Ciudad de México.- Boris Johnson es feliz esta mañana. El resultado de las elecciones británicas (67% de participación) supera sus más ambiciosas expectativas y es más risueño de lo que prometía cualquier sondeo. Ahora ya tiene vía libre para sacar al Reino Unido de Europa el 31 de enero de 2020 y para dejar su sello personal durante los cinco años de su mandato.
Los tories obtuvieron el jueves el mejor resultado en décadas, reafirmando la estrategia de Johnson. El partido conservador consiguió 365 puestos del total de 650 de la Cámara de los Comunes del Parlamento de Westminster. Muchos de esos votos fueron obtenidos en antiguos feudos laboristas, que pese a su extracción social popular, optaron por el voto conservador por su adhesión al Brexit tal y como lo propone Johnson.
El líder conservador se mostró eufórico al conocer los resultados oficiales y en una comparecencia dijo que su victoria “pone fin a la miserable amenaza” de que haya otro referéndum de Brexit en el Reino Unido. Aseguró que concretará la salida de la Unión Europea el 31 de enero “sin condiciones ni peros”.
Se hunde hasta los 202 escaños
El Partido Laborista, por su parte, obtuvo 203 puestos, 42 menos que los que había obtenido unos meses antes. Tan pésimo resultado debería llevara Jeremy Corbyn a presentar su dimisión del partido, según todos los analistas. Sin embargo, las primeras reacciones del político de izquierdas, confirmaron la dificultad de su carácter. Corbyn cargó contra los medios de comunicación, a los que acusó de traición. No quiso aceptar el fracaso y hablo del inicio de “un periodo de reflexión”.
¿Cómo será el nuevo Boris Johnson? Con la mayoría más amplia obtenida por el partido desde Margaret Thatcher, no va a ser esclavo de nadie, ni siquiera del bloque euroescéptico que le hizo la vida imposible a su antecesora, Theresa May. Como alcalde de Londres fue liberal en lo económico y progresista en lo social. Como primer ministro, hasta ahora ha vendido una agenda social conservadora para seducir a las clases trabajadoras del centro y norte de Inglaterra, partidarias del Brexit, cuyo apoyo necesitaba. Es de esos antiguos feudos laboristas de donde ha obtenido su victoria, y son ellos los que ahora le van a pasar factura. Responder a sus expectativas no va a ser fácil. Lo más probable es que vea por donde sopla el viento y en función de ello tome un rumbo u otro.
De entrada, viento en popa a toda vela presentando la legislación para salir del Brexit esta misma semana en la Cámara de los Comunes para que todo esté listo para finales de enero. Otra historia es que tipo de acuerdo espera alcanzar con Bruselas, ahora que se puede desligar (si quiere) de las cadenas que le ataban a los euroescépticos. Cuanto mayor sea el alineamiento con los estándares de la UE, más fácil y rápido será. Cuanto más quiera divergir, más largo y complicado. En cualquier caso, el plazo de once meses que se ha fijado parece un tanto ambicioso, por mucho que Pedro Sánchez diga que lo ve factible.
Johnson ha de decidir, ahora que está en sus manos, qué es lo que quiere ser. Si un populista anti inmigración, de ley y orden en la línea de Trump, Bolsonaro, Salvini, y Orban, o un conservador de la vieja escuela británica, con la voluntad de representar al máximo de electores posible. Si apuesta por la órbita europea o estadounidense. Si apuesta por culminar la revolución thatcheriana y convertir al Reino Unido en una especie de Singapur, con una economía desregulada de bajos impuestos que compiten con la UE.
Boris Johnson y los escoceses del SNP, los grandes ganadores
Pero esos son los dilemas del vencedor. Los del perdedor son mucho más tristes y complicados. Jeremy Corbyn ha de decidir si presenta la dimisión en las próximas horas, asumiendo los peores resultados del laborismo desde Michael Foot, o busca un aterrizaje suave, permaneciendo en el cargo hasta que se dilucide la inevitable guerra interna entre los blairitas de centro izquierda y los socialistas como él y su número dos, John MacDonnell. Promete ser muy cruenta.
Las elecciones han tenidos dos ganadores claros. Johnson y los escoceses del SNP (48 escaños), que han recuperado buena parte de los escaños que perdieron en 2017 y adquirido la autoridad política y moral para reclamar la convocatoria de un nuevo referéndum de independencia. El gran pulso de los próximos años va a ser entre Boris Johnson y Nicola Sturgeon, que insiste en ello. Un duelo de titanes.