Sarah Romero
Una nueva investigación expone que aquellos que caminan lento tienen el cerebro y el cuerpo más viejos a los 45 años.La velocidad a la que caminamos habitualmente puede tener mayor importancia de la que en un principio podríamos darle. No se trata solo de estar en mejor forma física gracias a nuestros pasos rápidos, sino que, a la luz del último estudio realizado por científicos de la Universidad de Duke (Estados Unidos), también sería esencial para mantener en forma nuestro cerebro. Así, los investigadores han concluido que la velocidad de marcha -sin correr– de las personas de 45 años, puede usarse como un marcador del envejecimiento del cuerpo y del cerebro.
El estudio demostró que los participantes que caminaban despacio tenían un “envejecimiento
acelerado” en una escala de 19 medidas ideada por los investigadores, y sus pulmones, dientes y sistemas inmunes tendían a estar en peor forma que las personas que caminaban más rápido.
“Lo que es realmente sorprendente es que esto se da en personas de 45 años, no en los pacientes geriátricos que generalmente son evaluados con tales medidas”, comentó Line J.H. Rasmussen, investigador postdoctoral en el departamento de psicología y neurociencia de la Universidad de Duke y líder del trabajo que recoge la revista
Factor de predicción
Asimismo, las pruebas neurocognitivas que realizaron los científicos cuando los participantes eran niños servían para predecir quién se convertiría en una persona que iba a caminar despacio en la etapa adulta.
A los 3 años, sus puntajes en coeficiente intelectual, comprensión del lenguaje, tolerancia a la frustración, habilidades motoras y control emocional predijeron su velocidad de caminata de cara a los 45 años.
“Los médicos saben que las personas de setenta y ochenta años que caminan muy despacio tienden a morir antes que las personas de su misma edad que caminan rápido”, dijo Terrie E. Moffitt, profesora de psicología de la Universidad Nannerl O. Keohane en la Universidad de Duke y profesora de desarrollo social en King’s College de Londres y coautora del trabajo. “Pero
este estudio cubrió el período desde los años preescolares hasta la mediana edad, y descubrió que una caminata lenta es un marcador de problemas décadas antes de la vejez“.
Estudio a largo plazo
Los datos provienen de un estudio a largo plazo de casi 1.000 personas que nacieron durante un solo año en Dunedin, Nueva Zelanda. Los
904 participantes de la investigación en el estudio recibieron un seguimiento completo durante toda su vida, principalmente desde abril de 2017 hasta abril de 2019 a los 45 años.
Los exámenes de resonancia magnética durante su última evaluación mostraron que aquellos que caminaban más despacio tendían a tener un volumen cerebral total más bajo, un grosor cortical medio más bajo, menos área de la superficie cerebral y una mayor incidencia de “hiperintensidades” de la sustancia blanca, lesiones pequeñas asociadas con la enfermedad de los vasos pequeños del cerebro.
En resumen, sus cerebros parecían algo mayores.
Además, un panel de ocho revisores que evaluaron la “edad facial” de cada participante a partir de una fotografía, también adujeron que parecían más mayores de lo que en realidad eran.
La importancia de caminar rápido
La velocidad de la marcha se ha utilizado durante mucho tiempo como un medidor de salud y el envejecimiento en pacientes geriátricos, pero
la novedad en este estudio es la relativa juventud de los participantes y la capacidad de ver cómo la velocidad a la hora de caminar coincide con las medidas de salud que el estudio ha recopilado durante toda la vida de los sujetos.
Algunas de las diferencias en salud y cognición pueden estar vinculadas a las elecciones de estilo de vida que los participantes hicieron a lo largo de su vida, está claro, pero el estudio también sugiere que ya hay señales en la vida temprana acerca de quién se convertiría en un “caminante lento”, dijo Rasmussen. “Es posible que tengamos la oportunidad de ver quién mejorará su salud en el futuro”.