Luis Velázquez
10 de mayo de 2018
ESCALERAS: Américo Zúñiga Martínez ya se enchiló. Su lenguaje mesurado se ha vuelto ríspido. En nada se parece al lenguaje prudente, pero firme incluso, que solía cuando Javier Duarte. Tiempo de la controversia constitucional. Tiempo de la caminata en la avenida Reforma de la Ciudad de México. Tiempo del reclamo para el pago de las participaciones federales.
El nuevo diccionario político del presidente del CDE del PRI, ex alcalde de Xalapa, ex diputado local, ex secretario de Trabajo y Previsión Social, y en donde la pluralidad y la tolerancia es regla de oro, está teñido de otros adjetivos calificativos:
El siguiente:
A: Políticos aberrantes en Veracruz.
B: Políticos berrinchudos.
C: Políticos intolerantes.
D: Políticos improvisados.
E: Políticos de “luchitas estériles”.
F: Políticos incapaces.
G: Políticos “jugando a las fuercitas”.
H: Políticos mezquinos.
En su descripción sicológica del poder, igual que Gregorio Marañón describe a Tiberio, el emperador romano, Américo ha definido el perfil neurológico del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y el presidente municipal de Xalapa, Hipólito Rodríguez, a propósito de la guerrita entre ambos sobre la seguridad pública en la capital, la sede de los poderes.
Peor, si se considera que en el tiempo de su discurso, en las escalinatas de la Catedral de Xalapa los familiares y amigos de la chica desaparecida y asesinada reclamaban justicia, Karen Nataly Guzmán.
Se ignora si con un discurso así el PRI y sus candidatos ganarán votos en las urnas el primero de julio.
Y más porque arrasa contra el gobernador, una vez más girando alrededor del mismo asunto. El nepotismo.
Y porque de igual manera arrastra a su legítimo sucesor en el palacio edilicio, con todo y que el candidato de AMLO y MORENA, mejor dicho, AMLO, le puso “una camisa de fuerza” y lo inutilizó por completo para heredar la silla municipal a un priista.
PASAMANOS: Según Américo, el gobernador (PAN) y el presidente municipal (MORENA) están politizando la seguridad pública.
Pero la relación difícil y ríspida entre los jefes del Poder Ejecutivo estatal y municipal es vieja, histórica, antigua, milenaria, dinosáurica y jurásica.
Por ejemplo:
Agustín Acosta Lagunes, 1980/1986, siempre mantuvo el fuego priista en contra de Carlos Padilla Becerra, alcalde entonces de Xalapa, y no obstante que Padilla contrató al mejor abogado penalista del país, Ignacio Burgoa Orihuela, y en el Congreso local tenía como defensor a un diputado aguerrido y combativo como Miguel Ángel Yunes Linares, Carlos Padilla fue desaforado.
Miguel Alemán Velasco, 1998/2004, rompió lanzas con el alcalde Rafael Hernández Villalpando, quien le tiró la basura en el palacio, y sólo descansó cuando fue acusado de bigamia y gracias a que un amigo lo sacó de contrabando de su casa en Xalapa y se lo entregara “vivito y coleando” a Dante Delgado en Córdoba, puso mantener su libertad.
Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, amplió su radio de persecución contra alcaldes en funciones, y persiguió, hasta originar su estrepitosa fuga, del jarocho Efrén López Meza.
Por eso, más que Hipólito Rodríguez y Yunes estén peleando por la política de seguridad, como dice Américo, hay raíces profundas en el pleito histórico.
Desde luego, se atraviesa la gubernatura.
Pero también las diputaciones locales y federales y senadurías.
Y la presidencia de la república.
En todo caso, sea como sea, enfrentados y confrontados el gobernador y el alcalde por “la instalación de cámaras de videovigilancia que en nada abona para mejorar” el diario vivir, nadie ha de olvidar que el estado natural del gobernador es vivir a mil por hora, con la mayor intensidad, sin dar tregua a nadie, incluso, ni a sí mismo.
¡Ay, entonces, de quienes compren pleito!
CORREDORES: Mucho cuidó Américo de tomar partido por uno o por el otro.
En todo caso, si arrasó contra los dos es porque tanto el PAN como MORENA son sus adversarios, quizá sus enemigos, y más porque tanto el candidato del PAN como de AMLO a la gubernatura alardean de llevar y mantener el primer lugar en la tendencia de la encuesta histórica.
Entonces, dio clases de política.
“Incapaces de coincidir en lo fundamental.
Enfrascados en una lucha y debate de a ver quién puede más”.
Tal cual, habría de recordar, por ejemplo, que Agustín Acosta Lagunes sólo descansó y encontró la paz eterna cuando desaforó a Carlos Padilla y Miguel Alemán, cuando el procurador de Justicia, Pericles Namorado Urrutia, le dictó orden de aprehensión a Rafael Hernández Villalpando, quien debió salir huyendo.
Incluso, y por más y más que Yunes Linares cabildeó por la vía política y diplomática el perdón para su amigo Carlos Padilla, nunca Acosta Lagunes cedió.
Es más, en aquel tiempo se efectuó una girita en Xalapa del gobernador con los diputados locales y en el autobús iba, claro, Yunes Linares.
De pronto, el autobús se detuvo.
Acosta Lagunes bajó del autobús a gritos, quizá con improperios, irritado, molesto, berrinchudo, a Yunes.
Padilla Becerra renunció y “El zapatero” entró de relevo.
Américo, sin embargo, tronó y se defendió de Javier Duarte, hasta que de plano rompió con él y lo demandó en la instancia nacional.
Nunca Duarte siguió los mismos casos de Acosta Lagunes y Miguel Alemán con Carlos Padilla y Hernández Villalpando.
Ahora, Américo refiere que el gobernador y el alcalde están “enfrascados en una lucha de a ver quién puede más”.
Y si es de “a ver quién puede más”, está anunciando, mira venir, huele, olfatea, el peor infierno del Golfo de México.
RODAPIÉ: Primer infierno por venir entre el gobernador y el alcalde:
Si Miguel Ángel Yunes Márquez gana en las urnas, el pleito seguirá, con riesgo de que se recrudezca pues según se afirma, el primogénito es más intenso que el padre.
Segundo infierno:
Si Yunes Márquez gana, pero AMLO queda con Los Pinos, entonces, quizá exista un contrapeso que beneficie a Hipólito Rodríguez, pues ya se sabe que el borracho no come lumbre.
Tercer infierno:
Si Cuitláhuac García ganara la gubernatura y AMLO la presidencia de la república, Yunes Linares tendrá que refugiarse en el Polo Norte, pues se convertirá en el Javier Duarte de Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac.
Cuarto infierno:
Si Cuitláhuac ganara en Veracruz y Ricardo Anaya Los Pinos, entonces, Yunes Linares quedará blindado.
Incluso, hasta ocuparía un cargo en el gabinete legal.
El paraíso:
Si Pepe Yunes gana la gubernatura, entonces, Yunes Linares se irá intocado e intocable y habrá cruce de mieles con Hipólito Rodríguez.
BALAUSTRES: Con su discurso, Américo bajó al infierno.
Reprobó, por ejemplo, al gobenador Yunes en su estilo personal de ejercer el poder y lo calificó, primero, de intolerante, y segundo, de soberbia, porque “impide articular una coordinación efectiva en bien de la población”.
Y, claro, igual que AMLO, Cuitláhuac García y Rocío Nahle, se fue por el talón de Aquiles del Yunes azul.
“Utiliza los programas del gobierno del estado para “cumplir la promesa a su hijo” de regalarle la gubernatura.
Se vive, claro, tiempo electoral convertido en electorero, y en donde la vida pública se rige por consignas y agendas partidistas.
Lástima que los 6 millones de habitantes de Veracruz en la pobreza, la miseria y la jodidez, ni lean periódicos ni escuchen noticieros radiofónicos y televisivos, ni menos vivan apegados al celular, para medir todos los días noticiosos el agua a los tamales.
Y, por añadidura, el discurso de Américo haya pasado inadvertido para el grueso de la población.
Mucho se duda si luego de la homilía priista de Zúñiga Martínez, los candidatos del PAN y MORENA a la gubernatura hayan perdido votos.