Luis Velázquez
08 de marzo de 2019
ESCALERAS: La directora del IPE pinta a un Instituto de Pensiones como si fuera un cadáver maloliente en el pasillo oficial. Sólo se esperaría el fin del mundo para los pensionados. Y para los derechohabientes en activo. Incluso, sin ninguna lucecita alumbrado el largo y extenso túnel de la desventura.
Resume el infierno:
Adeudo de cuotas. Mala administración de bienes. Préstamos no recuperados. Déficit creciente cada mes para pagar pensiones (Diario de Xalapa, Ariadna García, 5 de febrero, 2019).
Sólo restaría que los burócratas en activo y jubilados donaran su salario al IPE para evitar el colapso.
PASAMANOS: En realidad, “nada del otro mundo”. El mismo infierno fue pincelado cuando Miguel Ángel Yunes Linares. Y Javier Duarte. Y Fidel Herrera Beltrán. Etcétera.
Y en contraparte, la mitad de los trabajadores del Estado suspiran y sueñan con el tiempo de Rafael Hernández Ochoa, José Luis Lobato Campos titular, Q.E.P.D., cuando el IPE era boyante. Una gran empresa. Hoteles, cines, tiendas, etcétera, para capitalizarse.
Pero se fue Hernández Ochoa, y el IPE entró a la ruleta rusa, donde unos ex gobernadores se aplicaron y otros lo despojaron, sin que nadie, ni siquiera, vaya, el Consejo de Administración integrado, entre otros, por un montón de líderes sindicales, lo evitara.
CORREDORES: De entrada, y de acuerdo con la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos, si la directora del IPE, ex diputada local aguerrida y combativa, política de izquierda y con la izquierda, mira así el mundo, entonces, habría de interponer denuncia penal en contra de algunos de sus antecesores (hasta donde la ley alcance), porque de lo contrario, se cae en los mismos ditirambos de siempre.
El peor caso, por ejemplo, está ahora en la obsesiva obsesión del secretario de Salud, quien “a tiro por viaje” decreta una crisis humanitaria en la salud pública por culpa de sus antecesores, sin jamás interponer una denuncia penal.
Quizá le fascine y encante publicarse en el carril mediático y aparecer con su cachuchita, su barbita y su batita (y ahora pelón) hablando al oído del gobernador en eventos públicos.
BALCONES: Cada mes, reitera la directora igual, igualito que sus antecesores en la silla embrujada del IPE, viven calvario para pagar, por ejemplo, las pensiones.
El déficit es de 250 millones de pesos mensuales. Mes con mes, 250 millones más. Una locura. De hecho y derecho, un suicidio institucional.
Nadie ha podido frenar el descalabro sucesivo, fuera de control.
Alguna vez, por ejemplo, en el duartazgo, el subsecretario de Finanzas y Planeación, parece, Juan Manuel del Castillo, ex diputado local, entró en la locura y sopesó quitar las pensiones a los pensionados, simple ocurrencias como aquella del “Toque de queda” para evitar los feminicidios.
PASILLOS: En la yunicidad sopesaron, por ejemplo, adoptar el sistema de pensiones de Chile, con el general Augusto Pinochet al frente, y que en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa fue asumido “con bombo y platillo” y que tiene a los chilenos en el caos económico y la destrucción familiar.
Pero, y por fortuna, hubo mesura luego de que el líder estatal del FESAPAUV, Enrique López Gorozpe, tiró la advertencia en la cancha mediática.
Ahora, y por lo pronto, agitaron las aguas de por sí turbulentas, sin expresar una solución. La estarían quizá pensando.
VENTANAS: La directora insiste: “Son malas administraciones. Se ha tomado dinero de la Reserva que el gobernador en turno ha pedido. Lo vimos con Fidel Herrera y Javier Duarte (omite a Yunes Linares) que pidieron dinero y no se recuperó. Préstamos que no se recuperaron”.
Y bueno, si así lo mira y percibe y documenta la titular del IPE, entonces, lo único que resta es aplica la ley de Servidores Públicos e interponer la denuncia.
Y si se abstiene, entonces, significaría que a la ex diputada local encanta la pasarela mediática, pues una cosita es lanzar piedras a quienes pasaron por la misma silla embrujada del IPE y otra, mil años luz de distancia, la denuncia penal.
PUERTAS: En cada gobierno, la primera reacción del director del IPE ha sido, por lo general, lanzar cacayacas.
El IPE heredado, claman y reclaman, es un lodazal. Un estercolero. Una institución quebrada. Ahogada. Ahogándose. Derritiéndose.
Que la mala administración de los hoteles Xalapa y Chachalacas. Que pensionados reclamando pagos pendientes. Que litigios de cobranza con los entes incorporados.
Que deuda creciente de los presidentes municipales. Y del DIF. Y de Tecnológicos. Y de TV Más. Y del Poder Judicial. Y de la Fiscalía. Y hasta de la secretaría de Finanzas y Planeación.
Etecé. Etecé.
Ok.
Pero… luego de tres meses del gobierno de Veracruz ha de preguntarse el resultado específico de la directora para actualizarse en los pendientes con una solución, digamos, salomónica, y/o en todo caso, justa, la enmarcada por la ley.
Como por ejemplo, entre otras cositas, cobrar a los presidentes municipales las deudas millonarias con el IPE.
Pura diatriba. Pura balandronada.
CERRADURAS: Sueña la directora con su mundo color de rosa.
Que el IPE ha de manejar los hoteles. Que el IPE ha de tener una caseta de peaje (y que vieja propuesta). Que han de buscarse estrategias financieras para evitar el descarrilamiento total.
Vive, sin embargo, está viviendo, en gerundio. Planeando lo que, dice, contempla hacer. Y en la planeación ya van tres meses, más los 5 meses del triunfo en las urnas el primero de julio de 2018 al primero de diciembre de la toma de posesión, tiempo suficiente para aterrizar un plan de gobierno.
Cada quien con su calvario y su camino al Gólgota…