Ricardo Alemán / La Otra Opinion
CDMX.- El flamante coordinador del PT –en los hechos de la bancada de Andrés Manuel López Obrador— en el Senado, Manuel Bartlett Díaz, dijo ayer que en 1988 Carlos Salinas de Gortari no ganó las elecciones de presidente de la República.
Con esa declaración, Bartlett se dio un balazo no en el pie, sino en el pecho, pues lo que hizo fue reconocer que, como lo denunciaron en su momento Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel J. Clouthier, sí hubo un fraude que impidió que el michoacano llegara a la Presidencia.
El asunto adquiere relevancia, porque más allá de los dimes y diretes y las acusaciones nunca comprobadas del “fraude del 88”, quien hace un reconocimiento de fraude es el árbitro de esas elecciones.
Los jóvenes no lo saben o no lo recuerdan, pero en 1988 Manuel Bartlett, hombre duro del régimen autoritario priista de partido único, era secretario de Gobernación. Y en esa calidad, era el presidente de un órgano que se llamaba Comisión Federal Electoral (CFE).
Esta CFE, que dependía absolutamente de Gobernación, era la encargada de organizar todos los procesos electorales en el país, en los que, invariablemente, siempre ganaba el PRI, sobre todo en el caso de gobernadores y presidente de la República.
A través de la CFE, el gobierno era juez y parte. Y en 1988 el presidente de esa dependencia era Bartlett, ahora cobijado en las faldas de la honestidad valiente.
El 6 de julio de 1988, día de las elecciones, se dio una competencia muy cerrada entre el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, y el del llamado Frente Democrático Nacional, –un conglomerado de partidos de oposición– Cuauhtémoc Cárdenas.
Cuando las cifras del cómputo daban ventaja a Cárdenas, las computadoras instaladas en la Secretaría de Gobernación dejaron de funcionar y Bartlett informó a los representantes de los partidos que se cayó el sistema.
Cuando el sistema se restableció, las cifras daban como ganador al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari.
Bartlett, principal señalado por la oposición como responsable de ese fraude, se pasó 29 años negándolo, hasta que ayer reconoció que Salinas no ganó.
Y si no ganó y lo hicieron ganar, como asegura Bartlett, entonces ¿Quién es el responsable? Alterar las cifras de una elección es un delito electoral. ¿No debió haber ido a prisión el responsable de ese fraude que dice Bartlett que sí ocurrió?
Pues resulta que el responsable de ese fraude tiene fuero y cuenta con la protección de un líder mesiánico que lleva varios viviendo de las constantes acusaciones de “fraude” en su contra. ¿Absurdo, no?
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