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Calderón habló en secreto con los principales capos del narco.

Yolanda

Redacción El Piñero | Corresponsalía

México.-  Si en enero inicia el juicio a García Luna, será relevante que se ventilen esas negociaciones con los capos del narcotráfico en México, porque en la protección a los cárteles, Calderón es clave.

Esto afirmó Álvaro Delgado, articulista de, SIN EMBARGO, en su Video columna semanal “Historia de lo Inmediato” el martes 1 de noviembre.

Si. Efectivamente, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa dialogó en secreto con Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada, Vicente Carrillo, Arturo Beltrán Leyva, Heriberto Lazcano “El Lazca” y Miguel Ángel Treviño…

El columnista refiere que esta información está verificada, y no ha sido desautorizada por los involucrados que aún viven.   

La información, difundida en el libro de “Los señores del narco”, de Anabel Hernández, y por el periodista Jorge Carrasco, de la revista Proceso, asegura que el emisario de Calderón con los capos del narcotráfico, fue General Mario Arturo Acosta Chaparro.

Chaparro, el siniestro represor de los movimientos sociales hasta los años noventa, que fue ejecutado a balazos en abril de 2012 y quien pasó seis años en prisión por narcotráfico, comenta Álvaro Delgado.

En esta trama intervino el General Secretario de la Defensa en el gobierno panista de Felipe Calderón, Guillermo Galván Galván, de quien Acosta Chaparro era amigo y asesor, y Juan Camilo Mouriño, el Secretario de Gobernación, impulsor de este arreglijo hasta su muerte, en noviembre de 2008.

A continuación, se cita textualmente la información proporcionada por el periodista Álvaro Delgado Gómez:

Las negociaciones de Acosta Chaparro con los líderes de los cárteles de México se desarrollaron a finales de 2008 y 2009, con el objetivo de bajar la violencia que se disparó a raíz de la declaración de guerra de Calderón, quien les pedía paz en un contexto de crisis económica que derrumbó ese año la economía a -6.5% del PIB, un dato que muchos quisieran que nadie recuerde.

Y sí, han pasado más de 12 años y los gobiernos de Calderón y Enrique Peña Nieto. Y está preso en Estados Unidos, Genaro García Luna, acusado de narcotráfico, pero de estas negociaciones hay información, no juicios ni deducciones, sólo producto del frenesí actual sobre si el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador pacta con el narco.

El primer dato sobre estas negociaciones lo difundió Anabel Hernández en el libro Los señores del narco, en 2010, pero sólo identifica al negociador como el “General X”, y fue Jorge Carrasco, quien publicó en Proceso que el personaje era Acosta Chaparro, con base en una fuente que no identificó, y que se trata del abogado José Antonio Ortega Sánchez organizado, la realeza y más: estas series en hechos reales

“Eso se lo dije a Carrasco. Nunca sacó el nombre, porque así se lo pedí. Se lo platiqué a Anabel y ella lo publicó como si ella lo hubiera entrevistado (a Acosta Chaparro). Cuando nace su segundo hijo, me pide de favor que le presente al general. Le llevó el libro donde ella hablaba lo que le había dicho el general y no tuvo el valor de decirle al general lo que había escrito. Así es Anabel. Pero con eso ella pudo decir que estuvo con el general y que éste le dijo, pero a quien se lo platicó fue a mí y a quien le dio todos los detalles fue conmigo, de cómo Juan Camilo Mouriño le encarga lo de los granadazos en Morelia y va, resuelve el asunto y después le encargan que pacifique al país”.

En efecto, luego de que Acosta Chaparro acuerda con los líderes de La familia michoacana que le entreguen a los tres presuntos responsables de haber lanzado granadas en el Zócalo de Morelia –un atentado que dejó ocho muertos–, el 15 de septiembre de 2008, se entrevista con los principales capos del narcotráfico en México, a petición de Calderón, Mouriñio y el propio general Galván Galván, de quien era asesor.

El abogado Ortega Sánchez conoció todos los detalles de esas reuniones de Acosta Chaparro con los capos del narcotráfico, incluido “El Chapo” Guzmán, quien le aseguró que no se fugó del penal de Puente Grande, en Jalisco, en un carrito de lavandería, como es la versión oficial, sino “por la puerta grande”.
Guzmán Loera contó a Acosta Chaparro que su fuga, en enero de 2001, a menos de dos meses de la toma de posesión de Vicente Fox, se planeó desde que estaba en Almoloya, y luego negoció con Calderón, como lo hicieron otros capos del narco.

A uno de ellos, “El Lazca”, el militar le dijo que era enviado de Calderón. “Te viene a ver un general del Ejército. No puede venir de parte de nadie más que del Presidente”.

Esto fue lo que dijo Acosta Chaparro al jefe del grupo de los zetas.

La muerte de Mouriño, en 2008 —en medio de la negociación con los capos–, frustró la tregua de Calderón con los cárteles, asegura Ortega Sánchez, y “El Chapo” Guzmán se convirtió en el favorito, cuya “violencia la causó por la protección de García Luna”.

Ahora, tan pronto como en enero inicie el juicio a García Luna, si es que no hay otro aplazamiento, será de enorme relevancia que también se ventilen estas negociaciones con los capos del narcotráfico. En la protección a los cárteles, Calderón es clave.

Y si también hay evidencias, no sólo suposiciones ni deducciones siquiátricas, de que el Gobierno de López Obrador ha hecho arreglijos como los de Calderón, también es indispensable que se ventilen por salud pública.

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