Luis Velázquez
12 de junio de 2019
ESCALERAS: Está comprobado de manera científica, teórica y
práctica que Cuitláhuac, el góber, odia a los medios.
Incluso, que los odia más que Arturo Bermúdez
Zurita, el secretario de Seguridad Pública de Javier Duarte que acuñó frase
célebre para la historia:
“¡Pinches medios!” les dijo aquel día
cuando compareciera en la LXIV Legislatura.
Algunos hechos científicos para comprobar el
odio del gobernador de AMLO y Cuitláhuac en Veracruz son los siguientes:
Uno. Un diputado local de MORENA, de nombre
Wenceslao, aseguró que los reporteros solo preguntan burradas…, pues así
quiso defender al secretario de Seguridad Pública cuando le preguntaron sobre
la ola de violencia descarrilada de norte a sur y de este a oeste.
PASAMANOS: Dos. La senadora Gloria Sánchez, la respetada y
respetable maestra, dijo en la tribuna del Congreso de la Unión que hay una
conspiración mediática en contra de Cuitláhuac.
Tres. El señor secretario de Salud, Roberto
Ramos Alor, parcela de poder, se afirma, de la secretaria de Energía, Norma
Rocío Nahle García, asegurando que a los reporteros “ningún chile les
embona”…, y con lo que dio “veinte y las malas” a Enrique Peña
Nieto cuando descubrió que “los reporteros nunca aplauden”.
Cuatro. En una entrevista con los medios, el
gobernador respondió de la siguiente manera:
“¡Huy, huy, qué
grave no contestar!”… a una pregunta, digamos, incómoda, sobre la compra
de las patrullas policiacas.
Cinco. La otra declaración de Cuitláhuac de que
“los periodistas nos han querido torpedear”…. refiriéndose a un
bloqueo tanto a él como jefe del Poder Ejecutivo Estatal como a los secretarios
del gabinete legal y ampliado y se ignora si también a los diputados locales y
federales y senadores de MORENA.
CORREDORES: Seis. La intolerancia y pitorreo cuando a pregunta
sobre el nepotismo asegurara que Eleazar Guerrero, subsecretario de Finanzas y
Planeación, en ningún momento es su primo, ni primo primero ni segundo ni
tercero, ni más lejano, aun cuando simple y sencillamente, está casado con su
prima.
Siete. El desdén y menosprecio cuando dijera a
los medios que ni modo de investigar la vida privada de su abuela para
descifrar el parentesco de toda una generación.
Ocho. La agresión física y verbal de un policía
de la LXV Legislatura, contratado por la bancada de MORENA, a la reportero de
Papantla, Concepción Sánchez, ocurrida en el recinto “Sebastián Lerdo de
Tejada” (el gran amigo jarocho, mejor dicho, xalapeño, por cierto, de
Benito Juárez) cuando intentó tomar una foto a un diputado local priista.
BALCONES: Nueve. El determinismo político, social, filosófico y
mediático del secretario General de Gobierno de dividir a la prensa en dos
frentes enconados. Por un lado, el Cartel del Fiscal, y por el otro, el Cartel
de Cuitláhuac, y con lo que se puso a la altura de Ronald Reagan, presidente de
Estados Unidos, cuando dijera a los periodistas si estaban con él o estaban
contra él.
Diez. Las dieciocho agresiones en lo que va del
año en contra de igual número de reporteros y fotógrafos documentada por la
Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (Ana Laura Pérez) y
cuyos detalles fueron entregados al gobernador para detallar la violencia
contra los medios que ha ido en cascada, sin que nadie, absolutamente ningún
funcionario del gabinete legal del gobierno de Veracruz aseste un manotazo para
frenar el tsunami.
PASILLOS: He ahí, entonces, diez hechos y acciones concretas y
específicas que documentan desde el lado científico que el gobernador odia a
los medios.
Además, y como los odia, si puede, también los
usa o ha utilizado a su antojo y berrinche.
Grave, porque apenas ha transcurrido un semestre
y todavía por delante hay once semestres más y por tanto, todo puede ocurrir,
desde la filosofía de Porfirio Díaz de “pan o palo” hasta la filosofía
de Francisco Ignacio Madero de cerrar la llave a todos los medios, aun cuando
al mismo tiempo financiara un periódico, “Nueva Patria”, a su hermano
Gustavo, impuesto como diputado federal y como ministro sin cartera en el
gabinete maderista.
VENTANAS: El góber tiene un poder político, social, económico,
policiaco y legislativo inmenso. Y aun cuando es un poder efímero que en el
mejor de los casos dura 6 años, poder es.
Jefe máximo del gabinete legal y ampliado, jefe
de los diputados locales y federales y senadores de MORENA, jefe absoluto de
las finanzas, jefe nato de los cuerpos policiacos y los penales, jefe de jefes
de su partido político, jefe de una parte sustancial de los medios, ejerce el
poder de manera personal en vez de ejercerlo de forma institucional.
Y por eso mismo, más peligroso se vuelve.
Y una palabra suya, un gesto, una insinuación,
una mirada, una declaración, una insinuación, un dolor, una queja, un
berrinche, todo constituye palabra mayor, palabra superior, y ay de quienes la
desacaten.
Por eso mismo, varios actores políticos saben
que el góber alimenta el desdén y menosprecio por los medios y hace y deshace.
PUERTAS: Inmune a todo, pronto el góber se ha creído el
político más grande de su tiempo.
Antes, por ejemplo, del primero de julio del año
2018 aseguraba que ganaría en las urnas porque el nombre de AMLO iba en la
boleta como candidato presidencial.
Y luego de ganar, cambió su discurso y desde
entonces ha dicho que, en efecto, ganó por AMLO, pero también por él mismo.
Y es que en el ejercicio personal del poder
influyen varios factores, desde el temperamento, el carácter, las simpatías,
las diferencias, la educación, la experiencia, los amigos, los cómplices, las
barbies, los kens, y si releemos la radiografía de su poder en el primer
semestre, entonces, con facilidad pueden derivarse los trastornos de la silla
embrujada del palacio y a la que como decía Eufemio Zapata, el hermano menor de
Emiliano, había de prender fuego porque a todos enloquece, a unos más y otros
menos, pero todos aptos para ser enviados a un siquiatra y de los que, y por
desgracia, el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, asegura que escasean en
Veracruz.
CERRADURA: El desdén y el odio de Cuitláhuac sobre la prensa es tan insólito que
acaso el trauma esté arraigado en sus neuronas, el corazón y el hígado desde
hace mucho tiempo, de tal modo que ningún cuerpo de neurólogos, sicólogos,
siquiatras y terapeutas familiares lo curarían.
Así, el diputado local que conteste su primer
informe de gobernador bien podría iniciar de la siguiente manera su perorata:
“Venerable Congreso de Veracruz, así como
vamos, sálvese el que pueda”.
También, claro, podría iniciar su discurso
copiando a Damián Alcázar en la película, “La ley de Herodes”, cuando
ungido diputado federal iniciara de la siguiente forma:
“Llego aquí con las manos manchadas de
sangre. Pero no me da vergüenza. Están manchadas de sangre porque maté a un
hombre que conspiraba contra el jefe máximo”.