Luis Velázquez | Escenarios
19 de junio de 2021
UNO. Derrumbe jarocho
La ciudad jarocha ha quedado “atrapada” en el desarrollo urbanístico, comercial y turístico.
Un día, hace varios sexenios, apareció la plaza comercial Mocambo, en Boca del Río, y comenzó la sacudida económica para el puerto.
Después crearon la plaza comercial de Las Américas, cuatrienio de Dante Delgado Rannauro, y la ciudad jarocha siguió hundiéndose en el precipicio.
El último ramalazo fue con la plaza comercial El Dorado, en los límites de Boca del Río y Alvarado, y más todavía.
Y cuando la llamada rivera jarocha continúe tomando forma, peor tantito.
DOS. Huele a orines Centro Histórico
Peor, cuando, por ejemplo, el centro histórico empezó, sigue todavía, a fermentarse con los orines.
Y cuando en las avenidas principales, de Zaragoza a Madero y calles transversales empezaron a cerrar comercios quebrados y a ponerse anuncios en las puertas de “Se vende o se alquila”.
Y cuando tantos edificios abandonados se volvieron madriguera de pordioseros y borrachitos y drogadictos.
Y cuando el Centro Histórico, ajá, se volvió un paisaje de Comala en la novelística de Juan Rulfo.
TRES. Ciudad floreciente que dejó de ser…
El experto urbanístico del barrio dice que la única posibilidad de que el Centro Histórico de la ciudad jarocha resucite es con una nueva y gigantesca plaza comercial, la mejor entre la mejor, con los mejores servicios comerciales y turísticos.
Es decir, tiendas de todo tipo, restaurantes, cines, lugares de diversión y distracción para los niños y los jóvenes y los adultos.
Únicamente así, quizá, pudieran competir con las plazas comerciales construyéndose en Boca del Río.
Indicativo y significativo, por ejemplo, que las familias vivan en Veracruz y trabajen en Boca.
CUATRO. Los parquímetros, un horror
Tiempo existió cuando lanzaron el rescate del Centro Histórico. Fue debut y despedida.
Hubo quienes lanzaron el cierre de la avenida Independencia para la preferencia peatonal, pero marcha atrás.
El colmo: mucha gente prefiere los centros comerciales de Boca del Río por el crecimiento exponencial de los parquímetros, un súper negociazo favorecido desde el Ayuntamiento, Julen Rementería del Puerto alcalde, para unos cuantos, Fidel Herrera Beltrán gobernador.
El caso es que la ciudad jarocha cada vez más y más negocios quebrados, recrudecidos con el COVID.
CINCO. Alvarado, amenazante
Al paso fatídico que vamos, el sueño urbanístico de Agustín Acosta Lagunes de fusionar varios municipios girando alrededor de uno y los demás especie de delegaciones se cumpliría.
Por ejemplo, nadie podría descartar que Boca del Río se convierta en el eje rector y Veracruz en delegación.
O, en todo caso, Alvarado como el epicentro político, económico, urbanístico, social, educativo, etcétera.
Simplemente hay más vida presente y futura en el pueblito que hace muchos años fue asiento de pescadores y ahora navega en un desarrollo insólito.
SEIS. Sueño faraónico…
La ciudad de Veracruz, el municipio mejor dicho, necesita un estremecimiento económico y social. Y en todos los niveles.
Caray, Juan Maldonado Pereda, presidente municipal, soñaba, como Julio Verne quizá, Harry Potter, que sobre la bahía del Golfo de México fueron construidos centros comerciales con hoteles, restaurantes y cines para hacer atractiva la ciudad.
Nunca pensó, digamos, en la Isla de Sacrificios, sino en la bahía y que en tiempo de nortes significa un viaje sísmico a la aventura esotérica. Casi casi como un viaje de luna de miel al planeta Marte.
Hernán Cortés fue dichoso fundando el primer Ayuntamiento de América Latina en las playas de Chalchihuecan, pero fue más feliz en Cempoala, con el cacique gordo y sus cincuenta efebos.