Luis Velázquez Barandal
Veracruz, 04 de agosto de 2017 ESCALERAS: El presidente del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza, aquel que llamara asesino a Javier Duarte y lo calificara como el político más corrupto de la historia nacional, ha lanzado un nuevo buscapié.
Lo ha sido de cara a la elección del candidato presidencial el año entrante, ahora cuando Los Pinos acepta, sin rodeos, que “El peje” lleva la delantera en todas las encuestas.
Incluso, el ex presidente del CEN y coordinador de la bancada priista en el Congreso de la Unión y ex gobernador del estado de México, César Camacho Quiroz, ha coincidido con la propuesta fuera de serie, inimaginable en otro tiempo.
La siguiente: las elites priistas, empezado quizá por el mismo Enrique Peña Nieto, sopesan una candidatura externa o ciudadana el año entrante.
Así, y ante la tempestad huracanada en puerta se han arrodillado y buscan una salida desesperada.
Significaría, entonces, que Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, José Antonio Meade (Hacienda), Luis Videgaray Caso (Relaciones Exteriores), José Narro Robles (Salud), y Eruviel Ávila (todavía gobernador del estado de México), nunca crecieron lo suficiente para levantar expectativas, primero, hacia el interior del partido en el poder, y segundo, ante una población cada más harta del estado de cosas sociales y más desencantada del Peñismo.
Se ignora si la inquietud cuaje, ahora cuando el doce de agosto se efectúe la cumbre nacional del PRI.
El presidente del CEN y su antecesor han deslizado la posibilidad en el carril, sin ninguna duda, porque así lo dispuso Peña Nieto, digamos, para “medir el agua a los tamales”.
Así de angustiados estarán en Los Pinos…
PASAMANOS: Por lo pronto, “los candados” del tricolor para seleccionar al candidato presidencial anuncian una nueva confrontación entre las élites, más, mucho más que en la militancia, tan obediente y disciplinada.
El artículo 166 de los estatutos, por ejemplo, establece que tan sólo para anotarse como aspirante presidencial han de tenerse diez años, mínimo, de militancia.
También advierte que ha de contarse “con el apoyo de todos los sectores del partido” y lo que constituye una falacia, si se considera la llamada “bufalada” que equivale al humo blanco del Sínodo Papal, pues por aquí el tlatoani mayor, el presidente de la república emite su dedazo, todos se van a “la cargada”.
Y, bueno, si el artículo 166 se cumple “al pie de la letra”, entonces, dos aspirantes quedan fuera en automático.
Uno, José Antonio Meade, secretario de Hacienda, famoso porque, dice él, es apartidista, y por eso mismo sirvió a Vicente Fox y Felipe Calderón y ahora a Peña Nieto.
Con todo, entraría, digamos, como una especie de candidatura externo o ciudadano del PRI a Los Pinos.
Y dos, el doctor José Narro, ex rector de la UNAM, metido en un activismo fuera de serie, y quien nunca ha sido priista, y podría, digamos, igual que Meade, perfilarse como un candidato ciudadano.
En todo caso, si el artículo 166 se empalma con la versión de un candidato externo, Enrique Ochoa Reza y César Camacho Quiroz estarían destapando al “tapado” y dejando afuera de un plumazo a Videgaray, Osorio Chong y Eruviel Avila, los tres con el sello peñista en la frente.
CASCAJO: Nunca como ahora la caballada del PRI anda tan flaca, como dijera en el siglo pasado Rubén Figueroa padre, el cacique transportista y gobernador de Guerrero, secuestrado por la guerrilla de Lucio Cabañas y cuyo hijo, Rubén Figueroa Alcocer, también ocupara el trono imperial y faraónico y fuera depuesto luego de la matanza de 17 campesinos en Aguas Blancas.
Y más, por las grandes expectativas levantadas por Andrés Manuel López Obrador, a tal grado que, por ejemplo, desde el CEN del PRD de Alejandra Barrales le siguen guiñando para ver si los acepta en alianza.
Y más, porque mientras la caballada roja está flaca, la caballada azul del PAN engordó demasiado con varios candidatos de peso, entre ellos, Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle y Ricardo Anaya.
Y más, por el hartazgo en contra de la corrupción política que tiene a diecisiete gobernadores pillos y ladrones en la picota, la mayoría del PRI, unos presos, otros prófugos de la justicia y otros cabeceando las denuncias penales.
Y más, porque con todo y las reformas estructurales cacareadas por el Peñismo, ninguna ha llegado al bolsillo de las familias, y que truenan, además, por el tsunami de inseguridad, en que nadie está a salvo y nadie puede cantar victoria.
Por eso, el CEN del PRI ha deslizado en el carril la posibilidad de un candidato externo o ciudadano y que de entrada, y de cuajar, se detendría en Meade o Narro, con todo y que forman parte del gabinete legal de Peña Nieto y “en el pecado llevarían la penitencia”.
Muchas cositas más habrán de suceder, pero todo indica que en el PRI “hacen agua” porque miran a Andrés Manuel López Obrador con la banda presidencial, otorgando el perdón y la amnistía a “la mafia del poder” pues sólo así su república del amor alcanzaría la dimensión estelar.
“Dios es amor” dice por ahí un letrero popular pintado en la parte trasera de un autobús urbano.