intimidad y la amenaza y que cuando transcurren los días y noches en la tarea de gobernar sin mayor trascendencia, entonces, se cae en el folklore político.

Además, nunca en política, salvo excepciones, han existido hombres providenciales, en todo caso, por un sexenio mientras les dura el poder, y a veces, el encanto se desmorona antes.

 

CERRADURAS: Se ignora si el secretario de Gobierno fue así, en su carácter y temperamento y en su filosofía de vida, durante la infancia, la adolescencia o la juventud.

Y si así fue, entonces, ahora cuando en la madurez tiene el poder político, iluminado por MORENA y AMLO, el presidente, se cree más fregón que san Pablo camino a Damasco o Moisés salvando a su pueblo.

Pero con todo, queda claro que vive para quedar bien con el gobernador y ver, digamos, si hacia el año 2024 cuando sea la hora de renovar el trono imperial y faraónico, su jefe inmediato inclina la balanza por su persona.

Solo así pudiera explicarse tanta pasión política tan revolcada y virulenta.

 

PATIO: Se cumplieron los cien días del sexenio de la izquierda.

Y en su hoja de servicios sobresale, por un lado, su fracaso para destituir al Fiscal, y por el otro, el peleador callejero que llegó a la secretaría General de Gobierno creyendo que con manotazos mediáticos AMLO y MORENA trascenderán en la vida pública y social de Veracruz y ganarán autoridad política y moral.

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