- Matan a hachazos
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. “Algo está fallando”
La violencia se ha recrudecido en Veracruz. Y si en la guerra de Vietnam y en la revolución y en la Independencia, colgaban los cadáveres de los árboles a orilla del camino para sembrar el pánico y el terror en la población, ahora estamos peor.
Bastaría referir el triple asesinato en Coatzacoalcos, el municipio declarado con Córdoba los más peligrosos y riesgosos, y en donde el obispo Eduardo Patiño Leal, dijera:
“No hay una semana sin muertos”.
En la colonia “Lomas de Barrillas”, en Coatzacoalcos, el domingo 27 de agosto, un grupo de malandros llegaron a la calle Huatusco 612, entre San Martín y Santa Trinidad, y se llevaron a tres personas, dos señores y un chico de 15 años de edad, Irving Fabricio.
En algún lugar, al parecer en su casa de seguridad, los mutilaron y los hicieron pedacitos… con un hacha.
Simple y llanamente, con un hacha.
La barbarie, pues.
El terror y el horror juntos para vivir y padecer la más espantosa pesadilla en la historia local y que también, claro, ha trascendido a otras latitudes del territorio jarocho.
El par de hombres asesinados, Lorenzo Gómez Rodríguez y Augusto Gómez, eran albañiles, y el chico vendía esquites en la vía pública (La Jornada Veracruz, 28 de agosto, 2017).
El triple asesinato ocurrió horas antes de que el gobernador presentara, ajá, un nuevo esquema de seguridad para el municipio.
Pero como dice el obispo de Córdoba, “algo está fallando en materia de seguridad porque siguen los crímenes y los crímenes”.
Y los malandros, asegura Eduardo Patiño Leal, son insensibles, no tienen compasión, tienen corazón de piedra, no tienen el valor por la vida”.
“¡Bestias!” les llamó el góber azul cuando asesinaran “con alevosía, ventaja y premeditación” a los cuatro niños de una colonia popular de Coatzacoalcos.
Dos. “El infierno está aquí”
Está claro que los carteles y cartelitos están en una guerra abierta para apropiarse de la plaza Veracruz, de igual manera como está sucediendo en otras latitudes del país.
Nadie duda de que entre ellos mismos hay ajustes de cuentas y se matan y hasta se pozolean, como incluso, también hicieron con algunos de los cinco jóvenes originarios de Playa Vicente, levantados por los elementos policiacos en Tierra Blanca y entregados a los malandros, quienes los destazaron e incineraron.
Pero si los malandros han llegado a la barbarie, asesinando con un hacha como el caso de las tres personas en Coatzacoalcos, entonces, además de mostrar el puño y el músculo, continúan sembrando el terror y el pánico para intimidar a la población.
“El miedo al miedo” del que hablaba el poeta español, León Felipe, porque más que el miedo a sí mismo, causa más estragos.
Incluso, y como dice el obispo de Córdoba, ahora estamos peor que el último año de Javier Duarte, pues en los últimos nueve meses la violencia se ha intensificado. (La Jornada, Celia Díaz García)
Por eso, más cosas peores han de esperarse.
Y más, si se recuerda que los malandros asesinaron a tres policías federales en un restaurante de Cardel.
Y es que nada resulta tan efectivo como aterrorizar a la población.
Quitar la vida a tres personas, por ejemplo, con un hacha, cuando, caray, basta y sobra con un tiro, expresa la degradación humana y social a que hemos llegado, pues además se trata de una muerte lenta.
“Los seres humanos, dice el Obispo, han perdido toda sensibilidad”.
Y en el fondo, la gran disputa por el billete.
Desde el tráfico y consumo de droga hasta los chupaductos.
Desde el desembarco de droga por la vía terrestre y marítima hasta la venta de droga en colonias populares y centros urbanos, incluídos antros y discotecas.
Desde el secuestro express y el secuestro real (asesinando a la víctima aun pagado el rescate) hasta el plagio de migrantes.
Desde el cobro de piso hasta el manejo de la prostitución.
Veracruz, el paraíso perdido convertido en el infierno.
Tres. El último rincón del infierno
Nadie desearía que en Veracruz llegáramos al último rincón del infierno.
Por ejemplo, los 72 migrantes de América Central asesinados hasta con tiro de gracia en San Fernando, Tamaulipas.
Los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos por los elementos policiacos y los carteles, y cuyos padres los siguen buscando.
Los 36 cadáveres tirados en la avenida Ruiz Cortines, en Boca del Río, en el duartazgo.
Los veintidós civiles ejecutados en Tlatlaya, estado de México, de los cuales once fueron fusilados.
Las balaceras en las discotecas de Guadalajara. La balacera en la disco de Xalapa, “La Madame”.
Muchas, demasiadas escenas de terror y horror causando estragos en la población civil.
La saña con que los tres hombres de Coatzacoalcos fueron asesinados a hachazos, casi casi el sacrificio de un humano a Huitzilopochtli.
“Se vive con el miedo de salir a la calle y ser víctima” ha expresado el diputado local de MORENA, Zenyazen Escobar García.
Y resume:
“Ha fracasado toda la estrategia implementada por el gobernador”.
El fuego cruzado, los plagios, los desaparecidos y los crímenes forman parte de la vida cotidiana en Veracruz.
Y lo peor, la barbarie.