Luis Velázquez
07 de abril de 2018
ESCALERAS: Karime Macías Tubillas estará viviendo, padeciendo, el peor infierno de su vida.
Luego de los 6 años en la abundancia, el peor de los mundos:
A: Lejos de su esposo, Javier Duarte. Ella, exiliada en Londres. El, preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
B: Ella, digamos, satanizada por la yunicidad. “Voy por Karime”, dijo el gobernador.
C: Ella, solicitando por segunda ocasión un amparo para que la Fiscalía le informe si es investigada, y denegada la solicitud.
D: Ella, atrapada y sin salida en la incertidumbre y la zozobra, deseosa, urgida, necesitada, de saber si la Fiscalía la investiga.
E: Ella, pidiendo una copia de la carpeta de investigación a la Fiscalía, sin que nadie la escuche.
F: Mejor dicho, a doble, triple fuego de la Fiscalía, quien de plano le advirtió que con mucho, muchísimo gusto le entregaría la copia, pero siempre y cuando ella lo pida “en carne y hueso”, conscientes y seguras las partes que si se presentara en la dependencia sería detenida.
PASAMANOS: G: Ella, que durante casi seis años fue la jefa máxima atrás del trono imperial y faraónico como esposa del gobernador, respetada por los tres Fiscales del sexenio anterior (Reynaldo Escobar Pérez, Felipe Amadeo Flores Espinoza y Luis Ángel Bravo Contreras) ahora tratada, digamos con firmeza y dureza.
H: Ella, que utilizaba el avión oficial para viajar a la Ciudad de México a darse manicure y pedicure en plaza comercial de lujo, en Polanco, a tono con su abundancia, ahora desdeñada por el gobierno sucesor de su esposo.
El infierno, pues.
Y lo peor, metida en la incertidumbre, sin saber su destino inmediato y mediato, cada día, cada noche, cada insomnio, cada hora improductiva, temerosa que si viajara a la Ciudad de México y/o a Xalapa y se mostrara, podrían, digamos, detenerla.
Para nadie se desea lo peor. Nadie, tampoco, quisiera estar en su pellejo.
Pero la tortilla ahora se está cocinando al revés.
Antes, por ejemplo, decenas, cientos de familias apelando a la misericordia de Javier Duarte para hallar a sus hijos desaparecidos y secuestrados, y en muchos casos, asesinados y sepultados en fosas clandestinas, ahora, ella, como en el relato bíblico, “carnicero en el pasado, res en el presente”.
CORREDORES: Nunca antes la esposa de un exgobernador vivió el infierno de Karime Macías.
Y aun cuando, y en nombre de la justicia, pudiera ser inocente, el tribunal popular ya la habría juzgado.
Y más, luego del libro “Sí merezco abundancia” de las reporteras Isabel Arvide y Claudia Guerrero.
Y más, luego de que el gobernador Yunes la satanizara.
Y más, luego de que hasta el presidente del CEN del PRI asegurara que Duarte es el símbolo nacional de la corrupción política.
Y más luego de que el mismito Enrique Peña Nieto, quien antes lo blindó, autorizara que la Procuraduría General de la República, PGR, fuera por él, en virtud de las denuncias penales de la Auditoría Superior de la Federación con el desvío de recursos federales millonarios.
En cada nuevo amanecer en Londres, en vez de cantar a Los Beatles y leer la prensa sobre las nuevas aventuras de Teresa May, Karime se asomará al infierno.
CASCAJO: Su historia se reproduce en otros duartistas. Por ejemplo, Carlos Aguirre Morales, uno de los seis secretarios de Finanzas y Planeación, antes subsecretario de Egresos y antes tesorero de SEFIPLAN, quien desde el dos de abril del año 2017 es un prófugo de la justicia, luego de que la Fiscalía le cayera en su mansión en el fraccionamiento “Las Animas” y debido a un pitazo le diera tiempo y espacio para huir.
Ahora, desde algún rincón de Veracruz, o del país, o del mundo (tiene casita en la Ciudad de México y en Barcelona, por ejemplo), ha reactivado su defensa legal, “buscando su equipo de abogados acceso a la carpeta de investigación que existe en su contra”, igual, igualito que Karime (La Jornada, Jair García).
Ninguna necesidad hubo ni existía para andar “a salto de mata”.
La meteórica carrera de Carlos Aguirre en SEFIPLAN fue deslumbrante.
En el sexenio de Duarte pasó de subsecretario a secretario, y de pronto, trepado en la luna, hasta llegó a soñarse candidato priista a gobernador en el año 2016.
Caballo desbocado, ambición fuera de control, codicia, enriquecimiento ilícito, búsqueda frenética de bienes materiales, pérdida del piso político trepado en un ladrillo, vaya el lector a
saber, el caso es que nada, absolutamente nada de los privilegios usufructuados justifica ni valida el infierno que ahora él y su familia están padeciendo.
Todos los días. Un día tras otro. Cada noche. Cada amanecer. Temerosos de que la Fiscalía les caiga de sorpresa.
BALAUSTRES: El caso de Carlos Aguirre Morales se recrudece.
Por ejemplo: en las audiencias, tanto Mauricio Audirac Murillo (ex titular del ORFIS, excontralor y exsecretario de Finanzas y Planeación) y Francisco Valencia (ex secretario de Comunicaciones y ex titular de la Comisión Estatal del Agua) lo han señalado como ficha clave en el manejo de los recursos de la famosa “Operación Licuadora”.
Y, bueno, se ignora si Carlos Aguirre, Audirac y Francisco Valencia hayan sido y sean enemigos a muerte, y/o para ganar indulgencias azules han despepitado en su contra, y/o entregarán pruebas de sus versiones y dichos, pero, y por lo pronto, sea como sea, lo han enlodado mucho más.
Por eso, “vivir a salto de mata”, con pesadillas que ha de tener en cada sueño nocturno o diurno, acosado por fantasmas reales o imaginativos, está canijo.
Y más, porque en la caída libre arrastra y convulsiona a los suyos, la esposa, los hijos, el resto de la familia cercana.
Nostálgicos los días y noches paradisiacas vividas por Karime y Carlos Aguirre en lo que se ha llamado “la plenitud del pinche poder”.
Nunca fueron prudentes y moderados para pensar que todo tiene un fin y que como dice la viejita del rancho, “Dios castiga sin palo y sin cuarta”.
Se creyeron inmortales. Mejor dicho, intocables. Estaban seguros de que igual que tantos políticos pillos y ladrones, la librarían.