- Wínckler y Cuitláhuac
- Hartos del show
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: La relación entre el gobernador y el fiscal es dinamita pura. Y aun cuando la chambita de un político es hallar puntos de encuentros por encima de los desencuentros, el equilibrio, digamos, en el caso, el canibalismo. Canibalismo político. Y social.
Pero el canibalismo entre ambos que dura desde los días electorales del año entrante, recrudecido luego del primero de julio, el día de las urnas triunfadoras para MORENA, la cordura y esa cosita llamada tolerancia se perdió.
Nadie sabe ni vislumbra por el momento el desenlace. Las partes y sus fans apuestan que cada quien ganará.
PASAMANOS: En el camino se han dado una tregua, como se intitula una novela de Mario Benedetti, filmada incluso en la ciudad de Veracruz con Adriana Fonseca.
Por ejemplo, en un momento del rafagueo, el gobernador le extendió la mano y saludaron. Se estrecharon los corazones. Se repartieron sonrisas, la sonrisa Colgate del Fiscal.
Pero al mismo tiempo, y desde otro lado, el bombardeo. Por ejemplo, los alcaldes con su solicitud de juicio político. El Solecito, sitiando el palacio de justicia.
CORREDORES: Relación mal avenida, en el fondo ajuste de cuentas del gobernador con su antecesor azul, quizá el hombre de AMLO en Veracruz habría buscado “algo parecido a la amistad” (Jan Martínez Ahrens).
Pero el gesto reprodujo la costumbre ranchera en pueblos agitados. Que tu mano derecha nunca sepa las travesuras de la mano izquierda. Yo, soy el bueno, y los otros, los malos.
En vez de que los dos hablen y dialoguen, digamos, mientras sigue el procedimiento, las partes han preferido hablar mal uno del otro.
Y en contraparte, la población, el ciudadano común que todos los días vive con sencillez, incluso, las elites políticas, están hartas, hartas, hartas, de la guerra política entre la izquierda y la derecha, entre el góber que llegó y el góber que se fue.
BALCONES: A primera vista se escribiría que se trata de una guerra entre David y Goliat, entre un enano y un gigante.
Pero luego de tres meses del fracaso de la LXV Legislatura para destituir al Fiscal, todo indica estamos ante una guerra de titanes.
Y en la lucha, ni el góber cede ni el Fiscal se doblega, y por añadidura, genera un alto costo político y social.
Todos los ciudadanos lo saben, menos ellos.
VENTANAS: Malo, pelearse las elites. Malo, distanciarse de la fea forma en que están. Y peor para el bienestar social, porque en la agenda pública, en la agenda ciudadana, en el sentir popular, pareciera que el único objetivo de la Cuitlamanía, la razón del Estado de Derecho en Veracruz, es destituir al Fiscal.
De si al góber le asiste la razón, es otro cantar.
La estrategia tomada ha chocado con una realidad avasallante. El Fiscal, como el dinosaurio de Tito Monterroso, ahí sigue.
Mucho mejor la política fría, cerebral, las neuronas funcionando a mil por hora.
El hígado les ganó…como si fueran unos párvulos disputando la presidencia de la sociedad de alumnos en la escuela secundaria.
Con todo, AMLO lo dijo hablando de la corrupción:
“Me patea el hígado”.
El hígado pateó a la Cuitlamanía en el caso del Fiscal.
PUERTAS: Nunca fueron amigos. Ni conocidos. Pero aun así, pareciera que los dos son un par de antagonistas condenados a liquidarse como el par de personajes en la novela “El arlequín”, de Morris West donde uno y otro terminan matándose y un tercero se queda dueño del mercado en disputa.
Veracruz, por lo pronto, sigue perdiendo.
Más que el espectáculo burdo, ramplón y barato en que han caído, el desarrollo social, en el limbo.
PATIO: El góber sueña con nombrar, mejor dicho, imponer a su Fiscal para convertir a Veracruz en el territorio de un solo hombre.
El Fiscal, sueña con el periodo institucional de 9 años para los cuales fue elegido por la LXIV Legislatura.
Incluso, en el tobogán, el góber se la pasó inculpando al Fiscal de la inseguridad porque, dijo, escaseaba la procuración de justicia, y tanta impunidad envalentona a los malandros.
Formas, claro, de ver la vida, pues de acuerdo con el Estado de Derecho el primer filtro es la secretaría de Seguridad Pública.
CERRADURA: El góber es ingeniero mecánico posgraduado en Alemania con una tesis para manejar misiles a larga distancia, como el loco presidente coreano.
El Fiscal es abogado.
Un ingeniero, por naturaleza, es frío, y un abogado, intenso, volcánico.
Pero en el balance de la naturaleza humana, dos polos opuestos hacen contrapeso como en un matrimonio, pero en el caso, las asperezas dominan la vida pública.
La retórica, el rafagueo, los misiles disparados de parte y parte, han trascendido en el país y la prensa defeña ya los está mirando como objetos y sujetos de estudio científico.
En ningún otro lado del país la locura frenética de la izquierda y derecha por adueñarse de un cargo público.
BALAUSTRES: Si el Fiscal trabajara, digamos, como el gerente de una pizzería, desde hace ratito lo hubieran corrido. Y sin liquidación. Y al cuarto paras doce. Y sin avisarle.
Pero pasan las semanas y los meses y ahí sigue.
Las redes sociales, por ejemplo, están llenas de tuitorreadas del góber y el Fiscal como si fueran adolescentes trastornados.
Se han dicho de todo. Incluso, mentiras.
Y lo más increíble es el aguante de los dos para seguir odiándose, a pesar, dice el teólogo, que con tanto rencor el alma envejece y se pudre.
La población electoral, por el contrario, les pide cordura para que ya le paren a su masacre recíproca.
Solo los emperadores y Césares romanos descritos por Suetonio eran tan grotescos en su lucha sórdida y siniestra para aniquilar al enemigo y adversario.
Más que gobernador y Fiscal han creado y recreado un reality-show de niños malcriados, perros rabiosos (por aquello de “Amores perros”) o reyes feudales enloquecidos por el poder.
Y, claro, entre más dura el tiroteo político, social y mediático más, mucho más, a paso acelerado, la población electoral cae en el desencanto.
Tanto luchar la izquierda para terminar en el ridículo.
Incluso, y como decía el viejo caciquito del pueblo:
“Aquí, no cabemos los dos. ¡Eres tú o soy yo!
¡Vaya espectáculo!