Luis Velázquez
02 de junio de 2018
ESCALERAS: El gobernador Yunes juega la batalla más espectacular de su vida. Todo o nada. La herencia imperial y faraónica para el primogénito. Y desde su pasado priista recurre a la praxis de todos los tiempos como es seducir al enemigo.
Así, y por lo pronto, dice el politólogo Ramón Benítez, crea, o puede crear, la sensación y la percepción de que todos están con él.
Y por añadidura, que la victoria es suya.
En su tiempo tricolor lo aplicó. Y más, luego de 1997, cuando un montón de tribus rojos se le fueron encima y provocaron su derrota en 107 presidencias municipales. Pero más aún, su descarrilamiento como inminente candidato a gobernador que ya era de su jefe y maestro, Patricio Chirinos Calero.
Ahora, con más intensidad, también la aplica como panista.
Yunes, al descubierto.
Todo se vale, pues, en la guerra, y en la guerra sucia, claro, como reza el proverbio bíblico.
PASAMANOS: El último impacto sicológico fue la renuncia de Sandro, el líder juvenil del PRI, que, dice, se fue con miles de jóvenes.
Incluso, a tono con la comedia yunista, armaron un escándalo en un restaurante céntrico de Xalapa donde desfilaron con pancartas en contra del PRI, de igual manera como aquel tiempo cuando una tribu de gays, vestidos de manera provocativa, cargando cartulinas diciendo “Te amo, Cuau”, interrumpieron en una reunión de Cuauhtémoc Cárdenas en Xalapa y Veracruz como candidato presidencial.
El penúltimo botón nuclear en contra de Morena y AMLO fue el anuncio de que un cuarteto de líderes, entre operadores electorales y candidatos, abandonaron el partido del tabasqueño para brincar al PAN de la yunicidad.
Antes, mucho antes, el operativo inició, entre otros, con los diputados locales, Regina Vázquez Saut, Basilio Picazo y José Luis Enríquez Amberes, famoso en la cancha pública porque con su familia tiene una compañía constructora al servicio del gobernador en turno.
Y luego, con el cacique huasteco de Pánuco, Ricardo García Guzmán, y sus dos hijos, ambos, candidatos, uno a la reelección como diputado local y el otro candidato a diputado federal.
Y los veinte presidentes municipales del PRI y Morena mudados a la cancha azul.
Y de pronto, zas, el priista Fernando Arteaga Aponte, eterno aspirante a la presidencia municipal, se fue del tricolor, pero en vez de alistarse en el partido azul se fue con MORENA.
Dice el politólogo Ramón Benítez:
El gobernador Yunes genera la percepción de que las elites opositoras están de su lado.
Pero, cuidado, ha de calibrarse con lupa, primero, el arrastre popular de cada ex priista arrepentido, Judas, y segundo, el número de seguidores a su nueva arca de Noé.
CORREDORES: El aquelarre de priistas que el Yunes azul está cachando siempre ha existido en el tiempo sombrío electoral. Y más, cuando el partido en desgracia parece asomarse al descarrilamiento en caída libre.
Y más, como en el caso de Veracruz, donde el tricolor perdió en menos de un año la gubernatura, la mayoría en el Congreso y 173 presidencias municipales, la peor derrota en la historia local del ex partido invencible.
Todavía peor cuando de cara al primero de julio, los demonios parecen estar sueltos en contra del tricolor, de tal manera que, por ejemplo, la mitad de la población y la otra mitad siente, percibe, huele, olfatea, que la gubernatura está perdida y por segunda ocasión por más y más que Pepe Yunes Zorrilla sea el político más honesto del Golfo de México.
Y es que, ni hablar, y como lo dijera el historiador Enrique Krauze, Javier Duarte y Karime Macías (la otra cancha electoral en que Miguel Ángel Yunes Linares está jugando) encarnan “la mayor repugnancia” en la historia de corrupción del PRI en el país.
En el PRI, su partido original, Yunes aprendió todo. Incluso, hasta a descarrilar a los candidatos favoritos a un cargo de elección popular para imponer al suyo, como fuera el caso con su ex amigo Juan Herrera Marín, sexenio de Rafael Hernández Ochoa, cuando en una consulta a la base le quitaron la elección interna a Dante Delgado Rannauro para la candidatura a presidente municipal.
Desde entonces, mucha agua y agua limpia y sucia, ha corrido bajo el puente. Y Yunes se ha pulido y vuelto a pulir.
RODAPIÉ: En el tiempo político que se vive cada anuncio del Yunes azul es interpretado con sentido electoral.
Y ninguna duda hay, pues ni modo que “se deje comer el mandado” luego de que el PAN, el PRD y el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado avalaron la candidatura de su hijo, con todo y que AMLO se la pase arguyendo el nepotismo y la monarquía.
Por un lado, el efecto neurológico causado en la militancia priista con la renuncia de parte de las elites rojas.
Y por el otro, los tres famosos prófugos de la justicia que tiene por ahora como son Karime Macías, el ex Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras y el ex secretario de Seguridad Pública, José Nabor Nava Olguín.
Y en un Veracruz electrizado por las diferencias políticas y que en algunos casos llevan al resentimiento y el odio como el senador de la república, Héctor Yunes Landa…
Y con la filosofía de vida de un Yunes azul que con sus modos inquisitoriales enfrentó a Roberto Madrazo Pintado, a la profe Elba Esther Gordillo y al ex secretario de Gobernación y Educación, Emilio Chauyffet Chemor, entre otros…
Y con Yunes obsesionado con enviar al infierno penitenciario al mayor número de duartistas, y de paso, si puede, a su enemigo histórico, Fidel Herrera Beltrán…
Y obsesionado, además, con llamar la atención nacional al precio que sea como fuera el caso, por ejemplo, del video de Karime Macías en la prensa nacional durante su rutina millonaria en Londres…
Y con la fama de implacable fermentada con las candilejas mediáticas…
Y con el aparato gubernamental y todo el dinero del mundo (sea público o privado) está dispuesto a todo, absolutamente a todo, para heredar la silla embrujada del palacio a su hijo mayor.
Allá, entonces, si AMLO y el PRI se dejan engatusar y “se duermen en sus laureles” sin una contraofensiva que impacte más en el corazón electoral.