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Barandal: Reto de Edel Álvarez

El Piñero

 

Luis Velázquez

09 de marzo de 208

 

ESCALERAS: Edel Álvarez Peña está en la batalla espectacular de su vida pública. Ya fue alcalde y presidente del CDE del PRI. También alfabetizó a Veracruz. Ahora, el objetivo es rescatar (hasta donde sea posible) la confianza en la justicia.

Una justicia que, por desgracia, está en el sótano. Pocos, excepcionales ciudadanos creen. Nueve de cada 10, quizá los diez, están ciertos de una sola realidad: la justicia suele venderse al mejor postor. Mejor dicho, al dueño del billete. Y/o al traficante de influencias. Un amigo político encumbrado te redime. Por encima, claro, de la ley.

Edel Álvarez es presidente del Tribunal Superior de Justicia, TSJ.Y la parte que le corresponde son los jueces, entre otros.

Y un juez en Veracruz, por ejemplo, percibe unos 48 mil meses mensuales. Más bonos. Más prestaciones.

Y hablar de 48 mil pesos de sueldo mensual, caray, significa un mundo superior, si se considera que un indígena en la sierra de Zongolica gana 70 pesos diarios desde antes de la salida del sol hasta que la luna alumbra el surco.

 

PASAMANOS: Y más, cuando el indígena nunca, jamás, tiene seguridad social, un juez puede reelegirse cada 5 años, previo concurso, hasta cumplir los 65 años y retirarse.

Y cuando se jubila recibe, además, el equivalente al 25 por ciento de su percepción mensual.

Además, claro, de la pensión del Instituto de Pensiones, en tanto la familia de un indígena al morir debe pedir limosnita a los vecinos para la cristiana sepultura.

Nada, entonces, justifica que un juez falle. Pero “los caminos torcidos de Dios” son muchos. Y el surco ha de labrarse.

Álvarez Peña, por ejemplo, camina de norte a sur y de este a oeste del territorio jarocho acercándose a los jueces y supervisando tareas y pendientes.

Cada mes los jueces se concentran en Xalapa.

Y en la reunión hay conferencias y cursos de capacitación.

Y una especie de ánfora de necesidades donde cada juez expresa sus urgencias, en tanto, el proyecto de las Ciudades Judiciales sigue aterrizando y que incluye, por ahora, la construcción de veinte en total.

En Acayucan y Huatusco están en proceso con recursos estatales y federales.

 

CASCAJO: Pero como los pendientes son muchos, entonces, el presidente del TSJ aplicó la imaginación y puso a trabajar las neuronas y elaboró con los asesores una iniciativa de ley y la LXIV Legislatura la aprobó.

Y la nueva ley permite construir Ciudades Judiciales bajo una nueva estrategia denominada Sistema de Administración con Participación Privada, a través de la cual los empresarios la construyen y luego el Poder Judicial va pagando a crédito durante 25 años.

Es, digamos, un modelo copiado del sistema financiero para construir carreteras y que permite concesionar durante ene número de años la caseta correspondiente como el caso de la autopista de Veracruz a Xalapa otorgada por otros treinta años más a la empresa de Javier Ruiz Anitua, el hijo de Valentín Ruiz Ortiz, QEPD, el Carlos Slim del Golfo de México.

Una casa digna, pues, para procurar la justicia.

Y es que antes, quizá desde muy antes, los juzgados parecían (o muchos, varios todavía) salidos del infierno. Una cueva. La cueva del mal. Siniestros y sórdidos, incluso. Un laberinto donde los demonios quedan atrapados y sin salida. Una película de horror y terror.

 

RODAPIÉ: Al mismo tiempo, el presidente del TSJ oxigena el recurso humano. Todo dentro de la ley, nada fuera de la ley que canturreaba Fernando Gutiérrez Barrios como lema de campaña electoral a la gubernatura.

Por ejemplo, en los próximos 5 años (una parte que corresponderá al magistrado presidente Edel Álvarez) habrán de jubilarse unos dieciséis magistrados más, pues el tiempo los ha alcanzado.

Luego, otros jueces en edad serán jubilados.

Y la justicia comenzará a renovarse, soñando quizá con la purificación en el servicio público.

La ley expresa, por ejemplo, que un abogado deseando volverse juez ha de tener 5 años de antigüedad titulado, además, de una hoja limpia de servicios lo mejor posible.

Y a partir de ahí, el cambio programado.

Con todo y que en el carril político se diga (costumbres que suelen volverse leyes no escritas, leyes verbales) que cada gobernador (con todo y la independencia del Poder Judicial) trae sus magistrados y trae sus jueces y trae sus presidentes, etcétera.

 

POSTES: En el Fidelato, “El tío de Nopaltepec” ofreció a Edel Álvarez una notaría pública y la rechazó.

Soñaba con desempeñarse como magistrado del TSJ y que lograra en el duartazgo.

En el duartazgo, como se recuerda, le correspondió llevar el expediente del asesinato de la corresponsal de Proceso en Veracruz, Regina Martínez Pérez, la madrugada del 28 de abril del año 2012 en su departamento.

Entonces, ordenó la liberación de “El Silva”, un enfermo de VIH y drogadicto, homosexual, acusado como estaba del crimen por falta de pruebas.

Y el duartazgo se le fue a la yugular a través de la vocera María Georgina Domínguez Colio, desde hace ratito presa en el penal de Pacho Viejo.

En “el gobierno del cambio” ascendió a presidente del TSJ. Y su empeño ahora está en recuperar la confianza ciudadana en la justicia, la parte que le corresponde, pues significa un vaso comunicante que inicia en la secretaría de Seguridad Pública, pasa a la Fiscalía y termina en el Poder Judicial.

Tres años, el tiempo por el que elegido, son pocos ante la tarea descomunal. Pero Edel Álvarez es como “el tirador de la luna”, que todos los días le disparaba, consciente de que nunca llegaría, pero al mismo tiempo, seguro de que llegaría más lejos que todos.

Además, y a diferencia de tantos otros, sin respirar ni suspirar ni ponerse melancólico por el cargo público siguiente, tiempo del reposo y la mesura pública y política.

 

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